Mónica Mayer, autora de ‘El tendedero’: “Me encanta que mi obra pase a la cultura popular y al mismo tiempo se convierta en anónima”

A punto de cumplir 70 años, la pionera del arte feminista en México y autora de la emblemática obra que ha aparecido en novelas y programas de televisión, repasa su trayectoria desde sus inicios en los setenta: “Había mucho miedo al feminismo”

Mónica Mayer, en entrevista para EL PAÍS, el 6 de febrero 2024.Roberto Antillón

Mónica Mayer (Ciudad de México, 69 años) es una de las referentes al hablar de arte feminista. En los esplendorosos años 70, cuando las mujeres empezaron a hacer arte enfocado en el género y a mostrar su visión del mundo, Mayer fue una de las impulsoras del tema en México a través de performances, instalaciones, intervenciones, gráfica digital y dibujos. Mayer cuenta cómo refrendó su compromiso con su arte, “aunque ya había oído hablar del feminismo, en la carrera empecé a entender qu...

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Mónica Mayer (Ciudad de México, 69 años) es una de las referentes al hablar de arte feminista. En los esplendorosos años 70, cuando las mujeres empezaron a hacer arte enfocado en el género y a mostrar su visión del mundo, Mayer fue una de las impulsoras del tema en México a través de performances, instalaciones, intervenciones, gráfica digital y dibujos. Mayer cuenta cómo refrendó su compromiso con su arte, “aunque ya había oído hablar del feminismo, en la carrera empecé a entender que más valía que hiciera algo al respecto, mis propios compañeros consideraban que las mujeres perdíamos la creatividad con la maternidad”, cuenta con un toque de ironía. “Uno se encuentra con los intereses personales, con los dolores personales, con los amores personales y así me interesé muy pronto en toda la cuestión del feminismo”.

Con una licenciatura en Artes Visuales por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Mayer continuó su educación con una maestría en Sociología del arte en el Goddard College, asesorada por Suzanne Lacy; participó en un taller de dos semanas con Judy Chicago; y cursó dos años en el Feminist Studio Workshop (FSW).

Gracias a esta formación ahondó en la educación de arte feminista y entendió cómo trabajar con su propia experiencia para definir su obra. Mayer favorece el proceso más que el objeto terminado y el trabajo colectivo antes que la figura de un genio. Con su trabajo visibiliza la situación de las mujeres en diferentes aspectos, como las maternidades, la violencia machista, la memoria y el reconocimiento de artistas.

La artista recuerda sus primeros años como artista, “nadie quería jugar, como digo yo, había mucho miedo al feminismo, miedo al desconocimiento. Éramos 30 en la coalición de mujeres feministas, hoy hay cientos, miles de artistas que se asumen como feministas. Ahora hay temáticas muy fuertes en el arte feminista y hay posturas más contundentes, antes había un prejuicio enorme. De loca y lesbiana no te bajaban (como si lesbiana fuera un insulto, porque lo decían como insulto). Había mucho miedo porque estás rompiendo con las ideas preponderantes”.

Entre sus trabajos se encuentran El tendedero, Maternidades secuestradas, Si tiene dudas, pregunte y Traducciones, la creación de sus colectivos Polvo de gallina negra y Tlacuilas y retrateras, y su labor de recopilación de archivo junto con Victor Lerma titulado Pinto mi raya.

Una de sus obras más populares es El tendedero, que se va llenando de notas y carteles en donde las mujeres responden preguntas sobre sus vivencias y abre un diálogo sobre cómo perciben el espacio público. Cuestionamientos como “¿cuándo fue la primera vez que te acosaron?”, “la ciudad en la que te sientes más insegura es…” o “como mujer lo que más me disgusta de la sociedad es…” La artista construye, desde 1978, una instalación con nombre de una actividad que parece sacada de la cotidianidad femenina.

Una versión del 'El Tendedero’ instalada en Bellas Artes con motivo del Día Internacional de la Mujer en 2016.Moisés Pablo Nava (Cuartoscuro)

Esa obra ahora se resignifica y utiliza para revelar casos de acoso o violencia contra las mujeres. El tendedero ha circulado en diferentes países como España, México, Estados Unidos y Japón. Muchas veces, la artista está al tanto de lo que ocurre con su obra. “Mi tendedero es anónimo, busca una narrativa, utiliza y cambia las preguntas, pero también me interesa muchísimo lo que han hecho las chavas de tomarlo como denuncia”.

Su obra se ha convertido en parte de la cultura popular. En eventos como el 8M o durante manifestaciones en espacios públicos se usa para combatir la falta de respuestas de gobiernos, instituciones y autoridades, “funcionan retebien cuando son de denuncia porque si en el pueblo pones ‘Fulanito no paga la pensión alimenticia’ se sienten avergonzados, con los de denuncia de violencia también se sienten amenazados”.

El tendedero ha tenido tanta popularidad que incluso cadenas televisivas lo han usado en las narrativas de sus programas y novelas, “de repente empieza una escena, están dos chavas, ‘ay, el maestro me acosó, vamos a hacer algo’ y yo pensé, ‘ahorita van a poner un Tendedero’. Me dio tiempo de colocar el teléfono, pasó la siguiente escena y ahí tengo mis fotos del Tendedero ¡en una telenovela! y eso como artista es el premio más maravilloso, que tu obra pase a la cultura popular y al mismo tiempo se convierta en anónima (lo cual también es muy curioso), me encanta”.

El aprendizaje se ha convertido en algo recíproco y en sus talleres intenta informar sobre cómo se deben hacer las denuncias; entre sus consejos están, asesorarse con abogadas y que quien lo realiza mantenga el anonimato para que los denunciados no tomen represalias. “Yo entiendo por qué están enojadas y por qué cierran las facultades y por qué hacen todo esto”, sentencia Mayer.

Otro de sus grandes proyectos es el archivo Pinto mi raya, que sirve a estudiantes, tesistas, investigadores y periodistas que buscan conocer la historia del arte y la crítica artística en México. Con una familia que considera importante conservar las historias propias y que guarda por tradición, la artista preserva cartas de sus abuelos durante la Revolución y cartas de su tía durante la guerra, pero, desafortunadamente, no su primer Tendedero, “tiré toditito mi primer Tendedero porque no cabía en el departamentito. Creí que había guardado las respuestas pero no, no están”, dice entre risas al recordar la mala fortuna.

Este archivo comenzó con sus papeles escolares, en una especie de “archivo silvestre” y desde 1991, ella y Víctor Lerma comenzaron a resguardar críticas de arte de periódicos de circulación mexicana, “había muy pocos libros de arte contemporáneo pero en los periódicos estaba toda la discusión [artística], tenemos un archivo de más de 40.000 textos de opinión y cerca de 200.000 noticias separadas en compendios temáticos especializados”.

Guardar, para Mayer funciona como autoprotección, “las narrativas y los archivos han estado dominados por quienes tienen el poder. A las mujeres, a la mayoría de la humanidad, en realidad, nos han dejado fuera de las narrativas generales. Para mí, el archivo es un acto de defensa personal”.

Mayer ha participado en programas de televisión y de radio. El 28 de agosto de 1987, en el noticiario vespertino de Televisa, Nuestro mundo, con el presentador Guillermo Ochoa, Mayer y su compañera del colectivo Polvo de Gallina Negra, Maris Bustamante, embarazaron al conductor. 200 millones de espectadores atestiguaron el performance Madres por un día. Ochoa y las dos artistas usaron una panza falsa debajo de un mandil, Bustamante, doblemente embarazada. Entre risas y silbidos, el conductor actúa como mujer embarazada, incluso hace la broma “el bebé está dando pataditas”. Bustamante le entrega unas píldoras a Ochoa, “para que le den antojos”, “para el miedo o mareo”, “para el deseo de que todo finalice perfecto”. Le da también un espejo que solamente refleje su rostro, porque ver su cuerpo redondo por el embarazo podría ser traumático, y un pequeño libro de oro titulado El diario del primer hombre en convertirse en madre.

“Estábamos interesadas en llegar al público. Yo creo que una de las cuestiones del arte feminista es ese interés en el público y ese interés en llegar a otros públicos, más amplios y por distintos lugares, no nada más el museo. Hicimos muchos performances en la calle. Mi trabajo ha estado en la calle, en los medios y en el museo. Por lo mismo escribí 20 años en el periódico, hacía performances por el periódico, había veces que les metía cosas que eran arte y parecían artículos. No eran artículos, eran arte y se han expuesto como obras de arte”.

A punto de cumplir 70 años, Mónica Mayer busca difundir y hacer arte en Facebook, Instagram y TikTok. “Al principio no tenía la menor idea de cómo usarlo, cómo agarrarle el saborcito”. Tiene un proyecto titulado Soy tan, pero tan vieja en el que enuncia lo que siente y lo que pasa con su cuerpo para hablar de la vejez. “Soy tan vieja, tan vieja que me está saliendo un pelo en la barba que parece tubería de caño”, “soy tan vieja, tan vieja que cuando era niña no existía el Periférico”. “En Facebook hay mucha interacción, mientras que en Instagram la imagen queda mejor acomodada”, especifica.

De igual manera, ha usado plataformas como Wikipedia para reivindicar a las mujeres artistas. Como parte de su exposición Si tiene dudas, pregunte del Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC), Mayer, Karen Cordero y Alejandra Górraez crearon un equipo de artistas, historiadoras, investigadoras y críticas de arte para redactar 100 entradas de la enciclopedia más famosa de internet. La iniciativa continúa, “hemos seguido porque sigue haciendo falta subir más material y muchas veces, cambiar cómo está escrito el material de las mujeres artistas. Porque, ‘Frida Kahlo estuvo casada con, fue la amante de no sé quién y la hija de no sé quién…’ y bueno, ella qué hizo. Yo creo que es una batalla que se tiene que dar en todos los campos, en general hay mucho menos la información de mujeres, está muy desequilibrado, como está en la sociedad”.

Mónica Mayer cierra la entrevista diciéndoles a las nuevas mujeres artistas que no olviden guardar su archivo y escribir de su obra, “no se confíen en que alguien más va a venir a hacer el trabajo, si nadie escribe sobre su trabajo, escriban ustedes. Si nadie las invita a exponer, abran espacios. Para artistas hombres y artistas mujeres, no cae del cielo, muchas veces hay que meterse a jugar todos esos roles. Que sigan haciendo arte mientras les divierta”.

En 2024, la artista está trabajando con el Sistema Nacional de Creadores para plantear cuestiones sobre la memoria; un proceso para ir al pasado, revalorar y analizar. Busca reactivar las conferencias performanceadas que ha dado desde los años 70. Participa en un texto para una exposición sobre Frida Kahlo como influencia y a principios de marzo dio un performance en la Noche de museos del Museo de Arte Moderno (MAM) para realizar un recorrido por la exposición Poéticas feministas con la obra de Ana Victoria Jiménez y Alicia D’Amico. En Zona Maco de 2024 se presentó el primer catálogo sobre su colectivo Polvo de Gallina Negra. Mayer no para de trabajar.

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