Columna

Rubalcaba responsable

La pauta de los líderes las noches electorales es encerrarse en la negación de la evidencia

Alfredo Pérez Rubalcaba aceptó la evidencia de unos malos resultados en las urnas europeas. En consecuencia, ha asumido de modo personal la responsabilidad y ha emprendido la escondida senda de la retirada honrosa. El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, siempre implacable con su antagonista, será el primero en echarle de menos. En adelante, habrá otra manera de graduar la responsabilidad, volverá la abominación al consenso como si encerrara una propensión patológica hacia el encubrimiento y la presidenta de Andalucía, Susana Díaz, estará al control.

La pauta habitual de los líderes ...

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Alfredo Pérez Rubalcaba aceptó la evidencia de unos malos resultados en las urnas europeas. En consecuencia, ha asumido de modo personal la responsabilidad y ha emprendido la escondida senda de la retirada honrosa. El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, siempre implacable con su antagonista, será el primero en echarle de menos. En adelante, habrá otra manera de graduar la responsabilidad, volverá la abominación al consenso como si encerrara una propensión patológica hacia el encubrimiento y la presidenta de Andalucía, Susana Díaz, estará al control.

La pauta habitual de los líderes las noches electorales es la de encerrarse en la negación de la evidencia si los datos les resultan desfavorables. En particular, la noche del domingo fue muy de ver la disonancia expresiva entre el gesto y la palabra que privó de toda credibilidad a Miguel Arias Cañete, durante su comparecencia en la sede nacional del PP. Porque el cabeza de cartel estaba negando de manera rotunda con la expresión de su cara lo que intentaba balbucir con su boca. Resultaba inútil su intento de vender como victoria unos resultados que arrojaban el descenso de nueve diputados y de dos millones de votos respecto de las elecciones europeas de 2009.

Elena Valenciano intervenía en la sede del PSOE, el otro polo del bipartidismo en proceso de desguace. Allí, sin respeto al horario ni a las costumbres, hizo un insólito reconocimiento de su derrota, que ni siquiera intentó difuminar con alegaciones sobre los daños en paralelo sufridos por su adversario principal, el PP. Por eso, su remisión a la comparecencia para el día siguiente de Alfredo Pérez Rubalcaba fue un presagio nítido de retirada, confirmado este lunes con la convocatoria del Congreso Federal del Partido Socialista para los días 19 y 20 de julio, del que saldrá el nuevo secretario general y la Ejecutiva que abrirá el proceso de primarias.

Después de Madrid y de las áreas donde su influencia irradia amenazas al bipartidismo, la vista se dirige a Cataluña. El análisis más elemental deja en claro que Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) rebasa el apoyo electoral obtenido por Convergéncia i Unió (CiU). Pero no hay adversidad de la que Artur Mas no sepa dar cuenta en términos de nuevo triunfo.

Muy revelador el turno de Josep Maria Terricabras con su brindis de medianoche a los paísos catalans, es decir, confirmando —¡atención!— que no hay nacionalismo sin irredentismo. Espectacular cómo se despeña un PSC que fue hegemónico y pronosticables el retroceso del Partido Popular hasta niveles de insignificancia y el empuje de Ciutadan’s a uno y otro lado del Ebro.

Recordemos, ahora que afloran tantos, que la interacción de un partido con los electores es como una relación amorosa, cualquier imbécil puede comenzarla, pero hace falta un talento considerable para ponerle fin, según frase atribuida a Lord Mancroft. Veremos.

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