Ni pymes zombis ni bancos zombis
Hay que cambiar las políticas de apoyo a las pequeñas empresas y el enfoque de la gestión de préstamos
Ante los constantes brotes de la covid-19 y la falta de un calendario claro para una vacuna, las previsiones sobre caída del Producto Interior Bruto español este año y recuperación en 2021 han empeorado. ¿Es necesario algún cambio en las políticas financieras de apoyo a las pequeñas y medianas empresas (pymes) que fueron diseñadas para combatir una crisis en forma de V? ¿Deben modificar los bancos el enfoque que han seguido hasta hoy en la gestión de los préstamos a pymes? Todo hace pensar que sí.
Antes de todo, es evidente que cualquier medida general de apoyo a las empresas que tome e...
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Ante los constantes brotes de la covid-19 y la falta de un calendario claro para una vacuna, las previsiones sobre caída del Producto Interior Bruto español este año y recuperación en 2021 han empeorado. ¿Es necesario algún cambio en las políticas financieras de apoyo a las pequeñas y medianas empresas (pymes) que fueron diseñadas para combatir una crisis en forma de V? ¿Deben modificar los bancos el enfoque que han seguido hasta hoy en la gestión de los préstamos a pymes? Todo hace pensar que sí.
Antes de todo, es evidente que cualquier medida general de apoyo a las empresas que tome el Gobierno puede retrasar y dificultar la identificación de empresas viables, lo que puede llevar a la proliferación de empresas zombis. Pero si no hace nada, pueden desaparecer muchas empresas viables, aunque fuertemente endeudadas. La Administración debe gestionar este conflicto (de eficiencia en la asignación de recursos) lo más eficazmente posible. Si consideramos otros factores que justifican la intervención pública, por ejemplo, equidad y estabilización macroeconómica, se deberían utilizar otro tipo de medidas: laborales, fiscales, etcétera. Y no nos olvidemos de medidas sanitarias para combatir la pandemia mejor que hasta ahora.
Si una amplísima proporción de un sector económico está prácticamente cerrado y no hay previsiones fiables sobre su apertura, la banca no puede resolver ese problema. Si se socava la solvencia de los bancos a medio y largo plazo, la banca dejará de ser parte de la solución a la crisis y pasará a ser una pieza clave del problema. Lo que comenzó siendo una crisis económica de nuevo cuño, resultado de la paralización temporal de parte de la actividad económica, pasaría a ser una crisis financiera, de la que siempre es más difícil recuperarse.
La misma reflexión puede hacerse sobre las decisiones que deberán tomar en los próximos meses la banca y las autoridades supervisoras: por ejemplo, mucha flexibilidad a la hora de refinanciar préstamos puede incrementar los problemas de morosidad en el medio y largo plazo (y acabar teniendo bancos zombis), ya que se mantienen vivas empresas sin futuro, pero un enfoque muy restrictivo en dichas refinanciaciones puede provocar la quiebra de empresas viables, pero ilíquidas. Hay que reconocer que la frontera entre la iliquidez y la insolvencia se difumina a medida que la duración de la crisis aumenta significativamente. La solución es muy complicada.
Andrea Enria, presidente del Mecanismo Único de Supervisión, tras reconocer el 12 de octubre al diario Handelsblatt que, en un escenario adverso, los préstamos dudosos en esta crisis pueden superar los resultantes de la reciente gran crisis financiera, ha dado algunas pistas: la banca debe realizar sin demora análisis detallados del impacto de la pandemia sobre los activos de su balance, identificando los clientes que difícilmente van a sobrevivir a esta crisis. Ante las dificultades de dicha valoración prospectiva, es recomendable dotar provisiones como medida preventiva. Asimismo, los bancos deben comenzar lo antes posible a evaluar su capacidad organizativa para la gestión de préstamos dudosos e introducir los cambios necesarios.
La Autoridad Bancaria Europea suscribiría las recomendaciones de Andrea Enria. Ya en marzo de 2020 cuando flexibilizó la clasificación como dudosos de préstamos afectados por moratorias legales o sectoriales, recordaba que esa flexibilidad no suponía eximir a los bancos de su obligación de valorar la calidad crediticia de dichos préstamos y de identificar situaciones de probabilidad de impago. La aplicación de criterios dispares en la refinanciación y reestructuración de deudas bancarias de pymes, cuando la situación de estas es parecida, puede llevar a tratamientos heterogéneos y a la innecesaria desaparición de empresas. Sería deseable que los bancos acordasen un marco general de refinanciaciones y reestructuraciones para evitar dichos tratamientos discriminatorios. Una alternativa sería replicar el procedimiento establecido en el Real Decreto ley 6/2012, de 9 de marzo, de medidas urgentes de protección de deudores hipotecarios sin recursos. Esa norma aprobó un Código de buenas prácticas al que podían adherirse voluntariamente las entidades de crédito. Al final, todas las entidades se adhirieron. España es un país de pymes (con un peso muy significativo de las microempresas). La crisis actual va a afectarlas proporcionalmente más, especialmente en el ambiente de incertidumbre económica actual. Las autoridades y los bancos tienen que manejar el impacto de dicha incertidumbre sobre las pymes, garantizando la supervivencia de las viables y facilitando la reasignación de recursos productivos cuando estemos ante empresas inviables.
En todo caso, la dotación de provisiones cuando un banco dude sobre la viabilidad de una empresa es la mejor garantía para reducir el impacto de la futura morosidad sobre su balance. Es difícil evaluar esa inviabilidad en una situación de elevada incertidumbre, pero ahí los bancos deben desempeñar un papel clave, dado su conocimiento del tejido empresarial español. Queda para otro día el análisis de los instrumentos que existen para apoyar financieramente a las pymes en esta coyuntura (refinanciaciones y reestructuraciones, así como conversión de deuda por instrumentos de capital).
Antonio Carrascosa es exdirector general del FROB.