Reflexiones de un profesor orgulloso de serlo
Soy profesor de Educación Física en el mismo centro desde hace 32 años y me gustaría que la sociedad entendiera, no ya el esfuerzo y la creatividad que han sido necesarios para montar el complejo engranaje que se nos demanda, sino, sobre todo, el día a día de su funcionamiento. La sensación que me embarga al recorrer los pasillos del colegio con todas las puertas de las aulas abiertas para una correcta ventilación, y observar a los alumnos de todas las edades, con su mascarilla, en silencio, concentrados y atendiendo los discursos de cada profesor, me transmite una paz difícil de explicar. Yo ...
Soy profesor de Educación Física en el mismo centro desde hace 32 años y me gustaría que la sociedad entendiera, no ya el esfuerzo y la creatividad que han sido necesarios para montar el complejo engranaje que se nos demanda, sino, sobre todo, el día a día de su funcionamiento. La sensación que me embarga al recorrer los pasillos del colegio con todas las puertas de las aulas abiertas para una correcta ventilación, y observar a los alumnos de todas las edades, con su mascarilla, en silencio, concentrados y atendiendo los discursos de cada profesor, me transmite una paz difícil de explicar. Yo diría que es el cosmos dentro del caos; una lección de matemáticas, diez metros más allá, una de literatura y, justo antes de las escaleras, algo de plástica, ciencias o geografía. Y para que no colapsen física, intelectual ni emocionalmente, dos horitas a la semana de actividad física y deporte, con pocas instalaciones, pues han sido necesarias para nuevas aulas, limitado material y evitando el siempre necesario contacto físico entre ellos. Está siendo y va a ser muy duro, pero es un orgullo pertenecer a la comunidad educativa.
Álvaro de Salas. Madrid