La costumbre de ser libre
La privación de libertad es la agresión más directa que el Estado ejerce sobre el ciudadano, con dos objetivos: prevención general, que no se repitan las conductas condenables; y retribución social o resarcimiento del mal causado. Ambas pretensiones se legitiman por la defensa del orden público y la seguridad como bienes de interés general. Por dignidad humana, la Constitución ordena que se procure normalizar la vida en prisión, para que la cárcel, que debe reeducar y reinsertar a los condenados mediante un programa de tratamiento individualizado, se convierta en su mejor preparación para la v...
La privación de libertad es la agresión más directa que el Estado ejerce sobre el ciudadano, con dos objetivos: prevención general, que no se repitan las conductas condenables; y retribución social o resarcimiento del mal causado. Ambas pretensiones se legitiman por la defensa del orden público y la seguridad como bienes de interés general. Por dignidad humana, la Constitución ordena que se procure normalizar la vida en prisión, para que la cárcel, que debe reeducar y reinsertar a los condenados mediante un programa de tratamiento individualizado, se convierta en su mejor preparación para la vida en libertad.
La covid-19 trasladó la cárcel a nuestra cotidianeidad. Aceptamos la privación de libertad como cesión solidaria de soberanía individual. Algunos quieren que siga siendo así. Pero nadie se acostumbra al encierro. Debemos pautar la salida de esta situación sin alarmismos, confiando en el grupo, defendiendo la salud colectiva y la sanidad pública como derechos de acceso universal.
Luis Fernando Crespo Zorita. Las Rozas de Madrid