Editorial

Israel vuelve a votar

Netanyahu fuerza la convocatoria de nuevas elecciones para eludir a la justicia

El primer ministro israelí Benjamin Netanyahu en la Knesset (Parlamento israelí) en Jerusalén, el pasado 2 de diciembre.POOL (Reuters)

Israel se dirige a sus cuartas elecciones generales en apenas dos años bajo el argumento formal de la imposibilidad de aprobar en el Parlamento los presupuestos generales de 2020. Pero lo que podría parecer una razón prevista por la legislación no oculta el verdadero motivo de esta nueva convocatoria. Se trata de otro triunfo de Benjamín Netanyahu, enrocado en una estrategia de mantener a Israel en campaña electoral casi permanente para evitar la acción de la justicia.

El plan de Netanyahu puede parecer burdo, pero ha demostrado su efectividad con creces. Acusado formalmente de soborno,...

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Israel se dirige a sus cuartas elecciones generales en apenas dos años bajo el argumento formal de la imposibilidad de aprobar en el Parlamento los presupuestos generales de 2020. Pero lo que podría parecer una razón prevista por la legislación no oculta el verdadero motivo de esta nueva convocatoria. Se trata de otro triunfo de Benjamín Netanyahu, enrocado en una estrategia de mantener a Israel en campaña electoral casi permanente para evitar la acción de la justicia.

El plan de Netanyahu puede parecer burdo, pero ha demostrado su efectividad con creces. Acusado formalmente de soborno, fraude y abuso de poder, el líder derechista se aferra una y otra vez al cargo de primer ministro para ganar tiempo y no enfrentarse a un tribunal que podría condenarle hasta a 10 años de cárcel. Debía comparecer en enero, pero gracias a la nueva convocatoria electoral —anunciada para el 23 de marzo— es probable que disponga al menos hasta el próximo junio para no hacerlo. Entonces espera tener una mayoría parlamentaria que le blinde ante la acción judicial. Lo peor es que se trata de una jugada ya ensayada previamente y, aunque en un panorama parlamentario tan fragmentado y cambiante como el israelí la maniobra hasta ahora no haya sido completamente exitosa, el mandatario se encuentra de nuevo ante una prórroga y la oportunidad de conseguirlo. Y si de algo ha dado muestras el político que más tiempo ha ocupado el cargo de primer ministro de Israel desde la fundación del país en 1948 es de tenacidad y falta de escrúpulos para conseguir sus objetivos.

Lo que está haciendo Netanyahu es utilizar a la democracia israelí y a sus instituciones por puro interés personal. Firmó un pacto de coalición con la segunda fuerza parlamentaria —la centrista Azul y Blanco— donde estaba previsto que cediera el puesto de primer ministro a partir de noviembre de 2021, algo que ya no va a suceder. Ha torpedeado la aprobación presupuestaria sabiendo que eso implica la cuarta llamada a las urnas desde abril de 2019 y que además van a ser unas elecciones en condiciones especialmente complicadas. En Israel no existe el voto por correo para la población en general y a pesar de la masiva campaña de vacunación contra el coronavirus ya en marcha, no es descartable que el país sufra los duros efectos de una tercera ola. Con una oposición más dividida que de costumbre y los recientes éxitos de normalización diplomática con varios países árabes, Netanyahu ha decidido volver a apostar su futuro personal a las urnas, aunque por el camino se lleve la normalidad del funcionamiento del Estado.

Pocos casos hay tan claros en una democracia donde la agenda personal de un gobernante marque la de todo un país. Netanyahu continúa apostando fuerte y evitando los tribunales. Y los israelíes siguen votando.

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