“Sabemos bien lo que les hace el patriarcado a las mujeres, lo que no tenemos claro es lo que nos hizo a los hombres”
Los escritores Enzo Maqueira, Andrés Neuman y Pablo Simonetti, de la mano de Brenda Navarro, llevan a la FIL Guadalajara su obra literaria, en la que analizan el significado de ser hombre en América Latina
Aunque el encuentro de este jueves en la FIL Guadalajara llevaba en el nombre: ¿Cómo construir nuevas masculinidades?, para los escritores Andrés Neuman, Enzo Maqueira y Pablo Simonetti la palabra “nuevas” empaña el sentido de lo que, desde su trabajo y experiencia, busca transformar el concepto de lo que significa ser un varón. Una ”nueva masculinidad” querría decir, en su opinión, que se trata de una especie de c...
Aunque el encuentro de este jueves en la FIL Guadalajara llevaba en el nombre: ¿Cómo construir nuevas masculinidades?, para los escritores Andrés Neuman, Enzo Maqueira y Pablo Simonetti la palabra “nuevas” empaña el sentido de lo que, desde su trabajo y experiencia, busca transformar el concepto de lo que significa ser un varón. Una ”nueva masculinidad” querría decir, en su opinión, que se trata de una especie de camino que parte de cero, una renovación de algo que muere para siempre y que comienza a ser una cosa distinta. “A mí me interesa más analizar lo anterior. De dónde venimos y cuáles son nuestras bases, antes de apresurarnos a decir: bueno, ya está, todo nuevo, somos otros, no pasó nada. Lo interesante sería saber qué pasó hasta ahora”, ha dicho Neuman.
Ninguno de estos tres autores ha sido elegido por casualidad. Todos ellos han escrito durante muchos años literatura que construye distintas dimensiones de personajes varones, en diferentes contextos y con conciencias que se cuestionan el mandato preestablecido que desde muy pequeños recibieron sobre lo que significaba convertirse en hombre —ser fuerte, mostrar poco los sentimientos, no llorar, guardar distancia emocional incluso con quienes se ama, etcétera—. Además de algunos cuentos ya publicados, las novelas de Alumbramiento (2016), o Umbilical (2023), del argentino Andrés Neuman (46 años), exploran ese espacio, por ejemplo, en el cuento en el que un hombre se planta frente a la experiencia de “alumbrar” vida, poniendo el cuerpo y los sentimientos, en donde no se sabe muy bien si el hombre está literalmente dando vida o si acompaña a alguien en el proceso; y la paternidad mirada desde la fascinación y el total desconocimiento de los cuidados, “el asombro ante el bebé”.
Junior, el protagonista de la novela Higiene sexual del soltero (Tusquets, 2023) del argentino Enzo Maqueira (46 años), relata en las primeras páginas del libro la forma en la que experimenta su primer día en el colegio: “... todos se rieron. ¿Ahora qué?, resulta que había corrido como una nena. Lo peor fue cuando me tropecé. El señor Ganizzo me aturdió con el silbato: ¡No sea maricón! y otra vez las carcajadas se me vinieron encima...”. Maqueira recuerda la reveladora imagen de aquel niño vistiendo la corbata azul de su uniforme: “¿Qué pasa con estas anécdotas que te tuvimos todos? Lo primero que le hacen a Junior en el colegio de varones y de curas es ponerle una corbata que lo ahorca. A partir de ahí empieza. Ya no es más un ser humano, ya no es más un espíritu libre. A partir de ahí le dicen: vos sos hombre, te tienen que gustar muchas mujeres, tenés que ejercer la violencia, tenés que resolver las cuestiones con violencia, si te pegan vos tenés que devolverla, no podés llorar, no poder llorar significa no poder mostrar tus emociones”, dice.
La sala está llena de lectores y lectoras de los tres autores, pero también de curiosos y de un nutrido grupo de estudiantes de colegios que han llegado de varios puntos del Estado de Jalisco. Un adolescente se apresura para tomar un lugar en la primera fila del auditorio. Saca un cuadernillo y comienza a anotar, pero no es hasta que el chileno Pablo Simonetti empieza a hablar cuando alza su celular y comienza a transmitir en vivo para sus redes sociales. Simonetti, de 61 años, pertenece a una generación distinta a la de los argentinos, y lo aclara antes de comenzar: “Soy más viejo que estos dos caballeros, en ese sentido me tocó un machismo más marcado, incluso que el que le tocó a ellos. Y tengo la diferencia también en el hecho de que soy gay, entonces me tocó enfrentar el machismo más arcaico en una época dificilísima”, cuenta.
Pablo Simonetti habla de las dos novelas en las que retrata, a través de la experiencia de sus personajes, lo que los mandatos de ser un hombre le han impuesto. Desastres naturales (Alfaguara, 2017) trata de Marco, un niño pequeño, que viaja al sur de Chile con su padre y en el camino también muestra a una familia y cómo en esa familia es leído y percibido como homosexual. “Este hijo gay se tiene que enfrentar a masculinidades muy heridas, muy preconcebidas, y preprogramadas, entonces los hombres de la familia, su padre, sus hermanos, están siempre en constante conflicto con la idea de que tenga un hijo o un hermano gay, y eso los hace reaccionar con violencia y con discriminación. Esa fue la primera reacción que yo recibí, de parte de los míos”, cuenta. En Todos los hombres que no fui (Alfaguara, 2021) un poco más biográfico todavía, en donde a través de cada amigo o amiga —incluso cada estereotipo— cuenta su propia historia: sus miedos, lo complejo de hacer entender a sus seres amados lo que él de verdad deseaba para su vida; la historia de la mujer con la que, muy joven, estuvo a punto de casarse, etc.
Simonetti, como sus dos compañeros, rechaza que todas estas reflexiones que él y muchos otros hombres en distintos países hacen actualmente, movidos por el impulso del feminismo, se integren en una “nueva” masculinidad: “Estamos hablando de masculinidades, y no de masculinidad, yo creo que ahí está la clave, y podríamos decir que todos los plurales de masculinidad, al decir masculinidades, están incluidas, que se dice nuevo, pero en realidad ‘nuevo’ solo es un término comercial”, dice. Maqueira completa: “Yo no estoy tan seguro de que quiera ir hacia una nueva masculinidad, yo prefiero ir hacia ninguna masculinidad”.
Neuman y Simonetti coinciden en el tema de los cuidados, por ejemplo, y afirman que es un campo en el que es más evidente el papel del hombre como un mandato, es decir, en situaciones de extrema necesidad, explican, los hombres saben qué hacer, pero difícilmente se quedan y dan el cuerpo para arropar y cuidar de sí mismos y de otros, de ahí que los cuidados sean casi totalmente femeninos. La reflexión les viene de experiencias personales. Ambos autores estuvieron presentes en momentos críticos de la salud de sus padres y participaron activamente en el cuidado. Las únicas personas que estaban cerca, a la par, fueron siempre otras mujeres.
Los autores coinciden en los puntos de vista, a los que han llegado desde distintas formas de narrar experiencias que también les han interpelado de formas diferentes. Aseguran que todo lo aprendido viene sin duda del feminismo, de la enseñanza que mujeres les han compartido a través de siglos de opresión e invisibilización. Aceptan la realidad y enfatizan en que lo realmente necesario, además de reflexionar estos temas, es el colectivizar. “Hablar de todo esto que sentimos con otros hombres”. “Todos sabemos muy bien todo lo que el patriarcado les hace y les hizo a las mujeres. Lo que no tenemos tan claro, empezando con los hombres, es qué hizo el patriarcado con nosotros. ¿Cuáles son las consecuencias de que no podamos llorar?”, asegura Enzo Maqueira.
La escritora Brenda Navarro ha escuchado atenta y ha tomado notas. Ha sido difícil interrumpir ideas que incluyen no solo ejemplos vitales, sino alusiones a las novelas que se construyeron desde las reflexiones más básicas de ser un varón. Sin embargo, les cuestiona: “¿Exactamente qué vamos a colectivizar cuando hablamos de nuevas masculinidades? Si somos las mujeres las que nos estamos muriendo, 10 al día en este país. Cuando ustedes están cuidando, ¿son también los que están lavando los baños o cocinando o lavando los trastes? ¿Qué hacemos con todas estas autocríticas desde el lenguaje y los libros cuando tenemos que llevarlo a la práctica? A partir de entonces, Neuman, Maqueira y Simonetti, hablan de sus privilegios, de lo mucho que cuesta colectivizar lo que descubren de sí mismos, sienten responsabilidad, pero también la necesidad de que no sean ellos los únicos hombres preocupados por estos temas. La mesa termina. No ha dado tiempo de escuchar al público.
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