Nos quedamos en casa… ¿ahora qué?
Las medidas de prevención fuera del hogar no bastan, pues los contagios que ocurren en casa son suficientes para un aumento exponencial de la pandemia
Debemos ser sinceros: en las ciudades de México se está cocinando un desastre. A la epidemia le queda combustible para meses y para muchas muertes más. Pero después de tanto tiempo siguiendo las cifras de vigilancia epidemiológica, los debates y discusiones, parece que las estrategias de salud pública en México están fallando. Con familias hambrientas, empresarios desesperados y con pocas pruebas de diagnóstico, las medidas de prevención se relajan en muchos lugares y la amenaza de la covid-19 es más grande que nunca. ...
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Debemos ser sinceros: en las ciudades de México se está cocinando un desastre. A la epidemia le queda combustible para meses y para muchas muertes más. Pero después de tanto tiempo siguiendo las cifras de vigilancia epidemiológica, los debates y discusiones, parece que las estrategias de salud pública en México están fallando. Con familias hambrientas, empresarios desesperados y con pocas pruebas de diagnóstico, las medidas de prevención se relajan en muchos lugares y la amenaza de la covid-19 es más grande que nunca. Según nuestros análisis, además de reforzar las medidas de higiene y distanciamiento social en zonas de trabajo y comercio, es imperativo desplegar agresivas campañas para prevenir contagios dentro del hogar.
“Quédate en casa” ha sido el lema de batalla contra esta pandemia. La idea era que si la gente no salía a la calle, se agotarían las posibles rutas de transmisión viral y se aplazaría la amenaza de la covid-19. Todo esto fue y sigue siendo cierto, pero quedarnos en casa no bastan para detener a esta epidemia. En una ciudad como Guadalajara, casi el 30% del tráfico diario está ligado a actividades esenciales que no fueron suspendidas durante la intervención. Así, aunque los meses de encierro han evitado que la ciudad sea hoy un infierno, el virus ha seguido avanzando y ya se plantó en nuestras comunidades. Con esa semilla sembrada en los barrios y hogares de cada ciudad, la covid-19 está a punto de empezar una escalada sin precedentes en México. A todas las ciudades les esperan crisis como la que ha vivido la Ciudad de México. ¿Por qué?
Quedarse en casa reduce el número de interacciones que tenemos con otras personas cuando visitamos escuelas, comercios u otros sitios de interés. Esto protege a cada hogar y reduce la probabilidad de que sus habitantes se enfermen. Sin embargo, una vez que el virus entra a una casa, todos los cuidados que tomamos en las calles y oficinas no sirven de nada: es cuestión de tiempo para que todos en el hogar se contagien. La única solución a este problema es la detección temprana de contagios y el aislamiento estricto entre los habitantes de una casa.
La situación en México es especialmente preocupante. No es solamente que estamos rebasados en capacidad de pruebas, sino que los portadores del virus solo se aíslan cuando su situación ya es grave y tienen que ser internados en un hospital. El resto de los enfermos son diagnosticados y enviados de vuelta a casa, donde pueden contagiar a sus familiares, amigos y vecinos.
Este error operacional surge en parte de creer que el propósito de un sistema de salud es producir cifras y no salvar vidas. Mucho se ha dicho sobre factores de expansión y datos incompletos, pero la comunicación de la Secretaría de Salud y su vocero Hugo López-Gatell sigue siendo meramente descriptiva. Sin estrategia. Con la Jornada Nacional de Sana Distancia se puso la responsabilidad sobre los ciudadanos y no sobre las autoridades. Las autoridades locales ahora hacen lo mismo: se obsesionan con indicadores de movilidad y llaman a la responsabilidad social, pero de poco sirve señalar el problema sin invertir en soluciones adicionales.
Con esto en mente, el panorama es claro: sin estrategias agresivas para aislar casos sospechosos y evitar contagios en casa, será imposible evitar escenarios catastróficos en todos los hospitales del país. Así lo demuestran análisis hechos con el modelo REPLICA (REPresentación metropoLItan de Contagio y reAcción), que separa el número de reproducción R_t de la epidemia según dónde ocurren los contagios y nos explica por qué el encierro no basta.
El número de reproducción R_t nos indica a cuántas personas infectará cada paciente expuesto al virus. Algunos estudios han calculado que, sin ninguna medida de prevención en ciudades, R_t es cercano a 3, mientras que para controlar la pandemia es necesario bajar R_t por debajo de 1.
REPLICA separa a la Zona Metropolitana de Guadalajara en 1.580 áreas, y a cada una le asigna indicadores demográficos y económicos con datos de los censos de población (2010) y unidades económicas (2014), así como el directorio nacional de escuelas (2017). Esta información nos permite inferir la estructura básica de los patrones de movilidad en la ciudad y observar cómo cambian las interacciones entre los residentes de la ciudad cuando se implementan medidas de prevención y cierre de negocios.
En resumen, REPLICA simula el funcionamiento de la ciudad, rastreando el cierre y apertura de negocios y el movimiento de personas que resulta de esto. Al simular el movimiento de las personas infectadas, logramos inferir cuántas personas sanas podrían contagiarse en cada lugar y en cada momento. De manera paralela, simulamos las interacciones que ocurren en casa y que son independientes de las actividades económicas. Así, podemos ver cómo los contactos en casa y los diferentes sectores económicos contribuyen al número de reproducción R_t.
La conclusión de nuestras observaciones es simple: las medidas de prevención fuera del hogar no bastan, pues los contagios que ocurren en casa son suficientes para causar R_t > 1, impulsando el crecimiento exponencial de la epidemia. Muchos países avanzados han desarrollado campañas para identificar y aislar a casos de covid-19 bajo condiciones clínicas apropiadas. Al sacar a las personas de su entorno diario, estrategias de este tipo previenen la transmisión del virus dentro de los hogares, que contribuyen más del 60% a los contagios que ocurren hoy en Guadalajara.
Desafortunadamente, el aislamiento masivo de casos es altamente improbable en un país de recursos tan limitados como México. Nuestros cálculos indican que, para controlar la epidemia, sería necesario aislar a más del 80% de las personas con síntomas (asumiendo que se aíslan dos días después de que aparecen los síntomas). Sin embargo, para lograr esto son necesarias una nueva narrativa y la cooperación de todos. Se deben facilitar el diagnóstico y el aislamiento de pacientes. También debemos entender que los virus no los portan los extraños: Los portan las jefas y jefes de familia, los hermanos y hermanas, tíos y tías. Sin entender que todos corremos riesgo es imposible evitar la catástrofe.
Noel Gutiérrez Brizuela es investigador de la Scripps Institution of Oceanography, University of California San Diego.
Gerardo Chowell Puente es profesor de epidemiología de la School of Public Health, Georgia State University.