"Estoy marcado como si fuese un inútil por tener 49 años"

"Los jóvenes somos muchos más, no solo los menores de 30 años

Madrid -

Los jóvenes somos muchos más, aunque no se nos vea de ese modo a los que no tenemos menos de 30 años. He luchado desde los 15, trabajando como ayudante de frutero, pinche de pastelería y friegaplatos, estudiando por las noches hasta que a los 17, conseguí posicionarme en una nombrada marca de moda textil.

Por méritos personales conseguí situarme en el departamento de informática, donde continué con mis estudios en esa área hasta terminar un posgrado universitario en sistemas, redes y comunicaciones. Ulterior colofón oficializado, ya que nada de lo aprendido con esos estudios era ajeno a...

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Los jóvenes somos muchos más, aunque no se nos vea de ese modo a los que no tenemos menos de 30 años. He luchado desde los 15, trabajando como ayudante de frutero, pinche de pastelería y friegaplatos, estudiando por las noches hasta que a los 17, conseguí posicionarme en una nombrada marca de moda textil.

Por méritos personales conseguí situarme en el departamento de informática, donde continué con mis estudios en esa área hasta terminar un posgrado universitario en sistemas, redes y comunicaciones. Ulterior colofón oficializado, ya que nada de lo aprendido con esos estudios era ajeno a mis conocimientos prácticos durante veinticinco años de experiencia en diferentes empresas del sector como programador en varios lenguajes, analista funcional y orgánico, técnico en hardware y por último, responsable departamental en una multinacional de software para GPS. En ésta última me despidieron por haber estado un mes de baja después de mi separación matrimonial, sojuzgando toda una vida de duro trabajo para mi país, relegándome al menosprecio por haberme sentido un ser humano sufriendo mi duelo sentimental.

Los años han pasado, y desde hace siete no me llaman del INEM porque estoy “marcado” en la sociedad como si fuese un inútil carcamal; menos aún, aceptar mi currículo con interés y perspectiva profesional. Volver de nuevo al pequeño apartamento de mis ancianos padres, separado de mi hijo que vive en el piso de sus abuelos maternos, y consolidando la escena con su madre —acogida en la casa de su hermana—, no es únicamente lamentable sino indigno para quienes nunca merecimos este trato por haber sido trabajadores asalariados durante toda la vida.

Los derechos de un pueblo se pierden cuando sus gobernantes deciden hablar de los desempleados en términos relativos a un colectivo concreto, posicionando a quienes hemos llegado a los 49 años, de “inválidos”, estando precisamente en el mejor momento de madurez para afrontar cualquier reto, tanto como colaboradores activos de una organización, como constructores de un modelo más armonizado entre los que comienzan el camino después de haberse preparado universitariamente para la tarea que les queda por delante. Probablemente, seríamos, además de propulsores de un compañero principiante, cooperadores de su buena formación para beneficio de todo el conjunto.

La “cara” positiva de este proceso martirizador, ha sido identificar mi nueva faceta como escritor/articulista, sabiendo que sin ser un “médico del alma", ya hay personas que agradecen mis comentarios en humildes publicaciones de autoayuda personal.

Antonio

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