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Editorial

Piratear la vacuna

La acusación de los Gobiernos de EE UU, el Reino Unido y Canadá de que los servicios de inteligencia de Rusia han lanzado ciberataques contra instituciones que investigan una vacuna de la covid-19 coloca a la lucha contra la enfermedad en un inédito plano de enfrentamiento geoestratégico y refuerza los argumentos para que se redoblen los esfuerzos conjuntos en ciberseguridad y ciberguerra de las democracias occidentales.

En una inusual recriminación conjunta, Washington, Londres y Ottawa apuntan directamente a Moscú como instigador del intento de robo de las investigaciones de varios l...

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La acusación de los Gobiernos de EE UU, el Reino Unido y Canadá de que los servicios de inteligencia de Rusia han lanzado ciberataques contra instituciones que investigan una vacuna de la covid-19 coloca a la lucha contra la enfermedad en un inédito plano de enfrentamiento geoestratégico y refuerza los argumentos para que se redoblen los esfuerzos conjuntos en ciberseguridad y ciberguerra de las democracias occidentales.

En una inusual recriminación conjunta, Washington, Londres y Ottawa apuntan directamente a Moscú como instigador del intento de robo de las investigaciones de varios laboratorios y universidades. Para ello, Rusia se habría valido de un grupo relacionado “al 95%” con el Servicio Federal de Seguridad ruso, bajo jurisdicción directa de Vladímir Putin.

En la carrera contrarreloj que se libra en la búsqueda de una vacuna contra la pandemia lo óptimo hubiera sido un esfuerzo común internacional total con el único interés de defender a la humanidad de esta plaga. Desgraciadamente, en general, parece que no ha sido así y el hallazgo del remedio se ha convertido en una carrera entre países en la creencia, probablemente fundamentada, de los beneficios económicos y geoestratégicos que obtendrá el primero que consiga el objetivo. Esto ha sucedido ya en el pasado con todo tipo de innovaciones. Y como también ha sucedido en el pasado, la tentación de seguir atajos no es una posibilidad meramente teórica, sino que se está poniendo peligrosamente en práctica.

Es mucho lo que está en juego y por lo tanto es preciso proteger del pirateo al conocimiento de los avances que se realicen en la lucha contra la covid-19. Urge establecer mecanismos de defensa común en lo referido a la ciberguerra y de hacer saber a quienes perpetren los ataques, sean estos individuos aislados, grupos organizados o Estados, que no solo las víctimas están preparadas para evitar los ataques, sino que, además, estos no van a quedar impunes.




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