Ni zorra idea

En X, se echa en falta la duda, o incluso un poco de pasotismo y desgana a la hora de apuntarse al tertulianismo ‘online’

El grupo Nebulossa actúa durante la gala final del Benidorm Fest 2024.Joaquín P. Reina (Europa Press)

Es difícil saber ubicarse en el lado correcto del feminismo, siempre amenazado por nuevos y urgentes dilemas, que necesitan respuestas sin matices. La canción Zorra, ¿a favor o en contra? La pregunta recorre como un mantra la alfombra roja de los Goya, y reverbera en X. “No sé. La verdad es que Eurovisión, no sé. ¿Tienes algo más de otra cosa?”, contesta Salvador Sobral, ganador del festival en 2017, a la presentadora Inés Hernand. Parece agotado, como si llevase 24 horas seguidas sin dormir, r...

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Es difícil saber ubicarse en el lado correcto del feminismo, siempre amenazado por nuevos y urgentes dilemas, que necesitan respuestas sin matices. La canción Zorra, ¿a favor o en contra? La pregunta recorre como un mantra la alfombra roja de los Goya, y reverbera en X. “No sé. La verdad es que Eurovisión, no sé. ¿Tienes algo más de otra cosa?”, contesta Salvador Sobral, ganador del festival en 2017, a la presentadora Inés Hernand. Parece agotado, como si llevase 24 horas seguidas sin dormir, respondiendo en bucle a la misma cuestión.

Una sensación idéntica a la que se vive en X, donde el algoritmo cansa hasta a los seguidores más fieles del certamen europeo. La polémica ha llegado a tal punto que la delegada de Igualdad, Inclusión y Diversidad de RTVE, Montserrat Boix, ha dimitido. Su tuit anunciándolo acumula más de 700.000 visualizaciones:Zorra ni es empoderamiento para las mujeres, ni feminismo”. El comentario le vale una preceptiva dosis de regañina, rapapolvo y un poquito de señalamiento por no posicionarse del lado bueno de las cosas. “Madremiademivida el nivel de escándalo moral al que estamos llegando”, responde la filósofa Clara Serra en X.

Como siempre en la red de redes, se echa en falta la duda. “Pues mire, oiga, ni zorra idea de si la canción me parece bien o mal”, con chascarrillo incluido. O incluso un poco de pasotismo y desgana a la hora de apuntarse al tertulianismo online, como si contestase Bartleby en persona: “¿De verdad tengo que opinar de esto? Preferiría no hacerlo”. Pura ciencia ficción, en un mundo, el virtual, donde todos tienen (tenemos) algo que decir.

Los que sí han sabido capitalizar Zorra como nadie son los de Polònia, el programa de humor de TV3, con algunas denuncias a sus espaldas por sátiras religiosas o contra la policía. Su particular Facha, una parodia de Isabel Díaz Ayuso, acumula más de un millón de reproducciones en X y un millón y medio en Instagram. “He escuchado Facha, la versión de Zorra de Polònia y ahora no creo poder recordar la original de Nebulossa”, escribe uno de los muchos usuarios que la comparten. “La prefiero a la original”, añade otro. Ya está tardando la presidenta (no hay otra) en sacarle rédito.

Y a pesar de todo, Zorra es la cara más amable de lo que se ha vivido el fin de semana en X. El viernes a última hora empezó a correr en la red social imágenes del puerto de Barbate. Es de noche, y apenas se distingue un mar picado y varias barcas en danza, pero los gritos de fondo, desde el muelle, permiten entender que hay dos bandos enfrentados en el agua. “¡Al piolín, al piolín!”, animan. Obedientes, poseídos por el furor popular, una embarcación arremete contra otra y le pasa por encima, dejando una pequeña estela en el agua. Enseguida se sabrá que es una narcolancha atropellando a una embarcación de la Guardia Civil. El vídeo de un doble asesinato grabado en directo, jaleado desde las gradas y colgado en X.

En la misma red social se ha viralizado un ataque en el metro de Barcelona. El hombre camina por el andén de la estación de Camp de l’Arpa. Golpe a una mujer en la cabeza, a la que está sentada a su lado, a otra más y a una cuarta, hasta que pilla carrerilla para impulsarse. La quinta víctima, absorta en su teléfono, no se da cuenta de la furia del puñetazo, que la tira al suelo, y a su agresor con ella. Solo entonces, dos personas corren detrás de él. Los Mossos d’Esquadra le identifican y le dejan marchar. Y no es hasta el bum del vídeo y las quejas en las redes que la policía catalana le busca de nuevo y le detiene.

Y todo eso, desde el sofá de casa, mientras en la tele echan Código Emperador.

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