“Doctor, una última pregunta: ¿Dios ha muerto?”
El teatro La Capilla estrena ‘Madrid, Chernóbil’, una obra que relata el primer golpe del coronavirus entre testimonios del desastre nuclear de 1986
Recién casada y embarazada de seis meses, Lyudmila Ignatenko permaneció ante la cama de su esposo mientras moría envenenado. La explosión de la central nuclear de Chernóbil, en 1986, arrasó con su vida: su marido, Vasily, fue uno de los primeros bomberos en morir tras atender el desastre; y su hija, Natasha, apenas vivió unas horas fuera del vientre por la radiación. Ignatenko le contó la historia años después ...
Recién casada y embarazada de seis meses, Lyudmila Ignatenko permaneció ante la cama de su esposo mientras moría envenenado. La explosión de la central nuclear de Chernóbil, en 1986, arrasó con su vida: su marido, Vasily, fue uno de los primeros bomberos en morir tras atender el desastre; y su hija, Natasha, apenas vivió unas horas fuera del vientre por la radiación. Ignatenko le contó la historia años después a la periodista bielorrusa Svetlana Alexiévich, que cuando la visitó recibió una pregunta como primera respuesta: “No sé de qué hablar. ¿De la muerte o del amor?”.
Voces de Chernóbil, el libro que la periodista ganadora del Nobel de Literatura pasó una década escribiendo, era la obsesión de una pareja de productores de teatro afincada en Madrid cuando empezó la pandemia del coronavirus. Guillermo Logar (Madrid, 34 años) y Fernanda Valencia (Guadalajara, 34 años), fundadores de la compañía The R. Mutt Society, llevaban meses golpeando puertas con su adaptación del reportaje hasta que la covid cerró definitivamente los teatros y los confinó en su departamento de cincuenta metros cuadrados. Ante la ansiedad y la rabia de pasarse las horas frente al televisor viendo como el virus cambiaba el mundo para siempre, el director y la actriz hicieron lo que mejor sabían hacer y pusieron el guion a cocerse en un fuego nuevo. En la sala de su departamento, se crearon como personajes para trazar una línea entre Chernóbil y el Madrid nuevo.
“Esta obra es una postal de nuestra forma de afrontar el confinamiento”, cuenta Logar. “Es la crisis, el miedo y la ansiedad de dos personas que pasaban cinco o seis horas diarias frente al televisor siguiendo lo que estábamos viviendo”, resume sobre la producción que tuvo su estreno en septiembre de 2020 en Madrid, y que este jueves comienza un ciclo de cuatro funciones en el teatro La Capilla de Ciudad de México de la mano del productor Daniel Fuentes Lobo.
En cinco actos que hacen un recuento del golpe inicial de la pandemia, el matrimonio plasma su momento personal mientras el eco de la devastación se convierte en un grito amenazante. Una pareja discute sobre ir a una manifestación mientras los primeros contagios golpean la capital española. Una mujer intenta convencer a sus padres al otro lado del Atlántico de que esto va en serio. Un hombre confinado llama a un amigo que pasea por la calle de otra ciudad en pleno verano. Ambos siguen produciendo la obra basada en el desastre nuclear mientras las autoridades sanitarias y políticos de todo el mundo comparecen día a día con pocas respuestas ante preguntas cada vez más urgentes sobre el nuevo centro de la vida: ¿Cuándo pararán las muertes? ¿Se contagian los niños? ¿Sirve acaso inyectarse desinfectante? ¿Dios ha muerto?
Los anuncios del Gobierno español dictando el confinamiento y los reportajes de prensa sobre el virus difuminan las casi cuatro décadas que pasaron desde aquellos que describieron la catástrofe nuclear al norte de Ucrania. En Madrid, Chernóbil, la pareja ensaya monólogos basados en el texto de Alexiévich mientras leen otros de la pandemia publicados en este periódico, como Solos en la hora final, de Juan Diego Quesada, que recupera las historias de algunos de los madrileños que fallecieron solos durante la pandemia; o el reportaje Regreso a Wuhan, en el que Macarena Vidal Liy viaja a la semilla del virus para hablar con quienes sobrevivieron el primer embate.
Entre series, festivales en línea y especiales hechos desde las mansiones de estrellas millonarias, la producción artística durante (y desde) la pandemia buscó infundir esperanza sobre un final, construyó eslóganes como “salir mejores de esta” o “estar más juntos que nunca a pesar de la distancia”, que generalmente ignoraron las enormes desigualdades subyacentes al virus. Esta obra, que gira alrededor del desconcierto de dos personas que se encerraron como casi todo el mundo, alcanza su virtud en la renuncia a pretender una explicación absoluta. Valencia lo resume describiendo su intensión: “Teníamos tantas ganas de hacer teatro que no nos planteamos la idea de que ‘la gente tiene que ver esto’, solo buscamos canalizar toda la información que estábamos absorbiendo”.
Ideada en mayo del año pasado, tres meses después de la detección del primer caso en España, la obra estrenó con la reapertura de la vida pública en septiembre de 2020. Luego comenzó la segunda ola. Logar y Valencia se contagiaron, suspendieron fechas y volvieron a presentar la obra actualizando solo las cifras de la tragedia. Exactamente un año después, traen la misma instantánea a un México que vacuna desigual y busca el optimismo mientras lucha contra la variante delta.
¿Por qué mirar una fotografía de algo que sigue moviéndose? Los dramaturgos creen fervorosamente en el poder del archivo, de la memoria ante la capacidad del ser humano a acostumbrarse a cualquier contexto: “Es importante tener algo para recordar el punto álgido, que no se nos olvide cómo comenzó esto. Este tipo de teatro es necesario para volver a ver que esto sucede, que va a suceder. Que sirva para eso, si sirve para algo”.
Teatro con una intención social
Criados en la dramaturgia entre Madrid y Nueva York, Fernanda Valencia y Guillermo Logar crearon su compañía en Estados Unidos en 2013. Buscando la conexión con el gran público mediante la selección de “textos socialmente relevantes”, ‘Madrid, Chernóbil’, es la última producción en un modelo que busca la cooperación activa de su público a través del micromecenazgo. Con una recaudación de poco más de 40.000 pesos, el matrimonio llegó a México con dos maletas y la única intención de mostrar lo que hacen. “El teatro tiene la magia de ser frente al puñado de personas que lo experimentan en ese momento, un diálogo entre los que lo ven y que se agota en el instante”, resumen.
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