OBITUARIO

Máximo Cajal, todoterreno de la diplomacia española

Ocupó los más diversos cargos del servicio exterior y sobrevivió en 1980 a la masacre de la Embajada de Guatemala

Máximo Cajal y López (Madrid, 1935) vivió uno de los momentos más dramáticos de la historia de la diplomacia española. Ocurrió el 31 enero de 1980, cuando fue asaltada la Embajada de España en Guatemala, a cuyo frente se encontraba entonces. Cajal, ministro plenipotenciario, falleció ayer en Madrid a los 79 años. Durante sus casi cuatro décadas en el servicio exterior, ocupó los más diversos cargos de responsabilidad en el servicio exterior.

Licenciado en Derecho, ingresó en 1965 en la carrera diplomática. Entre otros cargos, desempeñó los de secretario en las embajadas de Bangkok (1965...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Máximo Cajal y López (Madrid, 1935) vivió uno de los momentos más dramáticos de la historia de la diplomacia española. Ocurrió el 31 enero de 1980, cuando fue asaltada la Embajada de España en Guatemala, a cuyo frente se encontraba entonces. Cajal, ministro plenipotenciario, falleció ayer en Madrid a los 79 años. Durante sus casi cuatro décadas en el servicio exterior, ocupó los más diversos cargos de responsabilidad en el servicio exterior.

Licenciado en Derecho, ingresó en 1965 en la carrera diplomática. Entre otros cargos, desempeñó los de secretario en las embajadas de Bangkok (1965) y París (1967), y los de director general de África del Norte y Medio Oriente (1977) y la Oficina de Información Diplomática entre 1978 y hasta junio de 1979. En ese año fue destinado como embajador a Guatemala, desgarrada entonces por un sangriento conflicto civil.

En enero de 1980 la legación española fue ocupada por un grupo de campesinos mayas que pedían que se investigaran las atrocidades del general Fernando Romeo Lucas García, a la sazón presidente del país, contra la población indígena. La policía hizo caso omiso de los esfuerzos mediadores de Cajal y tomó a sangre y fuego la sede diplomática española, dando muerte a 39 personas e incendiando después el edificio para borrar las pruebas de su barbarie. Solo escaparon con vida Cajal y otras dos personas, una de las cuales fue asesinada a los pocos días, tras ser secuestrada en el mismo hospital donde también Cajal se recuperaba de las heridas del asalto.

Un año después, Cajal fue nombrado cónsul general en Nueva York, donde permaneció otros dos, hasta ser destinado como embajador a Suecia. En 1985 regresó al palacio de Santa Cruz, donde ocupó la Secretaría General de Política Exterior. Desde ella fue el encargado de las negociaciones que acabaron con el desmantelamiento de la base de EE UU en Torrejón.

Tras actuar como representante ante la OTAN, sustituyó a Inocencio Arias en el cargo de subsecretario del Ministerio de Asuntos Exteriores. A partir de 1994, y hasta junio de en 1996, fue embajador en Francia. El Gobierno del PP le envió luego al consulado de Lisboa, donde se jubiló en 2002, aunque siguió aportando su extensa experiencia a diversos foros de debate sobre relaciones internacionales.

Cajal no rehuía exponer opiniones polémicas, como ocurrió con Ceuta y Melilla, Olivenza y Gibraltar: ¿Dónde acaba España? (Siglo XXI, 2003), libro en el que vinculaba la reclamación de Gibraltar al Reino Unido con la devolución a Marruecos de Ceuta y Melilla.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Archivado En