Momentos con él
Él no me ve mucho por esas fases laborales en las que aún te dicen: “Si no lo haces ahora, cuándo lo vas a hacer”. A mí, con mi padre, me ocurría otro tanto. Cuando se iba aún no me había despertado y cuando volvía ya me había acostado. Cuando estoy, él pide estar “un ratito más con papá”. No hacemos nada especial. En la cama, con la tenue luz de la lamparilla de noche, leemos. Él en su tablet y yo un libro. Siempre me pregunta: “¿Qué lees?”. Y yo le respondo: “¿Y tú qué ves?”. “TikTok”, me dice. “Alegría, de Manuel Vilas”, le digo. Así pasamos ese anhelado rato, con la pena de su extin...
Él no me ve mucho por esas fases laborales en las que aún te dicen: “Si no lo haces ahora, cuándo lo vas a hacer”. A mí, con mi padre, me ocurría otro tanto. Cuando se iba aún no me había despertado y cuando volvía ya me había acostado. Cuando estoy, él pide estar “un ratito más con papá”. No hacemos nada especial. En la cama, con la tenue luz de la lamparilla de noche, leemos. Él en su tablet y yo un libro. Siempre me pregunta: “¿Qué lees?”. Y yo le respondo: “¿Y tú qué ves?”. “TikTok”, me dice. “Alegría, de Manuel Vilas”, le digo. Así pasamos ese anhelado rato, con la pena de su extinción y la esperanza de que pronto llegue el siguiente. Él me enseña un vídeo y yo le leo un párrafo, con la buena intención de intercambiar nuestros momentos. Porque eso, en parte, debe de ser crecer. Compartir la estancia, el momento y los sentidos, aunque nos ronde en la cabeza que nunca nos alcanzaremos.
Luis Alberto R. Arroyo. Santo Tomás de las Ollas (León)