Francia, reacción acertada

La carta amenazante de un grupo de militares y el apoyo a la misma de Le Pen son inaceptables

El presidente francés, Emmanuel Macron, en la Escuela Militar en París en febrero de 2020.POOL (Reuters)

La condena del Gobierno francés y el anuncio del Ejército de que habrá sanciones “ejemplares” contra los militares que firmaron una amenazante tribuna, publicada en una revista de ultraderecha, son una acertada reacción ante una inaceptable injerencia de algunos miembros de las Fuerzas Armadas en el normal desarrollo institucional democrático de Francia.

En el texto, refrendado en un primer momento por 1.500 uniformados pero...

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La condena del Gobierno francés y el anuncio del Ejército de que habrá sanciones “ejemplares” contra los militares que firmaron una amenazante tribuna, publicada en una revista de ultraderecha, son una acertada reacción ante una inaceptable injerencia de algunos miembros de las Fuerzas Armadas en el normal desarrollo institucional democrático de Francia.

En el texto, refrendado en un primer momento por 1.500 uniformados pero que ayer ya sumaba unas 18.000 adhesiones, se advierte del “desmoronamiento” de Francia así como de la posibilidad de que las Fuerzas Armadas intervengan si los responsables políticos no hacen nada por evitar esa hipotética situación. Se trata de una iniciativa que no tiene cabida en un marco democrático, en el que los militares solo actúan bajo las órdenes del poder político que representa la voluntad ciudadana. Los hechos son graves, y no cabe duda de que la firme reacción de las autoridades francesas es la adecuada.

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Resultaría errado minusvalorar la condición de los firmantes del texto. Entre ellos hay altos mandos próximos a la jubilación que, no obstante, todavía pueden ser movilizados para la realización de misiones. También hay, aunque pocos, militares en activo. Según anunció el jefe del Estado Mayor de los Ejércitos, François Lecointre, les espera un tribunal militar.

La democracia francesa es extraordinariamente sólida y no hay nada que temer en ese sentido. Es evidente que Francia no se “desmorona”. Pero es preciso advertir, con la debida cautela, que la tribuna —publicada en forma de “carta abierta a nuestros gobernantes”— es una nueva muestra pública de un creciente malestar latente en diversos ámbitos de la sociedad francesa. Un malestar que en los últimos años ha adoptado diversas formas, con distintas reivindicaciones. Esto es normal en una democracia mientras las protestas no crucen las líneas rojas del Estado de derecho. Es, en cambio, doblemente preocupante cuando sí las cruzan y además son respaldadas por sectores políticos con representación en las instituciones. Así, resulta rechazable el oportunista ofrecimiento de la ultraderechista Marine Le Pen a los firmantes para que se unan a sus filas. La líder de Reagrupamiento Nacional está aprovechando cualquier resquicio que le permita seguir progresando en su ascenso en las encuestas ante las elecciones presidenciales del próximo año. El episodio, de forma parecida a lo ocurrido recientemente en España con el partido Vox, evidencia derivas muy inquietantes. Yerra Le Pen en el coqueteo con personajes y argumentos que van contra la esencia de la República francesa: los valores democráticos.

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