CATEDRÁTICOS DE LO PÚBLICO| Julián Ariza

“Rajoy es el botones de la Merkel”

Uno de los principales fundadores del sindicato CC OO, reivindica que la sociedad ejerza una resistencia ante el desencanto social y político imperante

Julián Ariza, en la sede de CC OO en Madrid.ÁLVARO GARCÍA

Dice que si llegase a un mundo ignoto y le preguntaran quién es diría: “Un hombre de suerte”. A pesar de haber conocido “el hambre de pan”, de haber trabajado desde los 12 años, de haber sido perseguido por sus ideas y encarcelado más de tres en la prisión de Carabanchel (1967-1971), de ser seriamente cuestionado por los suyos en el sindicato que fundó (CC OO) y expulsado de “el partido” en el que militó casi toda su vida (PCE). A pesar de haber fracasado en la creación de otra fuerz...

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Dice que si llegase a un mundo ignoto y le preguntaran quién es diría: “Un hombre de suerte”. A pesar de haber conocido “el hambre de pan”, de haber trabajado desde los 12 años, de haber sido perseguido por sus ideas y encarcelado más de tres en la prisión de Carabanchel (1967-1971), de ser seriamente cuestionado por los suyos en el sindicato que fundó (CC OO) y expulsado de “el partido” en el que militó casi toda su vida (PCE). A pesar de haber fracasado en la creación de otra fuerza política (el PTE, Partido de los Trabajadores de España), de haber traicionado a muchos pasándose al PSOE y de haberse convertido en un sindicalista “histórico” sin lograr crear una alternativa de izquierdas creíble. Y también a pesar de muchos otros pesares, entre ellos la operación reciente de un cáncer de la que parece haber salido milagrosamente rejuvenecido, Julián Ariza (Madrid, 1934) dice: “Soy un resistente, un hombre afortunado”.

A sus excelentes 78 años, Julián Ariza sigue viviendo en la misma casa en la que nació, la que construyó su padre, Antonio, fontanero de profesión. Primero fue el número 7 de la calle de Málaga y, tras convertirse enfrente de guerra, pasó a llamarse, paradojas del destino, calle Esmeralda. En esa vía del madrileño barrio de Usera que colinda con Villaverde, creció el protagonista de esta narración, jugando entre las viejas trincheras de la Guerra Civil española.

Su fortuna, él lo sabe, tiene un nombre, el de su madre, que no podía ser otro que Amparo. Ella, asistenta y ama de casa e intelectualmente inculta por falta de opción, le inculcó todo lo que le hizo grande, todo cuanto fraguó a fuego lento la pasta de este político. “Mi madre me decía siempre que había que estar con los débiles”. Fue en ese hogar obrero (y religioso) donde él se convirtió en un ateo convencido y mamó sus “valores más íntimos”: la honradez, el gusto por el trabajo bien hecho, el no hacer daño y pensar en los demás… Las estructuras de esa plataforma desde la que tomó impulso para rebelarse contra la injusticia, para indignarse frente al abuso, para plantar cara a la arbitrariedad de la autoridad. Así fue como, con 18 años, entró en el despacho del gerente de la empresa farmacéutica Cofares a cantarle las cuarenta por el “atropello” que se estaba cometiendo con una compañera. Al poco tiempo era enlace sindical.

"Faltan políticos profesionales y no profesionales de la política"

Lo que vino después es conocido. Se fue de aquella empresa y, con el título de maestro delineante que se había sacado estudiando por las noches, entró a trabajar en Perkins, donde conoció a Marcelino Camacho, que por entonces era fresador y ya estaba vinculado al PCE. Aquel encuentro propulsó su carrera sindical. Entre los dos comenzaron a parir esa idea de las comisiones obreras. “Ni en nuestros mejores sueños pensamos que aquello sería el germen del sindicato más importante de este país”, cuenta. Y después, viajando con pasaporte falso a París para una “reunión”, conoció a Santiago Carrillo, a quien ha permanecido unido, ganándose enemigos entre sus amigos, hasta hoy, cuando reconoce que el paso de la dictadura a la democracia llevaba implícito un “pacto tácito” para no remover el pasado: “La consigna en el partido era: ‘Miremos hacia adelante no hacia atrás”.

A los que cuestionan la Transición, les recuerda que, antes de aquello, sus hermanas “tenían que dejar de trabajar después de casarse”, que se hizo una Constitución “que ha servido de marco de convivencia más de 30 años”, que las protecciones sociales eran casi inexistentes y que España ha sido durante años “un ejemplo” en las relaciones laborales.

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Ariza se mantiene en activo como asesor en el Consejo Económico y Social (CES) en permanente contacto con su sindicato, donde ya tiene un pequeño despacho, y entra y sale como Pedro por su casa.

Atento a la coyuntura política y económica, no tiene pelos en la lengua para decir que “faltan políticos profesionales y no profesionales de la política, gente que de verdad crea en un proyecto para la mayoría. El fin es el proyecto y la política el medio, no al revés”, sentencia. Y continúa: “Y, para empezar, no existe un proyecto”. Tampoco le tiembla la voz cuando dice: “Ya le dijimos a Zapatero que convocara elecciones antes de dar aquel giro brutal a su programa tras su visita a Alemania (2010) y prefirieron bajarse los pantalones”. Ni cuando deja caer que la historia de Zapatero tiene su origen en una perversa carambola propia del mal funcionamiento de los partidos a la hora de elegir a sus representantes: “Para que no saliera Bono, los delegados votaron a Zapatero, un perfecto desconocido”. No duda en hablar de Mariano Rajoy como “el botones de la Merkel”.

Hoy muestra “una enorme preocupación” por lo que está pasando y está convencido de que la crisis (“real, sí”) se ha convertido en la excusa para “acometer un cambio de modelo social en el que los especuladores económicos tienen responsabilidad por acción y las fuerzas políticas por complicidad y omisión. ¡Hasta el desencanto social está programado!, por eso hay que resistirse”. Habla de que nota, “de manera casi epidérmica, una involución en lo público, en la protección social, en lo político… Me preocupa el retroceso democrático, las actitudes despóticas y que la gente quiera cambiar políticos por tecnócratas, cuando ¡son estos asesores de grandes corporaciones financieras los que nos han conducido a la crisis!”.

Tras una conversación de tres horas, en una habitación prestada en el sindicato, ya en la puerta del ascensor, se da la vuelta sin mediar palabra y vuelve sobre sus pasos: “Había olvidado apagar la luz”.

Aquí y ahora

» La crisis. "El último estudio del CES aporta un dato: la gente con una renta mensual superior a 6.000 euros ha mejorado su poder adquisitivo. Se está aprovechando para lograr la revolución conservadora, acabar con lo público y buscar un sistema que vaya hacia lo asistencial".

» Memoria histórica. "La consigna en el Partido fue: 'Miremos hacia adelante no hacia atrás".

» La Transición. "A veces tengo la sensación de haber vivido en otro planeta. El salto que se ha dado es gigantesco".

» La clase política. "La calidad de los políticos es manifiestamente mejorable. Hay una carencia de un proyecto que ilusione a la militancia".

» El capitalismo. "Es medularmente injusto porque alimenta la desigualdad; está en su fase de involución".

» La democracia. "La socialdemocracia ha vivido de la renta de la Guerra Fría. Al caer el bloque del Este (y soy eurocomunista) dejó de haber alternativa posible, garantía de pacto. La izquierda ha sido incapaz de articular otro modelo de sociedad frente al neoliberalismo".

» La izquierda. "Es una cierta caricatura de sí misma, se ha sustituido a gente valiosa por gente mediocre".

» Rajoy. "Es el botones de la Merkel".

» Zapatero. "Fue un gobierno de marketing, sin visión de Estado".

» El aborto. "Me parece una barbaridad lo que está pretendiendo Gallardón".

» La eutanasia. "Es rechazable, pero tiene que poderse morir dignamente".

» El matrimonio gay. "No sé si debían llamarle matrimonio, pero es respetable".

» La investigación con células madre. "Los límites éticos a veces son poco recomendables, tiene que regularse".

» La tecnología. "No tengo reservas".

» Dios. "Soy ateo por convicción".

» La propuesta. "Construir una alternativa de izquierdas identificable".

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