Ir al contenido
Cartas al director

A distancia

De manera inesperada, esta Navidad la pasaré enferma y aislada en Suiza, a 1.125 kilómetros de casa. El coronavirus nos ha hecho sentir extremadamente vulnerables. Es una crisis humana que no superaremos sin solidaridad y empatía, renunciando a nuestras costumbres. Pese a mi situación, me siento afortunada por todo lo que tengo. Mis pensamientos van para aquellas personas que luchan por su vida, las que sufren dolor, las que lloran ausencias. Para las que están abatidas y tienen miedo. No somos invencibles, pero esto también pasará.

Ángela Hoyos Iborra. Ginebra (Suiza)

...

Google te da acceso gratuito a esta noticia

Y a todo el contenido de EL PAÍS durante 30 días. Gratis, sin tarjeta.

De manera inesperada, esta Navidad la pasaré enferma y aislada en Suiza, a 1.125 kilómetros de casa. El coronavirus nos ha hecho sentir extremadamente vulnerables. Es una crisis humana que no superaremos sin solidaridad y empatía, renunciando a nuestras costumbres. Pese a mi situación, me siento afortunada por todo lo que tengo. Mis pensamientos van para aquellas personas que luchan por su vida, las que sufren dolor, las que lloran ausencias. Para las que están abatidas y tienen miedo. No somos invencibles, pero esto también pasará.

Ángela Hoyos Iborra. Ginebra (Suiza)


Archivado En