Editorial

Al Eurogrupo

Nadia Calviño lidera en méritos europeos la carrera para suceder a Centeno

Nadia Calviño, vicepresidenta tercera del Gobierno de España.Kiko Huesca (GTRES)

La salida del ministro portugués de Economía, Mário Centeno, del Gobierno de António Costa, que hoy se hará oficial, crea un vacío en el Eurogrupo, el cónclave de los ministros del ramo pertenecientes a la eurozona. No es un vacío menor. La gestión del profesor portugués ha sido notable. Y ha destacado más en una institución tierna, apenas regulada, que recibió del frívolo holandés Jeroen Dijsselbloem, a quien le acompañará siempre la memoria de haber conseguido empeorar la crisis financiera de Chipre.

También Centeno ha mejorado al primer presidente, Jean-Claude Juncker, que no equilib...

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La salida del ministro portugués de Economía, Mário Centeno, del Gobierno de António Costa, que hoy se hará oficial, crea un vacío en el Eurogrupo, el cónclave de los ministros del ramo pertenecientes a la eurozona. No es un vacío menor. La gestión del profesor portugués ha sido notable. Y ha destacado más en una institución tierna, apenas regulada, que recibió del frívolo holandés Jeroen Dijsselbloem, a quien le acompañará siempre la memoria de haber conseguido empeorar la crisis financiera de Chipre.

También Centeno ha mejorado al primer presidente, Jean-Claude Juncker, que no equilibró la política económica europea —sesgada hacia la austeridad excesiva— para atajar la Gran Recesión, aunque su posterior gestión al frente de la Comisión fue fructífera. En el haber de Centeno figura el principio de acuerdo sobre el presupuesto del área euro; el primer paquete de lucha contra la actual recesión (uso del fondo de rescate o Mede, reaseguro de paro europeo, mayor activismo del Banco Europeo de Inversiones); y el inicio de la política de transparencia. Transparencia inédita, y además por vía insólita, al vehicularse mediante cartas-resumen, que si bien no podían considerarse conclusiones oficiales de las reuniones, daban pistas a ciudadanos y mercados y política, y balizaban acuerdos futuros. Entre las cuentas pendientes figura la reforma del Mecanismo Europeo de Estabilidad (Mede) y la creación del Fondo Europeo de Garantía de Depósitos: pero Centeno ha cubierto en dos años y medio solo la mitad de su mandato, y de forma eficaz.

Entre los candidatos a sucederle aireados por los propios ministros destaca la vicepresidenta económica española, Nadia Calviño. Lo es, antes que por su documento de identidad nacional, por sus credenciales europeas. La trama de acuerdos urdidos bajo el mandato de Centeno lleva su impronta de mediadora entre distintas posiciones y de conocedora de las instituciones y los 27 Gobiernos. Para esa labor, y para el puesto vacante, cuenta con una imbatible experiencia como directora general de Presupuestos de la Comisión, que exige combinar grandes principios: rigor fiscal y cohesión económica, social y territorial. Pero además de su cualificación comunitaria, Calviño es española y, en el último reparto de cargos, España quedó a la espera de completar sus sólidas aportaciones —sobre todo la del Alto Representante para la Política Exterior, Josep Borrell— con puestos de cabeza de las instituciones. Los otros socios principales ostentan el de la Comisión (Alemania), el Parlamento (Italia) y el BCE (Francia), mientras los pequeños países están bien reflejados en la presidencia del Consejo Europeo (Bélgica).

Algo parecido sucede con los demás criterios complementarios para la presidencia del Eurogrupo. Por ideología, los socialdemócratas no lideran instituciones ejecutivas; los países del sur, tampoco (y en el mismo ámbito del Eurogrupo, la cabeza del Euroworking Group, sus influyentes sherpas, recae en un finlandés). Calviño, además, completaría una potente tripleta de dirigentes mujeres, con Ursula von der Leyen y Christine Lagarde.

Pero lucir esas cualificaciones profesionales y cubrir con holgura todos los demás requisitos no es suficiente. En este tipo de nominaciones nadie regala nada. Los países y Gobiernos que quieren, a la vez, ser reconocidos y contribuir a la causa común con los mejores cuadros deben fajarse sin descanso.

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