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¿Cómo funciona la acogida temporal de animales? Así se puede ayudar a los más desfavorecidos a encontrar un hogar

Los perros y gatos que precisan cuidados específicos, como por enfermedad, período de lactancia o inadaptación al albergue, pueden ser acogidos en hogares de voluntarios hasta su recuperación y posterior adopción

La vida puede ser dura para algunos perros y gatos que, además de ser abandonados, tienen alguna enfermedad o dificultad, lo que les complica su estancia en los albergues que les acogen. Son los más desfavorecidos entre los desfavorecidos, pero, afortunadamente, los centros de protección que se encargan de ellos tienen una alternativa para que tengan una segunda oportunidad. Se trata de una modalidad de acogida temporal en hogares de personas que se ofrecen como voluntarias para cuidarlos.

Para ser voluntario no hace falta experiencia previa, sino buena disposición para ofrecer tiempo y amor al animal que se acoge. “Se necesitan ganas de ayudar y de darles cariño, atención y unos cuidados básicos”, explica Ángeles Heras, directora del albergue de La Camada, Asociación Protectora de Animales y Plantas de Guadalajara (España). Las personas que hacen de canguros cumplen una misión que es fundamental para rescatar a perros y gatos especialmente desvalidos. “El objetivo es ofrecer un plazo de tiempo a estos animales en un entorno donde se sientan seguros y cuidados hasta que se recuperen”, sostiene Miriam Pérez, educadora social con máster en Etología.

Los perros y gatos que son acogidos tienen circunstancias especiales que requieren un seguimiento más personalizado y cuidados específicos que no se pueden ofrecer en los albergues, debido a que tienen que atender a muchos otros animales y no cuentan con los recursos suficientes para hacerlo. Entretanto, en los centros de protección se trabaja para encontrarles un hogar permanente. “Es el caso de los animales lactantes o de los que tienen un tratamiento veterinario. Nosotros hacemos un seguimiento de la evolución y estamos en contacto permanente con los cuidadores para atender cualquier duda. También concertamos las citas para las revisiones veterinarias y corremos con los gastos que conlleva hasta que son adoptados”, aclara Heras.

En ocasiones, es la propia familia de acogida quien acaba por adoptar al animal, agrega la experta, a la par que destaca otro papel que también cumplen las personas que los cuidan temporalmente para favorecer su adopción. “Ayudan a la difusión de información sobre ellos, mandando vídeos y fotos para publicar en nuestras redes sociales”, asegura.

En otras ocasiones, esta modalidad de voluntariado resulta una tabla de salvación para los animales que no se han adaptado bien a la vida del albergue, como en el caso de los que llevan muchos años viviendo en una casa. “Se trata de adultos que por su carácter o circunstancias no logran tener compatibilidad con el resto de animales, por lo que lo pasan mal y su calidad de vida se ve mermada”, destaca Pérez. La especialista también menciona los casos relacionados con la salud que requieren convalecencia o los de que han tenido experiencias traumáticas: “Por ejemplo, cuando ha habido una cirugía u otra enfermedad que precisa cuidados a largo plazo para recuperarse. Pero también los hay que necesitan un hogar temporal porque han sufrido maltrato”.

Eso sí, hay ocasiones en las que el cuidado de perros y gatos requiere ciertos conocimientos previos sobre animales. “Es el caso de los que son más inseguros y miedosos y les viene bien vivir en familia para aprender a socializar y recuperar la confianza”, aclara la experta.

Por su parte, Heras señala que los gatos son más acogidos temporalmente en hogares de voluntarios que los perros. “Es debido a que nos llegan más cachorros felinos que precisan cuidados personalizados, como para darles el biberón. De forma que al año se acogen en hogares a través de la gestión de nuestro centro alrededor de 60 gatos y 25 perros”, puntualiza.

Dos historias de acogida de animales desfavorecidos

  1. Diana es una perra pastor alemán de dos años que, para su corta vida, ha tenido unas cuantas dificultades que superar. Su dueño la dejó en el albergue de La Camada en muy malas condiciones de salud, por lo que la llevaron a una casa de acogida para recuperarse. Le costó salir adelante y estuvo hospitalizada durante días. Su tratamiento fue costeado por el albergue y también por la generosidad de quienes decidieron donar su dinero para ayudar a la perrita. Cuando el plazo en la casa de acogida concluyó (hay familias que pueden tener a los animales durante un determinado tiempo), Diana fue acogida en otro hogar porque su salud todavía era precaria. En la actualidad, sigue en tratamiento, se encuentra mejor y está feliz, pero sigue a la espera de encontrar un adoptante fijo.
  2. Lancelot era un gato triste que ha conseguido encontrar un hogar donde ser feliz. La persona con la que convivía lo dejó en el albergue de La Camada cuando tenía 10 años, porque dijo que se orinaba en la casa y mordía. Cuando los animales llegan mayores tras haber estado muchos años con una familia se deprimen y se niegan a comer, por lo que su vida esté en riesgo. Esto es lo que le ocurrió a Lancelot. Durante su estancia en el albergue no salía adelante. Estaba muy triste, hasta que se lo llevó una familia de acogida, con la que vive feliz. Es posible que sea adoptado para quedarse en este hogar.

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