“No soy un héroe, solo un instrumento al servicio de la casa del pueblo”

Josep Maria Llop, el diputado invidente del Parlament, se defendió de los indignados para evitar que le robaran su perra guía, 'Annabelle'

Josep Marias Llop, diputado de Convergència i Unió.Susanna Sáez

Josep Maria Llop, diputado invidente de Convergència i Unió (CiU), va de su despacho al hemiciclo, y al atril de parlamentarios, siempre acompañado de su fiel perra guía, Annabelle. Ayer intentó entrar en coche al Parlament de Catalunya, pero le fue imposible. Hizo varias intentonas a pie, acompañado del portavoz de CiU, Jordi Turull, hasta que al final lo logró. Por el camino, un grupo de indignados intentó quitarle su perra, la que le permite tener cierta autonomía personal. Llop no quiere darle más importancia al tema –no hará más declaraciones sobre los hechos de ayer, ha dicho–...

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Josep Maria Llop, diputado invidente de Convergència i Unió (CiU), va de su despacho al hemiciclo, y al atril de parlamentarios, siempre acompañado de su fiel perra guía, Annabelle. Ayer intentó entrar en coche al Parlament de Catalunya, pero le fue imposible. Hizo varias intentonas a pie, acompañado del portavoz de CiU, Jordi Turull, hasta que al final lo logró. Por el camino, un grupo de indignados intentó quitarle su perra, la que le permite tener cierta autonomía personal. Llop no quiere darle más importancia al tema –no hará más declaraciones sobre los hechos de ayer, ha dicho–- y cree que el movimiento de los indignados ha pasado a ser “el de los fracasados”.

Como vivió los hechos de ayer?

Primero no expliqué qué me pasó. Pero me alteré cuando recibí un correo electrónico que justificaba a los indignados, y en la respuesta conté el incidente de la perra. A los pocos minutos un diputado de ERC me preguntó por el incidente, y ya supe que se propagaría. Mi hija, que tiene cinco años, me vio por la televisión y me preguntó: ‘Papi, ¿había unos piratas que no te querían dejar entrar? ¿Te querían quitar la perra?’ ‘No les he dejado que se llevaran a Annabelle”, le respondí.

¿Hoy ha llegado al Parlament con más tranquilidad?

Sí. Había un dispositivo de seguridad, y a las 7.00 ya nos han avisado que todo estaba tranquilo. Queda el recuerdo del día de ayer, todos debemos reflexionar. Creo que el movimiento de los indignados ha pasado a ser el movimiento de los fracasados.

¿Como reaccionó Annabelle?

Annabelle está acostumbrada a las multitudes, pero lo que vivió ayer, cuando se vio atrapada, le obligó a saltarse alguna de sus normas sagradas, se vio muy violentada. Por ejemplo, ella tiene que estar siempre a la izquierda, e intentó esconderse a mi derecha. No la regañé. Yo tuve que defenderme. Al principio, al llegar al tumulto, solo recibí insultos. Luego noté como tiraban de la correa y del arnés de Annabelle, y ahí tuve que defenderme: empujé al que tiraba por la derecha y me rebelé contra el de detrás. A la perra un incidente como este puede provocarle un trauma, y perder su función. Tendría que repetir unas lecciones que cuestan 30.000 euros y perdería un mes y medio en Estados Unidos para tener otro perro.

Tiene la sensación de haber sido un símbolo que defiende el Parlament?

No, al contrario. No quiero darle más importancia a los hechos, es la última vez que hablo de ello. No me siento ningún héroe. Solo soy un pequeño instrumento al servicio de la casa del pueblo.

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