Alto voltaje entre Ayuso y Vox en Madrid
La presidenta de Madrid trata de frenar el avance de la extrema derecha con un discurso confrontacional tan duro como el que usa contra la izquierda
Isabel Díaz Ayuso tiene una lista de enemigos habituales a los que cita en sus discursos públicos. No es ningún misterio que el principal de ellos es el presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez. Casi toda su energía dialéctica la vuelca en él. Otros fueron antes blanco habitual de sus comentarios, pero ya no le merece la pena ni nombrarlos, como a Pablo Iglesias. Aquello se esfumó. Ahora, la presidenta de Madrid ha incluido en ...
Isabel Díaz Ayuso tiene una lista de enemigos habituales a los que cita en sus discursos públicos. No es ningún misterio que el principal de ellos es el presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez. Casi toda su energía dialéctica la vuelca en él. Otros fueron antes blanco habitual de sus comentarios, pero ya no le merece la pena ni nombrarlos, como a Pablo Iglesias. Aquello se esfumó. Ahora, la presidenta de Madrid ha incluido en su repertorio de una forma voraz a Isabel Pérez Moñino, una de las representantes del ala más dura de Vox, el partido de extrema derecha.
La animadversión es mutua, no hay más que presenciar un pleno de la Asamblea de Madrid. Pérez Moñino, como portavoza de su partido, tiene el primer turno de preguntas. Desde ese momento empieza el fuego cruzado. El voltaje resulta palpable. Y resulta que tiene una intensidad mayor que cuando el cruce dialéctico se produce con los representantes del PSOE o Más Madrid, la izquierda. Lo que lo ven desde fuera coinciden en que se trata de un choque por un mismo voto, a la derecha de la derecha.
El camino que traza estos días Ayuso para echar a Sánchez de la Moncloa no es el de la mesura ni la búsqueda del centro. “El tibio incomodado, que tanto abunda en las tertulias, puede seguir mirando para otro lado mientras confunde moderación con cobardía, que es lo que está pasando. Así que aquí les digo otra cosa, los esguinces de cuello para los tibios, los que caminamos de frente, no tenemos esos dolores“, dijo el domingo en el templo de Debod, donde la derecha se movilizó para protestar contra la corrupción de los socialistas, que ha visto como un exministro y mano derecha de Sánchez ha entrado en prisión.
El de Ayuso y Pérez Moñino es un combate dialéctico que sorprende a cualquiera. La de Vox llega al extremo de llamar “progre” a la presidenta, un calificativo que difícilmente le encaja. La critica por un Madrid de “acentos en español”, un matiz que usa para dejar claro que la inmigración latinoamericana está bien vista. A Moñino no le entusiasma tanto. Ayuso se ríe de que critique a los hispanos (un término que usa deliberadamente) o que se queje de que los extranjeros copen la sanidad pública, cuando es un derecho que no se les puede quitar. Frente a Pérez Moñino, la voz con los que la extrema derecha intentó prender la mecha de una ola antiinmigración que recorriera toda España al calor de la agresión a un hombre en Torre Pacheco (Murcia) por un joven de origen magrebí, Ayuso parece una activista proinmigración incluso.
Eso ha llevado a que Ayuso la llame “cateta”. Ella respondió que no le importa en un vídeo en el que comía chocolate con churros. Esto ocurre mientras Vox, según las encuestas, crece a nivel nacional. A día de hoy, obtendría 55 escaños, 22 más que en las elecciones del 23 J, por lo que el PP tendría que pactar con ellos para formar Gobierno. El PP madrileño, que obtuvo mayoría absoluta en las últimas elecciones, no quiere llegar a ese escenario.
El entorno de Ayuso sostiene que la presidenta opaca a Vox, como no ocurre en otras regiones de España. Aquí le hacen a ella oposición “con el PSOE y Más Madrid”. “Esto no ha empezado ahora, ya ocurrió con Rocío Monasterio (una de las mujeres fuertes del partido que ya dejó la formación). Vox nació contra el PP y vive contra el PP. No soportan el éxito transversal de Ayuso. La gente les vota en las nacionales y aquí a nosotros”, explican fuentes cercanas a Ayuso.
Los datos no son fáciles de desgranar por autonomías y dependiendo de los líderes políticos, pero entre los analistas y en la calle cunde la sensación de que aquí el partido extremista no consigue ganarle terreno. En el partido que lidera Santiago Abascal no creen que eso sea así. De hecho, a menudo dicen que Ayuso les tiene “miedo” electoralmente. Para sus responsables, “la discrepancia con Ayuso no es personal, es de modelo”. “No le gusta Madrid, que sus barrios le parecen lugares tristes. y por tanto su gobierno apuesta por transformar nuestra región en la “ciudad global”, un proceso de “miamización” que nos convierta en un sucedáneo sin identidad de cualquier ciudad cosmopolita", sostienen desde Vox.
A Vox no le convence que Ayuso viaje a Miami para buscar inversores y atraer ricos latinoamericanos. “Para ello ha activando un efecto aspiradora atrayendo población de todo el mundo sin ningún control y supuestas inversiones extranjeras a las que ofrece ventajas fiscales, pero que jamás repercuten en el interés de la gente corriente”, insisten. La gente de Pérez Moñino considera que Madrid vive “un crecimiento demográfico desproporcionado”. Sus políticas antiinmigración son claras y explícitas. Vox Madrid apoya la iniciativa en el Congreso de los diputados de su partido a nivel nacional en la que se pide la prohibición en espacios públicos del velo integral y multar a los hombres que obliguen a las mujeres a hacerlo.
Están desesperados y agresivos, responden desde el PP. “El crecimiento en Madrid de ese partido no se produce. Ni siquiera hablan de competencias que son de nuestro Gobierno. Hablan siempre de migración y seguridad. De eso se ocupa el Gobierno nacional. Lo de ellos es pura demagogia”, añaden. Recuerdan que Vox presentó hace dos años enmiendas a los presupuestos con dos minutos de retraso de la hora límite cuando tuvieron un mes para poder haberlo hecho. “Y suben algo de una partida y no lo quitan de otra. Una chapuza”.
La tensión entre los dos partidos de la derecha a buen seguro que aumentará cuando se vayan acercando las citas electorales, aunque sea a dos años vista. Vox puede que haya incursionado con éxito en otras regiones, pero aquí lo tiene más difícil. Ayuso no les deja crecer tan rápido.