Columna

Marxismo microbiano

Sin las epidemias no se entienden las caídas y los ascensos de grandes imperios desde Roma y Estados Unidos, pasando por el de Bonaparte

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, el pasado jueves en la Casa Blanca.Alex Brandon (AP)

Estamos avanzando. Penosamente. Dolorosamente, a la vista de las cifras trágicas, propias de una guerra. Pero avanzamos muy despacio, ayudados por los mismos métodos de aislamiento y distancia social que se han venido usando desde la más remota historia de las plagas. Y así será mientras no existan medicamentos que curen y vacunas que prevengan. Los avances diferenciales los proporcionan los datos y las proyecciones matemáticas. Sabemos con mayor precisión y antelación lo que antes tardaba años en conocerse, y esto nos permite corregir, planificar y mejorar.

Los epidemiólogos confiesan ...

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Estamos avanzando. Penosamente. Dolorosamente, a la vista de las cifras trágicas, propias de una guerra. Pero avanzamos muy despacio, ayudados por los mismos métodos de aislamiento y distancia social que se han venido usando desde la más remota historia de las plagas. Y así será mientras no existan medicamentos que curen y vacunas que prevengan. Los avances diferenciales los proporcionan los datos y las proyecciones matemáticas. Sabemos con mayor precisión y antelación lo que antes tardaba años en conocerse, y esto nos permite corregir, planificar y mejorar.

Los epidemiólogos confiesan su ignorancia. Han sustituido a los politólogos, que saben menos todavía sobre las consecuencias de la pandemia. Caerán Gobiernos, sin duda. Quebrarán regímenes. Sufrirán las democracias. En todos los sistemas de gobierno multinivel, Estados federales y similares, la tensión llega al límite. En Brasil y en Estados Unidos, por ejemplo, donde Donald Trump acumula todo el poder, pero no asume ninguna responsabilidad, y todo lo deciden los Estados federados.

La economía mundial encogerá. Saldrá transformada, a pesar de la pugna entre viejas y nuevas fuerzas sobre la sostenibilidad medioambiental, el mantenimiento de las cadenas de valor globales, ahora rotas y en crisis, la digitalización y el reparto fiscal de las cargas. Ya están cambiando las formas de relación y de vida social, el transporte, el urbanismo y la vivienda. Es una incógnita saber cómo serán la cultura y los espectáculos, también los deportivos, con distancia social y mucha tecnología.

No hay que hacer marxismo microbiano para entender que epidemias como la que ahora sufrimos explican mejor las transformaciones de nuestras sociedades que las estructuras económicas, los movimientos sociales o la influencia de ideas políticas y filosóficas. No son el objeto exclusivo de los epidemiólogos, sino un campo de interés para la explicación de los grandes cambios, según ha contado magistralmente Frank Snowden, historiador de la medicina y autor de Epidemias y sociedad. Desde la peste negra hasta hoy.

Según este profesor de Yale, las epidemias explican el declive de Atenas, la caída del Imperio Romano, el hundimiento de las civilizaciones precolombinas, el fracaso de Napoleón en Rusia e, incluso, su renuncia al imperio americano. Al igual que Estados Unidos duplicó su territorio gracias a la fiebre amarilla, que obligó a los franceses a salir de Haití y vender la Luisiana, ahora también China quiere salir vencedora del coronavirus.

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