La conexión asiática del fentanilo con los cárteles mexicanos
De Sinaloa a Shanghái, el nefasto negocio del compuesto químico para elaborar drogas sigue escabulléndose entre las rendijas
Jorge A. posa orgulloso al pie del hotel cinco estrellas Radisson Blu, New world, de Shanghái, en enero de 2016. El pie de foto de la imagen publicada en Facebook describe sobriamente el motivo del viaje: “Chambeando ando”. Jorge A. es un empleado del Corporativo Escomexa, empresa mexicana dedicada a la importación y exportación de diversos productos —en particular tequila y productos químicos y agrícolas—. Al parecer hace frío, está a miles de kilómetros de su casa, en Culiacán, Sinaloa, México. Llueven los likes. Su madre, quien es fácil de reconocer emocionada tras la pantalla, comenta: “Be...
Jorge A. posa orgulloso al pie del hotel cinco estrellas Radisson Blu, New world, de Shanghái, en enero de 2016. El pie de foto de la imagen publicada en Facebook describe sobriamente el motivo del viaje: “Chambeando ando”. Jorge A. es un empleado del Corporativo Escomexa, empresa mexicana dedicada a la importación y exportación de diversos productos —en particular tequila y productos químicos y agrícolas—. Al parecer hace frío, está a miles de kilómetros de su casa, en Culiacán, Sinaloa, México. Llueven los likes. Su madre, quien es fácil de reconocer emocionada tras la pantalla, comenta: “Bendiciones mijo, cuídate y éxito en tus gestiones... te amo!! Besos!!”. Todo está cuidadosamente documentado en su perfil, desde el selfi mal enfocado hasta el plato de cangrejo inmortalizado en una toma demasiado cercana.
A ese viaje de negocios por Asia, que se desarrolla a un ritmo acelerado, lo acompañan otros dos socios que aparecen en numerosas fotos. Duarante varias semanas, los mexicanos hacen múltiples escalas: Shanghái, Hong-Kong, Japón y, finalmente, India, donde se encuentran con Manu Gupta, un empresario indio con quien ya se habían reunido en Hong Kong. Gupta es director de Mondiale Mercantile Pvt Ltd, una empresa cuyos negocios son tan diversos como vagos. Además de dedicarse a la importación y exportación —en áreas tan heterogéneas como la industria química y farmacéutica, agroalimentaria, arena y maquinaria—, la empresa ofrece asesoría jurídica en procedimientos aduaneros.
El otro aspecto del negocio de Gupta se esclareció dos años después. El 25 de septiembre de 2018 las autoridades indias lo detuvieron en un laboratorio en la ciudad de Indore junto con un mexicano y un químico indio. Los tres socios, que llevaban máscaras y guantes, estaban en posesión de fentanilo, un potente analgésico sintético. El consumo indebido de esta sustancia provoca miles de sobredosis en el mundo. Planeaban enviar la droga a México en un vuelo comercial, escondida en una maleta. En un informe interno de la Administración para el Control de Drogas estadounidense (DEA, por sus siglas en inglés),de diciembre de 2018 y al que Forbidden Stories pudo tener acceso, se señala a Gupta —que ahora se encuentra detenido en espera de su juicio, junto con los otros dos acusados— como “presunto socio de un conocido miembro del cartel de Sinaloa, que adquiría precursores químicos para fabricar drogas ilícitas en México, que después se distribuían en Estados Unidos”. Forbidden Stories intentó contactar a Manu Gupta pero no recibió respuesta.
Cotejando información difundida por los BlueLeaks —filtración de una gran cantidad de datos internos de las fuerzas del orden estadounidenses publicados en junio de 2020—, Forbidden Stories y sus 25 socios internacionales investigaron este caso registrado en India, que dice mucho sobre las técnicas empleadas por los cárteles mexicanos para dominar el jugoso mercado del fentanilo. En constante adaptación a las regulaciones internacionales y en búsqueda de una mayor rentabilidad, los letales carteles mexicanos emplean los mismos métodos que cualquier empresa, como la deslocalización, para ponerlos al servicio de su multinacional del crimen.
Fentanilo, la nueva gallina de los huevos de oro
En un informe confidencial de la DEA descubierto en los BlueLeaks, que data de octubre de 2019, puede leerse claramente: “Datos de las fuerzas del orden analizados desde 2018 hasta finales de febrero de 2019 indican que el cartel de Sinaloa se ha impuesto como productor de fentanilo y traficante de esta sustancia en Estados Unidos”. Aunque en 2016 fue detenido Joaquín Guzmán, alias el Chapo, histórico jefe de este cártel, la agencia estadounidense constata que el negocio marcha a toda máquina.
Al otro lado de la frontera, las víctimas se cuentan por miles: en 2018, de las más de 67.000 muertes ocasionadas por sobredosis en Estados Unidos, cerca de la mitad se debieron al consumo de fentanilo o de drogas sintéticas similares; 10% más que el año anterior. Se habla de una epidemia como la de la heroína en los años 2000-2010, época en que esta droga, obtenida de la morfina extraída de la amapola, provocaba estragos en el país. Ya desde entonces los cárteles mexicanos habían sabido imponerse: en 2016, 90% de la heroína vendida en Estados Unidos provenía de México.
Ahora los carteles miran hacia el futuro: las drogas sintéticas. El llamado triángulo de oro mexicano (al norte del país), conocido por sus cultivos de opio y marihuana, se está transformando por obra del cartel de Sinaloa. En los terrenos montañosos que rodean Culiacán, los campos de adormidera han dejado lugar a los laboratorios. “En México, somos uno de los principales productores de heroína del mundo, pero empezamos a enfrentar restricciones del Gobierno [el ejército mexicano quemaba cultivos de amapola, NDLR]. Para abastecer ese mercado comenzamos a meternos en los opiáceos, que eran más baratos. De ahí nació el negocio. Empezamos a transformar la sustancia, a fabricar sintéticos”, explica un químico contratado por el cartel, entrevistado por Forbidden Stories.
Desde su laboratorio clandestino, escondido entre los árboles, cerca de Culiacán, el hombre explica: “Para los carteles está en el top de las drogas, entre las más atractivas. Te deja más ganancias. Es sólo una pastilla por persona. Entonces, si traes 10.000 pastillas, son 10.000 personas las que tienen que consumir”. En un plato de cocina mezcla con una espátula de plástico el polvo blanco que usa para fabricar las pastillas a base de fentanilo. Al marcarlas con la letra “M” buscan imitar las tabletas de oxicodona, otro opiáceo muy adictivo. “De esta manera, sé que mi pastilla es poderosa y va a ser adictiva. Es lo que quiero, que mi usuario consuma y después tenga la necesidad de otra dosis”, dice.
Así, reducen al mínimo la infraestructura y la mano de obra para obtener una droga muy potente: la rentabilidad del fentanilo es excepcional. En su informe de 2019, la DEA hace sus cálculos: producir una pastilla cuesta un dólar; en Estados Unidos se vende a 10 dólares o más. Una lotería para los cárteles mexicanos, el de Sinaloa a la cabeza.
Un sistema bien engrasado
Hasta hace muy poco, una gran parte del fentanilo vendido en los Estados Unidos se exportaba directamente desde China. “Había personas que importaban fentanilo de China, comprimían las pastillas en su sótano y luego las vendían en línea, en la darknet, a menudeo, o establecían contacto con distribuidores locales para venderlas en la calle”, explica Bryce Pardo, investigador por el think tank americano RAND y experto en política de drogas.
Sin embargo, el endurecimiento de la reglamentación a escala internacional y en China en 2017 y 2019 cambió las reglas del juego: el envío directo de fentanilo se volvió más riesgoso. Una oportunidad para los cárteles, que vislumbraron la posibilidad de introducirse en el mercado como intermediarios. “Obtienen buenos márgenes de ganancia sintetizando y refinando los precursores al fabricar fentanilo en sus laboratorios”, explica Falko Ernst, experto de México al International Crisis Group.
Sin embargo, China sigue siendo el principal proveedor de precursores, las sustancias químicas necesarias para producir medicamentos y drogas sintéticas. Por ello, los carteles “establecieron relaciones con China en los años 90 y 2000”, precisa Falko Ernst. En ese entonces los precursores químicos se utilizaban sobre todo para fabricar metanfetaminas.
Con redes constituidas desde hace décadas, el Cártel de Sinaloa puede apoyarse en una sólida infraestructura para esta transición hacia las drogas sintéticas. Una de las notas de la DEA, proveniente de los BlueLeaks, señala un circuito muy organizado, que cuenta con almacenes en la frontera y distribuidores en todo Estados Unidos. Más adelante, se menciona una de las técnicas del cártel para abastecerse de precursores: contrata a “un sujeto que radica en Culiacán, Sinaloa”, que trabaja de manera independiente, para que compre “grandes cantidades adicionales de precursores químicos de fentanilo directamente en China”.
¿Quién es el hombre al que se refiere la DEA? Se lo preguntamos, pero la agencia estadounidense no quiso responder: “Por lo general, no confirmamos ni negamos que una persona o entidad sea o haya sido objeto de nuestras investigaciones”. Forbidden Stories encontró numerosas coincidencias con Jorge A., el empresario originario de Culiacán en el estado de Sinaloa, que posa junto a Manu Gupta con sus socios mexicanos en 2016 en Shanghái. Según una fuente de inteligencia en India de un socio de Forbidden Stories, Jorge A. estaría siendo investigado por las autoridades estadounidenses. Algunas de las actividades de la empresa para la cual trabaja también dan pie a ciertas preguntas. Apoyándose en información de fuentes abiertas y con la ayuda de C4ADS, un think tank especializado en el análisis de datos, los periodistas del consorcio descubrieron una red de entidades conectadas a esta empresa mexicana de una complejidad que parece concebida para borrar su rastro.
Empresas con actividades que despiertan sospechas
En línea, Corporativo Escomexa, la empresa de la que Jorge A. es oficialmente el auditor, y su “gerente de innovación” en LinkedIn, ha presentado productos que pueden ser utilizados en la fabricación de metanfetaminas. Se puede encontrar un rastro de aquello en su página web, pero también en varias plataformas de B2B (plataforma que pone en contacto empresas y proveedores).
Al analizar los intercambios comerciales de Corporativo Escomexa se encontraron transacciones efectuadas entre septiembre y octubre de 2016 que despiertan sospechas. En espacio de un mes, la empresa recibió una serie de equipos farmacéuticos, entre ellos, una máquina de prensado de tabletas, proveniente de India. A ello se suman 676 kilogramos de monohidrato de lactosa en polvo, celulosa microcristalina y copovidona. Productos conocidos por ser utilizados en la producción de narcóticos, en particular de fentanilo.
Aunque las últimas actividades de Corporativo Escomexa registradas por la plataforma Panjiva datan de octubre de 2016, C4ADS identificó una amplia red de empresas vinculadas a esta firma mexicana (en diferentes grados), que aún siguen activas. “Esta red parece ser muy extensa e incluir docenas de compañías que operan tanto en México como en Estados Unidos. Algunas de ellas registran actividades comerciales por un periodo corto; funcionan hasta que aparece una compañía nueva o diferente en la red que asume la responsabilidad principal del envío” explica Michael Lohmuller, analista de C4ADS. Parece ser el caso de Corporativo y Enlace Ram, firma que parece trabajar con la empresa en la que labora Jorge A. (presenta una dirección, un agente, proveedores, realiza importaciones similares de productos de uso farmacéutico). Según datos disponibles en línea, en junio de 2016 esta empresa recibió un envío de Mondiale Mercantile, la empresa india de Gupta, el hombre de negocios detenido por tráfico de fentanilo y junto a quien posaba Jorge A. en su viaje de negocios. A ésta, se suman las fotos en las que aparecen aparece uno de los directores de Corporativo y Enlace Ram junto a Jorge A. y uno de sus socios, presente durante el viaje de negocios a Asia.
“Aunque no se descubrieron indicios de que existiera una actividad delictiva la existencia de vínculos en términos de importaciones y exportaciones y las relaciones comerciales de Corporativo Escomexa S.A. de C.V. con las entidades de esta red, podrían justificar una investigación a fondo o señalar el modus operandi de las redes de tráfico transpacífico de fentanilo o metanfetamina”, resume Michael Lohmuller. Entrevistamos a José R., uno de los dos responsables de Corporativo y Enlace Ram, quien aseguró: “Desconozco las operaciones de esa empresa, no conozco a esa persona y tampoco a ese proveedor de la India”. También intentamos entrevistar a Jorge A., pero no respondió a nuestra solicitud.
“Este es uno de los principales mitos, existe la imagen de que un cártel es una organización perfectamente integrada”, explica Falko Ernst. A menudo los cárteles, incluido el de Sinaloa, emplean redes independientes especializadas en la logística o el lavado de dinero. “Son la verdadera columna vertebral de este negocio”, explica el investigador. Con el tiempo, “las marcas de los cárteles van desapareciendo, se borran. Pero todas estas redes permanecen porque son mucho menos visibles […] se quedan en cierto anonimato. Por ello, están mucho más protegidas en un corto o mediano plazo, a salvo de la volatilidad del mercado”.
En una sociedad corroída por la corrupción, todo es imaginable en una zona gris, donde los cárteles mexicanos explotan alegremente. “Si miras el índice de impunidad en México, encontrarás que se acerca al 90%. Así que es muy probable que te salgas con la tuya —sobre todo si tienes relaciones en los más altos niveles del Estado—. Muchas empresas usan fachadas legales —como abogados, que son la clave en todo esto— y se valen de la impunidad para involucrarse en los mercados criminales y ganar mucho dinero”, resume Falko Ernst. En octubre de 2020 suspendieron a 15 agentes aduanales, a seis de ellos por colusión con el crimen organizado. Uno de tantos ejemplos de esta corrupción endémica.
Del otro lado del planeta, los productores de precursores chinos adoptan métodos similares al límite de la legalidad, y le llevan una buena ventaja a las autoridades.
Siempre un paso adelante
El comercio de los precursores está muy reglamentado debido a los peligros que estos representan. La Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE) publica una “lista roja” de sustancias bajo control internacional. En el caso del fentanilo se trata de la NPP y la ANPP.
El problema es que las posibilidades de evadir los controles creando otros precursores no regulados son casi infinitas. Se modifica ligeramente la sustancia, pero el efecto sigue siendo el mismo. “Una vez oí que un químico decía: ‘Si de verdad queremos resolver el problema del fentanilo, tendríamos que prohibir el carbono’. Claramente, ¡no podemos prohibir el carbono!”, explica Bryce Pardo. Llamamos eso el “efecto de rebote”: en cuanto se controla una sustancia, se sintetizan en China nuevos precursores de fentanilo, similares a la NPP y la ANPP, listos para enviarlos y que sean explotados. “China posee la capacidad humana que se requiere. Estamos hablando de químicos con doctorados en química sintética y orgánica que fácilmente saben cómo hacerlo”.
Para luchar contra esto, la JIFE incluyó numerosas sustancias en su lista de productos “bajo vigilancia”, denominada ISSL (por sus siglas en inglés). En ella figuran productos que no son controlados legalmente, pero que podrían emplearse de forma ilícita. La JIFE no tiene competencias para restringir su uso, por lo que en teoría cuenta con la buena voluntad de las empresas y los controles de las autoridades. En la práctica, basta una simple búsqueda en Google para darse una idea de la magnitud del problema.
En sólo unos clics, tecleando la referencia de ciertos precursores de fentanilo, llegamos a la red social Pinterest. Entre moodboard de bodas y tendencias de decoración publicadas por los usuarios, encontramos anuncios de empresas chinas que ofrecen precursores de fentanilo para la exportación, algunos dirigidos en particular a clientes de México. Encontramos la sustancia 4-AP, que figura en la ISSL y que desde hace poco se encuentra bajo control en Estados Unidos. Según la DEA, la 4-AP sólo sirve para algo: producir fentanilo. Haciéndose pasar por un cliente mexicano, Forbidden Stories contactó a tres empresas; todas nos ofrecieron sustancias conocidas por su uso en la síntesis de opioides —y ni siquiera necesitamos mencionar nuestra identidad o el nombre de una empresa—.
Una de las vendedoras, particularmente solícita, nos ofreció sustancias similares a la 4-AP que aún están a la venta; incluso nos propuso emplear una “línea especial” a México. Primero nos envió fotos y videos de un precursor grabado en primer plano (un polvo blanquecino); después nos habló de su famosa línea especial: “Hemos comprado a personal de la aduana mexicana en el que tenemos plena confianza; éste nos ayuda con todos nuestros envíos a México. Así que no tiene por qué preocuparse por la aduana”. En otra ocasión nos explicó que uno de sus “grandes” clientes en México era su propia línea, que usa aviones de carga para entregar los precursores. “Cuando la mercancía llega a México, ellos usan sus propias conexiones para recogerla”. Retomando sus palabras: “¿Hay algo en este mundo que el dinero no pueda hacer?”.
Bryce Pardo resume: “Nuestras leyes para controlar las drogas se basan en un sistema muy antiguo, que se remonta a la convención de las Naciones Unidas de 1961 y se centra en tres plantas: cannabis, coca y adormidera. Las cosas han cambiado mucho en los últimos 10, 15 años, desde que el sector farmacéutico creció en China, al punto de que ya no podemos estar al día en la designación de sustancias”.
China ha endurecido sus reglas. Para evadirlas, algunos chinos han optado por deslocalizar parte de sus actividades y las trasladan a países donde saben que el control es menos estricto, como India. En otro informe interno de la DEA, en el que se describe el arresto de Gupta, la agencia explica que el empresario indio trabajaba con un hombre que vivía en China. En 2019 la DEA sospechaba: “Esta persona de nacionalidad china sigue enviando productos químicos precursores a los cárteles mexicanos para la fabricación de metanfetamina, análogos al fentanilo y sus derivados; también fentanilo ya fabricado”. Cuando se le preguntó sobre el informe, el portavoz de la DEA explicó que no sabía y no había visto el informe mencionado.
Richest Group: en todos los aspectos, casi bien
“Existe una fuerza que puede promover el desarrollo de la historia. Un poder que puede cambiar el mundo. Richest Group cambia el mundo con sus productos y servicios”, se escucha con música épica de fondo. Así se anuncia la empresa china Richest Group en un spot que parece más el tráiler de una película de Hollywood que un video corporativo. A primera vista, el grupo dedicado a la importación y exportación de productos químicos y aditivos alimentarios, dirigido por Kevin Dai, parece intachable. Su principal filial, Shanghai Ruizheng, incluso tiene una nota de cuatro diamantes (sobre seis) en la plataforma de comercio virtual china Alibaba. La empresa subraya que cuenta con clientes tan prestigiosos como Samsung, LG, Canon y se jacta de exportar sus productos en todo el mundo.
Pronto se cae el barniz: una investigación de mayor profundidad en internet reveló lo que hay tras el escenario. En octubre de 2019 Shanghai Ruizheng vendía en Alibaba conocidos precursores de fentanilo no controlados. En uno de sus sitios web se encontraba la 4-AP (la famosa sustancia ahora restringida en Estados Unidos). En Facebook descubrimos el perfil de una vendedora, Alia Yang, que mostraba claramente que pertenecía a la empresa y ofrecía estos precursores de fentanilo, geolocalizando diversas publicaciones promocionales en México, para tener mayor visibilidad ante los usuarios de ese país. “Nuevo lote, suficiente stock, no te lo pierdas”, puede leerse en una publicación de mayo de 2019.
Hace algunas semanas, todavía se podía encontrar un organigrama en el sitio web de la empresa, en una página dedicada a la estructura de Richest Group. En el centro del gráfico, entre las otras dos filiales chinas del grupo, aparecía Mondiale Mercantile Pvt Ltd, la empresa de Gupta, el hombre de negocios indio acusado de trabajar con el cartel de Sinaloa y que la DEA sospecha, trabajaba con los chinos. La agencia americana no respondió a nuestras preguntas sobre la empresa ubicada en Shanghai.
Un periodista del consorcio entrevistó a Kevin Dai, director de Richest Group, quien negó que el grupo estuviera vinculado con la producción de fentanilo: “Nuestra empresa no ha producido ni producirá fentanilo o sustancias relacionadas con su fabricación, respetamos la reglamentación”. Asimismo, aseguró que no conocía las publicaciones de Alia Yang en Facebook. Según el empresario, Yang se fue de la empresa meses antes de que lo contactáramos (el 10 de noviembre de 2020). Además, aseveró que Richest Group nunca llegó a trabajar con Mondiale Mercantile Pvt Ltd., la empresa de Gupta, aunque la compañía india aparezca en el centro del organigrama del grupo. “Dijeron que podían ayudarnos a incursionar en el mercado de India y nos propusieron trabajar con ellos. Así que pusimos las fotos en nuestro sitio web para mostrar que somos una gran empresa”. Horas después de la entrevista, la empresa de Gupta desapareció del organigrama; Alia Yang limpió por completo su perfil de Facebook, cambió de nombre y desaparecieron sus publicaciones promocionales. El 17 de noviembre Richest Group cerró la rama del grupo instalada en las oficinas en las que había recibido a Forbidden Stories semanas antes.
Una eterna derrota frente al crimen organizado
Ante el tráfico de precursores, el Gobierno chino parece encontrar cada vez mayores dificultades para controlar de forma eficaz la extensa industria farmacéutica del país. “Hasta hace un par de años había unas ocho autoridades diferentes involucradas en la elaboración de los reglamentos reguladores de la industria. A veces era difícil saber quién estaba vigilando”, explica Bryce Pardo. En los últimos años se han hecho esfuerzos para controlar mejor el mercado, incluyendo nuevas regulaciones.
En el caso particular de Richest Group, la Comisión Nacional de Control de narcóticos de China (NNCC) explicó a Forbidden Stories que ya había pedido a la empresa china que tuviera cuidado con los productos que vendía, ya que algunos de ellos podían ser utilizados por los traficantes para fabricar drogas. A pesar de estos cambios recientes, algunas normativas parecen inadecuadas en proporción a la magnitud del problema. Según información de Bryce Pardo, cuando los inspectores van a realizar una “inspección sorpresa” deben anunciarlo a las empresas 72 horas antes. “Si estás fabricando fentanilo vas a limpiar y cambiar todo para que parezca que estás fabricando una fórmula de ibuprofeno para bebés”, precisa el investigador.
Del fentanilo a las nuevas sustancias psicoactivas sólo hay un paso. O, según Bryce Pardo, una simple búsqueda en Google: “Ahora que todo está en línea es muy fácil para un químico en China ir a la web de la Oficina de Patentes de Estados Unidos o buscar en Google nuevos medicamentos investigados con fines médicos”. Una tendencia que confirma el último informe de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC, por sus siglas en inglés) relativo a ese tema: “Recientemente parece haber un cambio en el mercado de los opiáceos sintéticos hacia nuevas y más variadas clases de sustancias químicas”. Las organizaciones criminales se adaptan frente al endurecimiento de los controles, explica el informe.
Meses antes de que se publicara esta investigación llamamos al número de Alia Yang que estaba en línea. La vendedora ya no trabajaba para Kevin Dai, sino para Shanghai Talent Chemical, una compañía similar creada por un empresario que pertenecía al Richest Group. Nos respondió una tal “Lucky” (aunque entonces en WhatsApp aparecía una foto de Alia junto con su nombre y antes, Alia nos había confirmado que ese era su número). Esta vez nada de precursor de fentanilo; Lucky nos ofreció un nuevo producto, la Xylazine, un potente tranquilizante para caballos que no está bajo control y que cada vez se encuentra más presente en casos de sobredosis en Estados Unidos, a menudo mezclado con fentanilo.
Cuando manifestamos nuestro temor de despertar sospechas, la vendedora no se inmutó y nos propuso, para el envío, cambiar el nombre del tranquilizante de uso veterinario: “Algunos clientes nos piden que digamos que es creatina, cinamato de potasio o pigmento blanco. El cliente decide”.