Existimos

Dijo llamarse Anastasía y ser médico de profesión. Era joven y tenía un aspecto sereno. La encontré el domingo frente a la escuela donde estaban instalados los colegios electorales 2433 y 2434, cuando conducía a una observadora en dirección a un cartel de propaganda de Rusia Unida que no debería haber estado en los accesos al local.

“No estoy segura de que mi voto cambie nada, pero ya no soporto a esta gente. Quiero demostrar que los que votamos en contra de Rusia Unida también existimos”, dijo.

Efectivamente, existen los ciudadanos rusos que comienzan a demostrar su hartazgo ant...

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Dijo llamarse Anastasía y ser médico de profesión. Era joven y tenía un aspecto sereno. La encontré el domingo frente a la escuela donde estaban instalados los colegios electorales 2433 y 2434, cuando conducía a una observadora en dirección a un cartel de propaganda de Rusia Unida que no debería haber estado en los accesos al local.

“No estoy segura de que mi voto cambie nada, pero ya no soporto a esta gente. Quiero demostrar que los que votamos en contra de Rusia Unida también existimos”, dijo.

Efectivamente, existen los ciudadanos rusos que comienzan a demostrar su hartazgo ante un partido de tácticas arcaicas (no encuentro una definición global mejor) que pretende con métodos dignos del caciquismo español del siglo XIX llevar a Rusia al complejo mundo del siglo XXI.

Existen, vaya si existen, los rusos que ya no se dejan pisar. Lo ví en el colegio 2433, donde dos damas maduras, actuando como observadoras del partido comunista aunque sin ser filiadas, evitaban con ágiles reflejos que varios jóvenes fornidos depositaran unas papeletas a las que no tenían derecho por no estar empadronados. Una de las damas dijo ser presidente de una asociación de protección de los animales y experta en felinos. La otra, Liudmila, resultó una vecina con la que debatimos los problemas del céntrico barrio donde está la corresponsalía de EL PAIS. Liudmila me informó que los vecinos se han organizado y han formulado quejas al ayuntamiento por la desaparición de las tiendas de comestibles (los kioskos clausurados por orden del alcalde) y en prevención al cierre del mercado, el principal centro de abastecimiento del barrio, está sometido ahora a las presiones de la especulación inmobiliaria.

Existen los rusos que no se dejan pisar. El lunes por la noche, varios miles de personas salieron a la calle en Moscú para protestar por la falsificación electoral. Había gente madura, que recuerda las manifestaciones que sacaron a la calle a centenares de miles de personas en Moscú durante el apogeo de la “perestroika”, y jóvenes que nunca habían visto una concentración como la del lunes.

Varios miles de personas son muchos hoy y aquí en una sociedad supuestamente atontada por los esterilizados canales de televisión estatales. Su protesta fue multiplicada por medios de comunicación como El Eco de Moscú que emitió las intervenciones de los oradores y los videos del mitin.

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Artiom Troitski, prestigioso crítico musical, afirmaba que las elecciones del domingo fueron un ensayo para las presidenciales del próximo marzo, en las que Vladímir Putin espera ser consagrado como presidente para los próximos seis años. Ahora se elegía la “shestiorka” y en marzo se elije el “paján”, dijo Troitski, empleando dos palabras del argot carcelario que significan algo así como “lacayos” y “jefe”.

“No supimos aprovechar la libertad de los noventa, pero ahora nos hemos transformado en una verdadera sociedad civil”, exclamó el escritor Dmitri Vykov, que exhortó a los manifestantes a estar en guardia para la prueba de marzo. “El partido de los bandidos y ladrones no tiene derecho a decir que son la autoridad”, exclamó Alexéi Navalni, el abogado y bloggero, que fue uno de los trescientos detenidos por la policía. “Deben temernos y deben entender que les odiamos”, continuó. “No olvidamos. No perdonamos”, coreo la manifestación. “Existimos. Tenemos nuestros votos”, gritaron.

Todo indica que Vladímir Putin va a tener algunos baches suplementarios en la ruta de retorno a la presidencia. No está claro cómo reaccionará el tandem dirigente ante los problemas que se les vienen encima si toda la oposición que se expresa en Internet sale a la calle. En la noche electoral, el presidente actual Dmitri Medvédev manifestaba su satisfacción por la victoria de RU y afirmaba que ésta contribuía a la democracia. A su lado, Putin mostraba una expresión preocupada y alerta que contrastaba con el optimismo y ligereza de Medvédev.

 ¿Y ahora, ¿qué van a hacer esos dos personajes que han creído poder decidir ya entre ellos el destino de Rusia para los próximos doce años ? ¿Liberalizar? ¿Incrementar la represión? Existe una sociedad civil que no les va a dar tregua en la red y en la vida. fin

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