Crece la violencia sexual

La pornografía invade los móviles de los más jóvenes y se la relaciona con el aumento de las violaciones grupales

Un grupo de menores mira sus teléfonos móviles.Antonello Nusca (EFE)

Una media de dos agresiones sexuales por día. Las estadísticas del hospital Clínic de Barcelona, el centro de referencia para la atención de las violaciones en la capital catalana, muestran una evolución preocupante: no solo constatan un aumento de los casos sino también un mayor uso de la violencia física, un aumento de las violaciones en grupo y más casos de ...

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Una media de dos agresiones sexuales por día. Las estadísticas del hospital Clínic de Barcelona, el centro de referencia para la atención de las violaciones en la capital catalana, muestran una evolución preocupante: no solo constatan un aumento de los casos sino también un mayor uso de la violencia física, un aumento de las violaciones en grupo y más casos de amnesia por consumo de drogas o por sumisión química. Son indicadores muy negativos de una deriva que muchos expertos relacionan con la influencia de la pornografía y de ciertos contenidos machistas que circulan a través de las redes sociales. La publicación de estos datos ha coincidido con la noticia de que más de un millar de alumnos de entre 10 y 17 años de una decena de centros escolares de Guipúzcoa —también ha habido denuncias en Cantabria y Madrid— habían sido captados para unos chats de WhatsApp a través de los cuales recibían contenidos pornográficos violentos junto a mensajes machistas y consignas de extrema derecha.

Los datos recopilados por la Unidad de Violencia Sexual del Clínic componen una elocuente radiografía de las formas que adopta la violencia sexual en una gran ciudad y plantea la urgencia de profundizar en las causas de la actual evolución hacia formas de agresión sexual más crueles y violentas. Entre enero y octubre, el hospital atendió a 588 víctimas (524 mujeres y 64 hombres), un 5,6% más que en el mismo periodo de 2022. Un tercio de las víctimas había sufrido encarnizamiento físico, lo que agrava las secuelas de la propia violencia sexual. Concretamente, el 37% de las mujeres y el 25% de los hombres presentaban lesiones como quemaduras, hematomas, mordiscos, fracturas o esguinces genitales, cuando el año anterior los porcentajes fueron del 20% y el 18,5% respectivamente. Casi la mitad de las víctimas (45,8%) tenían menos de 25 años, aunque también había una anciana de 81 años. El 45% tenían dificultades para recordar por consumo de drogas o por sumisión química. Los casos de amnesia total han pasado en un solo año del 4,5% al 18,5%. Y también han aumentado las violaciones grupales, que ya son el 8%.

Cada vez hay más evidencia de que el acceso a contenidos pornográficos de corte machista y violento se realiza a edades más tempranas. Ese tipo de pornografía es la que les llegaba a los escolares guipuzcoanos y en ellos se les sugería cooptar a su vez a cuantos más amigos mejor. Este suceso, que ahora investiga la Ertzaintza, ha reavivado el debate sobre las consecuencias de que los menores puedan hacer un uso indiscriminado del teléfono móvil. En una edad en la que construyen su identidad, moldean su autoestima y afianzan los valores que regirán su vida adulta, hay que preguntarse si es deseable que dispongan sin límites de una herramienta que los expone a contenidos destructivos y a unos valores machistas y de banalización de la violencia antagónicos con los valores de respeto y tolerancia que el sistema educativo intenta transmitirles. Teniendo en cuenta además que se trata de una herramienta con una gran capacidad de seducción, capaz de atrapar su atención durante horas cada día a través de algoritmos que no pueden controlar. La aceptación social es muy importante para los adolescentes y si comprueban que estos contenidos tienen mayor recompensa, trataran de imitarlos. También es necesario que los poderes públicos busquen la manera de intervenir y frenar una deriva peligrosa, pero es importante que lo hagan con las familias y los sectores implicados.

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