Jóvenes sobradamente defraudados

Una generación exige soluciones concretas a sus acuciantes problemas

Imagínese que se llama Raúl, que tiene 22 años y que se acaba de enterar de que el 25 de mayo hay elecciones europeas. Imagínese que lleva tres años desempleado desde que la fábrica de ventanas en la que trabajaba cerró “por la crisis”. Imagínese que hace un año que dejó de cobrar el paro y que vive en casa de sus padres mientras encadena cursos de búsqueda de empleo y envía cientos de currículos por internet cada semana. Imagínese que no sabe ni quién se presenta a estas elecciones y que se siente un poco culpable porque cree que debería estar algo más informado, aunque desprecia a los políti...

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Imagínese que se llama Raúl, que tiene 22 años y que se acaba de enterar de que el 25 de mayo hay elecciones europeas. Imagínese que lleva tres años desempleado desde que la fábrica de ventanas en la que trabajaba cerró “por la crisis”. Imagínese que hace un año que dejó de cobrar el paro y que vive en casa de sus padres mientras encadena cursos de búsqueda de empleo y envía cientos de currículos por internet cada semana. Imagínese que no sabe ni quién se presenta a estas elecciones y que se siente un poco culpable porque cree que debería estar algo más informado, aunque desprecia a los políticos a los que culpa de su situación. Imagine por último que se anima a encender la tele y ver el telediario. Las broncas a grito pelado de los señores y señoras que dicen trabajar por y para él, le resultan una broma de mal gusto. Su cabreo aumenta y apaga la tele.

Raúl lo que quiere es que le expliquen qué va a pasar con el 55% de los jóvenes, desempleados como él, y que no ven cómo reengancharse en una sociedad que parece que ya no cuenta con ellos. Raúl no quiere más promesas de más dinero. Quiere saber cómo y cuándo se van a gastar los tan anunciados 6.000 millones que la UE ha prometido dedicar al empleo juvenil. Los meses pasan y Bruselas y Berlín se impacientan al ver que los fondos no fluyen. Como Raúl, el 88,4% de los jóvenes entre 18 y 24 años dice “seguir con poco o ningún interés” las noticias relacionadas con las elecciones al Parlamento Europeo, según la última encuesta del CIS. Este dato debería hacer reflexionar a los grandes partidos, centrados en movilizar a los suyos en una campaña de mínimos . Con gente como Raúl ni lo intentan; están fuera de su radar demoscópico. De entrada, le dan por perdido.

Ahora imagínese que en la misma ciudad que Raúl vive Lorena, de 23 años, que el año pasado terminó ciencias políticas y que encadena minibecas no remuneradas. Acceder a un empleo con sueldo y cotización le parece un sueño inalcanzable. Lorena estudió con una Erasmus en Florencia donde hizo amigos de Estonia y de Irlanda a los que visita cuando consigue vuelos baratos. Chatea con ellos casi a diario. Pertenece a la llamada generación Ryanair, la de la Europa intradérmica, la de los jóvenes que dan la UE por hecho y que como Raúl exigen soluciones concretas a sus problemas, tan definidos como acuciantes.

“Bruselas está llena de canas. Lo de la Europa de la paz y la democracia es algo superado para nuestra generación. Exigimos a los políticos europeos que mejoren nuestro día a día, que podamos cobrar el paro en toda la UE, cotizar fuera, funcionar como verdaderos europeos. Y de paso, que dejen de enviar dinosaurios al Europarlamento”. Los temas de los que habla Vicente Rodrigo, del colectivo Con copia [CC]a Europa o los que preocupan a Raúl o a Lorena apenas se escuchan en esta campaña. No debería sorprendernos entonces que apenas el 27,8% de los menores de 24 años piense votar en estas europeas.

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