Editorial

Crisis de modelo

La salida de Messi, claro síntoma de la grave situación del fútbol español

Un grafiti de Messi en Rosario, Argentina. REUTERS/Agustin MarcarianAGUSTIN MARCARIAN (Reuters)

Messi quiere irse del Barça, la FIFA le ha abierto las puertas, queda por ver en qué momento y cómo se producirá su salida. Pero el gesto apunta al final de un modelo que ha dado este año síntomas de agotamiento. El fútbol español ha perdido claramente peso internacional: esta temporada, ningún representante de LaLiga ha llegado a las semifinales de la Champions, circunstancia que no se daba desde hace 13 años. Está claro que, tanto tratándose de clubes como de la selección, la regresión es notable desde la conquista de las dos Eurocopas y la Copa del Mundo de 2010, y las Champions ganadas por...

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Messi quiere irse del Barça, la FIFA le ha abierto las puertas, queda por ver en qué momento y cómo se producirá su salida. Pero el gesto apunta al final de un modelo que ha dado este año síntomas de agotamiento. El fútbol español ha perdido claramente peso internacional: esta temporada, ningún representante de LaLiga ha llegado a las semifinales de la Champions, circunstancia que no se daba desde hace 13 años. Está claro que, tanto tratándose de clubes como de la selección, la regresión es notable desde la conquista de las dos Eurocopas y la Copa del Mundo de 2010, y las Champions ganadas por el Madrid y el Barcelona. Como muestra de ese antiguo empuje, ha quedado este año el triunfo del Sevilla en la Europa League.

Al fútbol español lo han movido en los últimos años los grandes clubes y dos iconos: Cristiano Ronaldo y Lionel Messi. La capacidad de irradiación de estos últimos ha sido de tal magnitud en todo el mundo que ha permitido consolidar un negocio que mueve millones y que despierta pasiones más allá incluso de las propias fronteras nacionales. Ronaldo se fue a la Juve, de Turín, y ahora Messi ha dicho que deja el Barça, con lo que se va a pique el poder de ambos como escaparate de una competición y de captación de figuras. LaLiga pierde así fuelle respecto a la Premier inglesa e incluso a la competición de Italia, además de la alemana. Una nueva generación de entrenadores ha desplazado en Europa el centro de gravedad que antes ocupaban las grandes estrellas, y esos discretos cambios que inicialmente se dan en el campo se trasladan después a los despachos y contribuyen a cambiar el peso de los equipos, sus selecciones y sus ligas. Cambian las prioridades, los anteriores modelos se resienten.

El presidente de LaLiga, Javier Tebas, ha hecho una buena gestión, centrada fundamentalmente en aprovechar su enorme tirón como marca global. Pero para poder seguir vendiendo esa marca le va a faltar ahora el contenido que favorecía su proyección. Es ese contenido el que flaquea con la salida de Ronaldo y Messi. La pandemia ha jugado, además, un papel importante al reducir de manera drástica los ingresos de grandes clubes como el Madrid y el Barça, lo que ha puesto de manifiesto la capacidad de respuesta de sus estructuras. El Madrid parece mejor preparado y con sus cuentas más saneadas ante cualquier nuevo contratiempo que produzca la crisis sanitaria, mientras que esta ha sacado a la luz las debilidades del Barça.

El anuncio de Messi de que deja el Fútbol Club Barcelona muestra al desnudo las flaquezas del proyecto de su presidente, Josep Maria Bartomeu, y exacerba las contradicciones del modelo general en su gestión concreta. Los contenciosos con los jugadores fueron habituales, y eso obligó a ofrecerles más dinero a cambio de títulos, con lo que convirtió a la plantilla del club en la más costosa y avejentada de Europa. Partir de cero para encarar una reforma radical no es fácil con esa mochila a cuestas. Es posible, además, que la situación se complique en un año en el que se celebrarán elecciones y donde los elementos políticos —el Barça es ”més que un club”—, con candidaturas muy influidas por la situación de fractura que vive Cataluña, podrían hacer aún más difícil la salida de esta grave crisis.


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