Agosto: vuelta a la “patria chica”
Los lectores escriben sobre las fiestas populares, el discurso ultra en Torre Pacheco, Pablo Iglesias y el edadismo en la prensa
Después de un inicio de verano bochornoso tanto en lo político como en lo climatológico, por fin se acerca agosto y con él las fiestas patronales en muchos pueblos. Para los que tenemos la suerte de tener “patria chica”, estos días son los mejores del año. Me asusta ver como la gente paga precios desorbitados por apartamentos en la playa mientras nosotros, pobres desgraciados, nos alojamos en casa de nuestros padres o abuelos, la única ropa que necesitamos es la camiseta de nuestra peña, donde nos sirven bebidas y podemos escuchar música en directo gratis en nuestra plaza. Aunque pronto estaremos forrando libros, disfrutemos de estos días porque, llevándole la contraria al maestro Sabina por primera y última vez, al lugar donde has sido feliz, sí debieras tratar de volver.
Adrián Cruz Tendeiro. Fuentes de Oñoro (Salamanca)
¿Qué trabajo?
O mucho me equivoco o estos ultras que se manifiestan en Torre Pacheco, en Alcalá o en Ferraz, han disfrutado de educación y sanidad gratuitas, un techo sobre sus cabezas, electricidad y agua corriente. En cambio, esos chavales que llegan en patera, en el mejor de los casos, no han tenido nada de eso. Y en el peor, huyen de países devastados por guerras o conflictos armados. ¿Y aún tienen la osadía de decir que vienen a quitarles el trabajo? ¿Qué trabajo? ¿El de recoger melones bajo el sol, cuidar a nuestros mayores por sueldos miserables, o limpiar baños? La reflexión de estos ultras —si fueran capaces de tener alguna— debería ser que, tal vez, no aprovecharon las oportunidades que les ofrecimos con nuestros impuestos.
Cata Inda. Madrid
“Hablamos en septiembre”
Estoy cansada de esta frasecita. ¿Cuántas veces has escuchado estos días este famoso mes? Es como si fuera el socorrido mantra para relegar a un futuro incierto aquello que, quizás, no apetece abordarlo con la inmediatez a la que estamos acostumbrados. Empezar un libro, retomar el gimnasio, revisar los gastos innecesarios o devolver la llamada a un viejo amigo. Soy consciente de que julio y agosto son los meses más esperados para las vacaciones (quien tiene dicho privilegio), pero no son excusa para romper con la inercia teniendo presente la fecha simbólica por excelencia. El verano es una estación vibrante, un crisol de oportunidades para la creatividad, el desarrollo y la mejora. Por favor, no dejemos que la arena y el sol velen nuestra capacidad de acción.
María Bretos Lana. Zaragoza.
Ancianos
¿Por qué una parte de la prensa cuando se refiere a figuras públicas escribe: “el exministro Montoro, de 74 años”, “el presidente Trump, de 79,” o “Amancio Ortega, un empresario de 89…”, pero cuando se trata, por ejemplo, del hombre apaleado en Torre Pacheco, una lee “un anciano de 69 años”? Tengo 68 años y soy una mujer activa que disfruta de su jubilación docente. No creo ser una anciana.
María Nieves Grande Bermejo. Salamanca