Las redes de las protestas

Una nueva forma de hacer política está extendiéndose por todo el mundo, radicalmente distinta a lo que hemos conocido hasta ahora y de difícil comprensión y gestión para los viejos profesionales del oficio.

Funciona sin líderes y sin contar con la infraestructura, el dinero y el apoyo de grandes partidos y sindicatos mayoritarios. No se asienta sobre estructuras organizativas, centros de mando o coordinadoras con las que dialogar o a las que se pueda desarticular mediante la detención de sus componentes. Tampoco con programas que permitan respuestas políticas, aunque partan de la chi...

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Una nueva forma de hacer política está extendiéndose por todo el mundo, radicalmente distinta a lo que hemos conocido hasta ahora y de difícil comprensión y gestión para los viejos profesionales del oficio.

Funciona sin líderes y sin contar con la infraestructura, el dinero y el apoyo de grandes partidos y sindicatos mayoritarios. No se asienta sobre estructuras organizativas, centros de mando o coordinadoras con las que dialogar o a las que se pueda desarticular mediante la detención de sus componentes. Tampoco con programas que permitan respuestas políticas, aunque partan de la chispa de una reivindicación clara y popular.

No importa que el régimen sea una dictadura o una democracia pluralista, que el país pertenezca a la elite de los más ricos o sea uno de los emergentes, o que su sociedad sea de cultura cristiana o islámica. En todas partes se evidencia la misma distancia entre la calle y las instituciones; la misma denuncia de la corrupción y del enriquecimiento de unos a costa de otros; el mismo hastío ante una forma de tomar decisiones que comprometen el futuro a espaldas de la gente.

La concatenación de las actuales protestas en Turquía y Brasil ilumina un fenómeno que viene ocurriendo desde 2008 en todos los continentes y en una larga lista de países, cada uno por sus precisas circunstancias, y que tuvo en las primaveras árabes de 2011 su momento más espectacular, hasta conducir a la caída de tres dictaduras en Túnez, Egipto y Libia. En la lista están Irán, Grecia, Portugal, Italia, Israel, Chile, México, Estados Unidos y Rusia, además de los indignados españoles.

Todos estos nuevos movimientos sociales, que vienen a agitar las ideas recibidas y a transformar el paisaje de nuestras sociedades, son parte de una transformación que afecta al entero planeta y ha encontrado en las redes sociales el instrumento organizativo mejor adaptado a las características de los nuevos tiempos.

El poder se está desplazando a ojos vista desde el viejo mundo occidental hacia Asia; pero también en el interior de las sociedades. Emergen unas nuevas clases medias en todo el mundo con demandas crecientes de riqueza, educación, vivienda, consumo y, naturalmente, también de bienestar y libertad individual. Los incrementos de su nivel de vida, lejos de moderar sus demandas, hacen crecer las expectativas e inmediatamente, en cuanto no se cumplen, las exigencias y la irritación.

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Esos jóvenes que han accedido a la educación y al trabajo, con frecuencia precario y mal pagado, tienen teléfonos móviles y tabletas con las que comunicar su insatisfacción y organizar la expresión de su protesta. A diferencia de los viejos medios de comunicación, lentos y pesados, estas herramientas son instantáneas, actúan de forma viral, aceleran la protesta y son una forma organizativa en sí mismas. Según su mejor estudioso, el sociólogo español Manuel Castells, crean "un espacio de autonomía", mezcla del ciberbespacio de las redes y del espacio urbano que ocupan, que constituye "la nueva forma espacial de los movimientos en red" (Redes de indignación y de esperanza, Alianza, 2012).

Tan interesantes como los nuevos movimientos son las respuestas que dan los Gobiernos. Ahí es donde ofrece el máximo interés la comparación entre la Turquía de Erdogan y el Brasil de Dilma Rouseff. Mientras el gobierno turco va a seguir con la construcción del centro comercial en el parque Gezi que suscitó la protesta, muchas ciudades brasileñas ya han bajado el precio del billete de los transportes urbanos, ante la presión de un movimiento que quiere transporte gratis.

En uno y otro caso, la reivindicación concreta ponía a prueba la capacidad de absorción de las protestas por parte de los respectivos gobiernos. De momento, el primer ministro turco ha lanzado a sus partidarios a enfrentarse a los manifestantes, los ha denunciado por terroristas y quiere controlar las redes sociales, mientras que la presidenta brasileña ha valorado las manifestaciones como "la prueba de la energía democrática" de su país y ha llamado "a escuchar estas voces que van más allá de los mecanismos tradicionales, partidos políticos y medios de comunicación".

Estos nuevos movimientos sociales organizados en red han demostrado hasta ahora una gran capacidad para mover y transformar el tablero de juego pero muy poca para capitalizar sus éxitos en forma de un poder político que, al final, se juega de nuevo en un escenario electoral y unos parlamentos que les son ajenos. Ahora, de momento, serán determinantes para el rumbo inmediato de la democracia en Turquía y en Brasil.

Comentarios

No seamos ingenuos, no nos dejemos manipular con la utilización de nuevos términos para denominar lo de siempre. Redes, sí. Redes con las que podemos compartir su reivindicaciones o no, pero no redes naturaleza espontanea, sino organizadas, tejidas por líderes que ocultan su identidad e intereses. Lobos solitarios al actuar, pero pertenecientes a organizaciones jerarquizadas que ocultan la identidad de sus jefes, de sus líderes. Organizaciones que ocultan apoyos e intereses para así intentar evitar que se produzcan las lógicas, justas y necesarias reacciones a sus acciones violentas. Como se suele decir coloquialmente, la policía no es tonta, por eso no logran de esta forma ni sumar gente nueva, nuevos apoyos, ni evitar las justas acciones de castigo.
Mayoría política versus mayoría social. La primera nace de la segunda, pero nace en la consulta de un día, que a eso se reduce la democracia en las democracias, democracias por un día, aunque luego venga otros miles detrás carentes de toda democracia.
Y es que, como afirma Walt Whitman en sus Perspectivas democráticas (Ed. Capitán Swing), la palabra democracia es una gran palabra cuya historia está a la espera de ser escrita. Y a mí me da que es ahora cuando está empezando a ser escrita de verdad, que lo vivido hasta ahora han sido aperitivos, que no han estado mal para ir abriendo boca pero que saben a poco y el estómago pide algo más sólido. Y deberían acostumbrarse los estómagos más agradecidos de la democracia actual, que no son otros que sus dirigentes, a ir olvidándose de las ventajas que les proporciona la opacidad, que ya no hay opacidad que pase desapercibida, no con estos medios masivos de intercomunicación, y que ya vale de tanta voracidad mientras la gran masa se come las uñas.
Es lo que tiene el pueblo, que se acostumbra a comer y luego no puede renunciar a sus tomas diarias de desayuno, comida y cena. Y claro, a los cocineros cicateros, más pensando en su andorga que en la de los comensales, como que les sabe a mucho lo poco que les exigen. No conocen otro apetito que el suyo, pero nada, ahí siguen y quieren seguir de cocineros, quizás por aquello de quien parte y reparte se lleva la mejor parte.
¡Mamita, que está pasando....! Dice una canción popular por estos lados. En comentario anterior ya se habló sobre la Ruptura de la Paz Social y a la vez se recordó la Guerra Perdida contra la inmoralidad, no a la manera Católica, sino en relación al Sentido Común. Observe se la desaparición de culturas excelsas en ingeniería, astronomía, mecánica de suelos, obras civiles, etc, pero incapaces de la Mínima Moralidad, ejemplos sobran; Nazis, Incas, Olmecas, Aztecas, Egipcios, etc, de nada les aprovechó su esplendidez en las ciencias. Ese es el destino de las razas que se rinden a la inmoralidad. Aun teniendo ejemplos a montón, el Hombre Moderno tropezó con la misma piedra. El drama es que, en este caso, la caída no tiene retorno, ya que luego del Total Trastorno del mundo actual, el hombre tendrá que dar cuenta a quien hemos ofendido.
Al observar lo que ocurre en Turquía y en Brasil me viene a la cabeza el tan manido ejemplo del padrastro digital letal del que habla Gila en uno de sus monólogos. En Brasil y en Turquía han empezado a tirar de dos 'tonterías', aumento del precio del transporte y conversión de una plaza en centro comercial, y es posible que acaben pelándose enteras las dos, un cambio de piel del que otros países no están libres, ni siquiera el nuestro, y que podría causarles graves destrozos, sino el colapso del sistema. Erdogan ha reaccionado hacia adelante con manguerazos y Roussef hacia atrás con retrocesos, pero está claro que en uno y otro lado los movimientos ciudadanos siguen adelante, en uno estimulados por la oposición violenta del gobierno y en el otro hiperestimulados por el triunfo de la revuelta y el paso atrás gubernamental. En todo caso, cuando suena la marabunta popular no hay quien la pare.
A mi esto me parece que tiene el mismo futuro que las jaqueries en la Edad Moderna en Francia. Estas cosas sólo tienen futuro cuando adoptan forma política. La revolución francesa aprovechó la experiencia insurreccional de las jaqueries y las integró para su provecho. Yo diría que estas protestas sientan un precedente, pero su fruto aún no está maduro. Que llegue o no, ya se verá.
Toda manifestación, sin importar su magnitud de participantes, si no cuenta con una ideología que sirva para organizar las protestas y si aquella además no refleja sus reivindicaciones políticas, acaba con el agotamiento social seguido del olvido mediático. Pero mientras sigan los intentos de acallar las voces por parte del poder o de aplastar a los movimientos, la llama seguirá encendida.
El planeta, con su Humanidad dentro, está cambiando. Es un nuevo tiempo, como una nueva dispensación, algo desconocido por completo desde la prehistoria. Por tanto, La Tierra cambia y La Humanidad - coherentemente - cambia. Las viejas estructuras, por caducas, ya no sirven para construir el futuro que, dicho sea de paso, ya está aquí. Comienzo: 1987. Ya no hay profecías, ya no hay Nostradamus ni nada parecido: existen potencialidades, las que nosotros seamos capaces de ir forjando instante a instante. Una gigantesca energía llega desde el centro de la galaxia por medio del sol en ingentes llamaradas, es energía vital para los humanos, aunque impulsando más lo justo, lo compasivo, el acuerdo, la ternura, la cooperación, la transparencia, etc, etc...Es energía femenina, la energía de El Sur. En consecuencia, nadie busque traidores ni conspiradores por ninguna parte; el hecho es natural e inexorable en función de nuestro trabajo en cada país y en su conjunto. Bassets lo ha explicado muy bien. Hay explicaciones muy amplias sobre este hecho. Los libros de Kryon son el soporte. Saludos
El problema de fondo no es ser incapaz de entender lo que está pasando en el mundo, sino no creer que lo que ocurra es exactamente lo que el hombre sembró y ahora debe indefectiblemente cosechar. Dijo el Profeta del Sentido Común y pocos creyeron: “Sométase toda persona a las autoridades superiores, porque no hay autoridad que no provenga de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas. De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste; y los que resisten, acarrean condenación para sí mismos.”. Otra vez habló el Profeta y muchos no creyeron: “Desechemos, pues, las obras de las tinieblas...Andemos como de día, honestamente; no en glotonerías y borracheras, ni en inmoralidad sexual y lascivias, no en contiendas y envidia, sino vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne”. El Fruto Amargo está maduro y servido a la mesa.

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