Columna

Alberto Núñez ‘Fakejóo’

El líder del PP siembra la duda del pucherazo, no sabemos si para o por si, con sus nefastas declaraciones sobre Correos y sus trabajadores, a pesar de conocer bien la institución

El presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, en un acto en Alicante el 12 de julio.Joaquín Reina (Europa Press)

En las municipales de 1995 yo tenía cuatro años y me explicaron lo que era un escrutinio. Fue a las puertas del colegio Virgen del Rosario de Ontígola, el pueblo al que nos acabábamos de mudar. A mi madre le habían dado plaza allí de cartera y mi padre también era cartero en un pueblo vecino, así que ambos trabajaban ese domingo. Como no teníamos familia cerca y como hace treinta años algunas cosas eran más divertidas y más leves, mi madre me llevó con ella a recoger el tercer sobre.

Siendo una familia postal, las elecciones siempre fueron en mi casa algo más que la fecha sagrada de la ...

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En las municipales de 1995 yo tenía cuatro años y me explicaron lo que era un escrutinio. Fue a las puertas del colegio Virgen del Rosario de Ontígola, el pueblo al que nos acabábamos de mudar. A mi madre le habían dado plaza allí de cartera y mi padre también era cartero en un pueblo vecino, así que ambos trabajaban ese domingo. Como no teníamos familia cerca y como hace treinta años algunas cosas eran más divertidas y más leves, mi madre me llevó con ella a recoger el tercer sobre.

Siendo una familia postal, las elecciones siempre fueron en mi casa algo más que la fecha sagrada de la democracia liberal. Como la Navidad, eran la causa de que mis padres echaran horas y maldijeran lo que a casi todo el mundo le parecían fechas emocionantes. Y como las pagas dobles, eran el extra gracias al cual se reparaba el coche o se compraba ropa. Así lo oía decir siempre, “cuando me paguen las elecciones te compro las Puma”, “a ver si me pagan las elecciones e ingreso el seguro”.

Otro de los gajes de nuestra condición de familia postal es que amigos y conocidos siempre nos preguntan cuando tienen dudas con certificados o paquetes. Y yo, que aunque he crecido entre carritos amarillos no tengo ni idea, siempre derivo las consultas a los expertos: mis padres.

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Eso hice esta misma semana cuando me preguntaron si era verdad eso que decían en la tele de que no iban a llegar no sé cuantos votos por correo. Tanto mi padre como mi madre se rieron y afearon que hubiera sido precisamente Feijóo quien empezara con ese runrún. Porque si alguien sabe que nuestros carteros repartirán todos y cada uno de los votos es él, que fue durante algunos años su jefe.

Pero el moderado señor Feijóo, con su cara de burócrata y su oratoria de yerno aburrido, ha preferido coquetear con aquello para lo que, se supone, él es el antídoto: el populismo de derechas y sus artimañas más sucias. Ha preferido sembrar la duda del pucherazo, no sabemos si para o por si, con sus nefastas declaraciones sobre Correos y sus trabajadores.

“Por eso le pido a esos carteros, con independencia de sus jefes, que repartan todo el voto antes de que acabe el plazo”, dijo en un mitin, dando a entender que el actual director de Correos, Juan Manuel Serrano, amigo de Pedro Sánchez, estaba torpedeando de alguna manera el voto por correo.

Como buen liberal, Fakejóo dejó a un lado cualquier causa sistémica o análisis multicausal para hacernos creer que todo es una cuestión individual, que se trata simplemente de voluntad y esfuerzo, en este caso del personal de Correos. Lo que Fakejóo no dijo, pero sabe, es que nuestros carteros, que cobran poco más del SMI, ya están deslomándose y repartiendo hasta los fines de semana. Lo que conoce de primera mano pero calla es que llevan años con huelgas y paros para denunciar que falta personal y eso revierte en más carga de trabajo para ellos, pero también en peores servicios para nosotros.

Tampoco confesará que él es uno de los responsables de la decadencia de Correos, de su privatización y amazonización. Uno de los artífices de tomar la rentabilidad y no el servicio público como horizonte. Porque, también como buen liberal, Fakejóo se dedicó a sabotear la empresa pública cuando tuvo ocasión, para más tarde poder decir que funciona regular.


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