Confrontar ideas de país
Los lectores escriben sobre los debates electorales, la realidad de la España rural, el riesgo de un nuevo fascismo en España y la falta de preparación de Alberto Núñez Feijóo
¿Los debates se ganan? Yo pensaba que un debate es para dialogar y llegar a un punto común, o bien para contrastar opiniones y ver diferentes opciones ante una misma problemática. Sin embargo, los debates políticos se han convertido en combates. Si nos guiamos por la absurda coreografía del cara a cara entre Sánchez y Feijóo de la pasada semana, en un partido de fútbol. Se retransmite el momento en que llegan los adversarios al campo, se ha...
¿Los debates se ganan? Yo pensaba que un debate es para dialogar y llegar a un punto común, o bien para contrastar opiniones y ver diferentes opciones ante una misma problemática. Sin embargo, los debates políticos se han convertido en combates. Si nos guiamos por la absurda coreografía del cara a cara entre Sánchez y Feijóo de la pasada semana, en un partido de fútbol. Se retransmite el momento en que llegan los adversarios al campo, se hace una “previa”, como si hubiera algo que decir que no se haya dicho ya en todos los periódicos y tertulias. Y, por si fuera poco, se otorga la victoria a uno u otro. ¿Para qué sirve el Congreso de los Diputados si no es para debatir? ¿Es necesaria toda esta parafernalia televisiva para explicar lo que debía estar ya claro después de años en el Parlamento? Lo mínimo que le pido a un político es seriedad, no quiero espectáculo, quiero diálogo y soluciones por el bien común. Su trabajo es llegar a acuerdos, no tirarse los trastos a la cabeza. O, al menos, ser capaces de explicar su idea de país para que podamos decidir nuestro voto.
Flavia Bernar Solano. Madrid
La España rural
Voy a menudo a un pueblo segoviano y contemplo la realidad de esa España rural abrumada por su abandono, llena de miedo e incertidumbre con el calentamiento global que causa estragos en la agricultura y la ganadería, a las que habrá que ayudar como a tantos sectores económicos, con la que tendremos que ser cómplices y no enemigos en la transición ecológica que necesariamente está por llegar. Desde la ciudad, a veces, miramos con cierto grado de suficiencia y no entendemos nada de lo que está pasando en el campo, de lo que está cambiando, de por qué hay esa desafección con la idea de progreso, con la necesidad de tener que adaptarse a los nuevos tiempos. No podemos vivir dando la espalda a esa otra realidad de nuestro país porque sin ella estamos perdidos, y siempre habrá quienes con mensajes simplistas saquen réditos de tanta incertidumbre.
Luis González Carrillo. Madrid
Beneficios y cambio climático
Hablando con un grupo de amigos sobre el amenazante cambio climático, comentamos que lo que inevitablemente sufriremos serán sus efectos. Son los grandes grupos económicos que invierten, extraen, transportan, transforman, generan y distribuyen energía, así como algunas grandes empresas consumidoras, quienes niegan el cambio climático. Las eventuales regulaciones obligarán a minimizar emisiones, renovar equipamiento, abandonar prácticas, mejorar eficiencias. En resumen, cambios y gastos que reducirán beneficios. No hay duda de a qué partidos políticos favorecen y de los que reciben apoyo.
José Santiago Pardo. Madrid
¿Feijóo, presidente?
Me pregunto cómo puede llegar a presidente de este país alguien que actúa sin rubor contando mentiras, no dejando hablar a quien le puede poner la cara colorada y, después de verle con una gran periodista que le deja en ridículo con los datos de las pensiones y con algo tan grave como el caso Pegasus, que tiene que reconocer sus mentiras, y muchas más que aún no han salido a la luz. Yo no he visto a nadie que aspire a gobernar con una preparación tan nula.
César Moya Villasante. Madrid