‘¡Jo, qué noche!’: la fiesta de pijamas ha llegado a la vida de nuestra hija
De momento, siempre hemos tenido una sola invitada a la vez, pero como las niñas son muy de invitar, flota en el ambiente una pijamada bestial como de ‘Vengadores: Endgame’.
La fiesta de pijamas ha llegado a la vida de nuestra hija y sus amigas… y de paso a las nuestras. Que vengan criaturas a casa a jugar es algo que nos gusta a todos, porque son felices, tú no tienes que pensar planes exteriores y los daños colaterales suelen ser un lavaplatos de más y desorden en el comedor. Pero que se queden hasta el día siguiente con la fiesta de pijamas ya son palabras mayores. Más que nada, porque a la gesti...
La fiesta de pijamas ha llegado a la vida de nuestra hija y sus amigas… y de paso a las nuestras. Que vengan criaturas a casa a jugar es algo que nos gusta a todos, porque son felices, tú no tienes que pensar planes exteriores y los daños colaterales suelen ser un lavaplatos de más y desorden en el comedor. Pero que se queden hasta el día siguiente con la fiesta de pijamas ya son palabras mayores. Más que nada, porque a la gestión de tus niños se le añaden otros que no sabes cómo reaccionaran.
A estas edades (4-6 años) quizá nos toca inaugurar la primera vez que duermen fuera de casa sin sus padres o profesores. ¿Dormirán bien y de un tirón? ¿Tendrán terrores nocturnos? ¿Se mearán encima o se levantarán varias veces al lavabo y tropezarán con algo y quedarán malheridos? ¿De cena les preparamos algo saludable para demostrar que somos padres comprometidos o algo festivo como pizza o pasta? ¿Tendrán alguna reacción alérgica repentina y sabremos reaccionar a tiempo?
Toda esta angustia casera se compensa escuchando su parloteo casi adolescente, muy animado, con muchas ganas de arreglar el mundo, de debatir sobre el coronavirus y las vacunas, o de hablar de lo que sea, con tal de no dormirse.
Esto de la fiesta de pijamas lo hacemos para que disfruten los niños, porque yo ni descanso ni estoy tranquilo. Y me pasa igual siendo anfitriones que cuando la niña ha ido a casa de otras amigas.
También me ha costado dormir pensando en cómo estaría, si nos echaría de menos (spoiler: no), si les montaría un drama por algo (todos conocemos algún caso en que han tenido que llamar a los padres a medianoche porque la criatura estaba desconsolada fuera de casa), etc.
Y aquí llegan preguntas profundas que te hace replantear los grados de amistad mantenidos hasta ahora: ¿cuánto te fías de esos padres? (Con respecto a la reacción ante los imprevistos, no estamos hablando de si te criticarán en un chat paralelo.) Si le pasara algo a la niña ¿sabrían salvarla?
Entonces descubres que la gente con la que hace años que tienes amistad no sabes cómo se llaman de apellido, porque son “el padre o la madre de Tal”. Puede ser que solo tengas el teléfono de uno de los dos y si se lo roban, se le rompe o se queda sin batería ¿cómo contactarás con ellos? Y si le pasara algo a su hija ¿reaccionarían con serenidad y cuidando también de la nuestra?
De momento, siempre hemos tenido una sola invitada a la vez, pero como las niñas son muy de invitar, flota en el ambiente una pijamada bestial como de Vengadores: Endgame. Tampoco caben todas las madres de clase como refuerzos, así que antes de que nuestras casas se conviertan en un Gran Hermano infantil, vayamos promoviendo la siesta pijamada, mucho más llevadera.
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