Las imágenes de la NASA sobre un México seco elevan la preocupación por la sequía
El 87% del territorio sufre sequía en diferentes intensidades mientras las presas se encuentran a niveles excepcionalmente bajos
México se acerca peligrosamente a los niveles de sequía más altos registrados en los últimos 20 años. Un 87,56% del territorio sufre sequía en diferentes intensidades, y un 54% agoniza por la falta de lluvias. La NASA ha publicado este viernes unas imágenes satelitales del territorio que se torna marrón con el paso del tiempo ante la escasez de precipitaciones y la transformación del suelo. “Grandes presas en todo México se encuentran en niveles excepcionalmente bajos, lo que agota los recur...
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México se acerca peligrosamente a los niveles de sequía más altos registrados en los últimos 20 años. Un 87,56% del territorio sufre sequía en diferentes intensidades, y un 54% agoniza por la falta de lluvias. La NASA ha publicado este viernes unas imágenes satelitales del territorio que se torna marrón con el paso del tiempo ante la escasez de precipitaciones y la transformación del suelo. “Grandes presas en todo México se encuentran en niveles excepcionalmente bajos, lo que agota los recursos hídricos para beber, cultivar y regar”, ha señalado el organismo.
En una imagen se muestra la presa Villa Victoria, que forma parte del sistema Cutzamala que abastece a gran parte de Ciudad de México y el Estado de México. En una fotografía se aprecia considerablemente el nivel que ha disminuido durante el último año. Actualmente, la presa se encuentra a un 29% de su capacidad total, cuando en el mismo día del año pasado estaba a un 58%. La jefa de Gobierno de la Ciudad de México ha indicado que la capital se encuentra en un momento de “casi emergencia” por la peor sequía de los últimos 30 años, lo que ha acentuado la cantidad de incendios forestales y el territorio forestal perdido a causa de las llamas.
Además, debido al fenómeno de la Niña y el Niño, se han producido vientos más agresivos que otros años, lo que ayuda a alimentar los incendios y a secar el territorio. Las masas forestales son cada vez más pequeñas, tal y como lo revelan las imágenes satelitales de las zonas verdes de México. La transformación de suelo forestal o humedales en zonas de cultivo o urbanas agrava las consecuencias de la sequía, que actualmente abrasa el norte y el centro del país.
En el norte, donde el nivel de sequía es más alto, algunos ganaderos de Coahuila han reportado la muerte de su ganado. Los agricultores, al no poder regar sus cultivos, pierden producción y parte de su sustento. En Veracruz, un Estado donde la sequía es inusual, los mangos han dejado de ser una fruta habitual en los mercados. En Nuevo León hay 58 municipios afectados gravemente y las autoridades han tenido que proceder a los cortes de agua en algunas colonias. José Rosario Marroquín, académico del Centro Universitario por la Dignidad y la Justicia de la Universidad Jesuita de Guadalajara, narra que en su entidad la falta de agua afecta directamente a las poblaciones más vulnerables. “Me ha tocado ver a personas que tienen que usar garrafones de agua con un costo altísimo para actividades cotidianas. O usar las relaciones familiares, trasladarse para bañarse o para tener acceso a agua”, relata.
El especialista en Derechos Humanos relacionados con el agua asegura que la construcción de más presas no solucionará el problema a largo plazo. “Hay un falso paradigma de que la cantidad de lluvia está garantizada, pero no es cierto. Construir presas no atrae las lluvias. Dependemos principalmente de crear más infraestructuras y tuberías en vez de reeducar, reducir la demanda, garantizar el derecho humano al agua, y castigar los consumos excesivos”, explica
Su compañero, Óscar Castro, académico del Departamento del Hábitat y Desarrollo Urbano del ITESO, indica que pese a que en septiembre del año pasado la escasez de agua que se avecinaba era obvia, no se dio la información necesaria a la población y ahora en algunas zonas de Guadalajara el agua sale “que parece tamarindo”. “A las zonas más desfavorecidas les tocan las fuentes de abasto menos constantes o de peor calidad. Las personas con menores recursos son los que tienen que pagar las tarifas más altas de las pipas, afectando a colonias de menos ingresos”, sentencia.
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