Roba a la anciana que cuidaba 27.700 euros en zapatillas, manicura y taxis, pero se libra del delito de estafa
El hijo de la señora se dio cuenta al ver unos SMS en el móvil con unas compras que su madre no había hecho y la empleada llegó a admitir que había abusado de su confianza
Un hombre de Madrid instaló a su madre en su casa después de que su cuidadora se lesionara y pidiera una baja temporal. Cuando ambos se encontraban en la vivienda, el móvil de la anciana empezó a sonar. El hijo vio varios SMS típicos de las entidades bancarias cuando solicitan autorización para completar una transacción. Solo que, en ese caso, su madre estaba a su lado, no estaba haciendo esas compras y no podían corresponder a una adquisición pasada. Alarmado, el hombre revisó las dos cuentas bancarias de su progenitora y descubrió 719 ...
Un hombre de Madrid instaló a su madre en su casa después de que su cuidadora se lesionara y pidiera una baja temporal. Cuando ambos se encontraban en la vivienda, el móvil de la anciana empezó a sonar. El hijo vio varios SMS típicos de las entidades bancarias cuando solicitan autorización para completar una transacción. Solo que, en ese caso, su madre estaba a su lado, no estaba haciendo esas compras y no podían corresponder a una adquisición pasada. Alarmado, el hombre revisó las dos cuentas bancarias de su progenitora y descubrió 719 pagos sospechosos entre enero y septiembre de 2021 por valor de 27.700 euros.
La empleada que cuidaba de su madre tenía acceso a las tarjetas de esta para poder hacerse cargo de la compra de comida, medicamentos y otros útiles necesarios en el día a día. En la vivienda también residía el hermano de la trabajadora que había llegado recientemente de Venezuela. Por ese motivo, al comprobar el alcance de los gastos, el hijo se puso en contacto con la mujer para pedirle explicaciones.
En una primera conversación por Whatsapp, el hombre se extraña por una compra de 95 euros en un negocio de zapatillas deportivas. La cuidadora replica que fue un regalo que le hizo su madre a ella a condición de que no dijera nada a la familia, a lo que el hijo responde que le extraña porque a él no le regaló nada en su último cumpleaños. “Salir con tu madre es un sin parar”, llega a escribir la empleada.
En otro intercambio, la mujer insiste en que son compras que ha hecho la anciana. “¿Dos compras en la Casa de las Carcasas?”, responde el hijo perplejo. Avanzado el intercambio de mensajes, en el que la empleada insiste en que la mujer era consciente de todos los cargos, esta acaba reconociendo su error. “He abusado de la confianza de la señora y es mi culpa y lo acepto”, llega a reconocer. La anciana y su hijo rescindieron el contrato con la mujer y la denunciaron junto a su hermano.
Luego, se dieron cuenta de hasta dónde había llegado. En abril de 2021, por ejemplo, la empleada gastó presuntamente solo en el Corte Inglés casi 600 euros entre zapatillas, ropa de marca, perfumes y cosmética y en la cafetería. En mayo, esta cifra ascendió a 984 euros, de los que 465 se gastaron en un solo día en el supermercado. En julio, la cantidad que se pagó en comida fue de 529 euros. Ese mes, la cifra pagada en el Corte Inglés superó los 1.400 euros.
Aunque estos grandes almacenes eran su lugar predilecto, como se desprende de la documentación, la lista es interminable. Pedicuras y manicuras, muebles, pedidos de comida, pasteles, muchas zapatillas, cosméticos, taxis, productos electrónicos... Las diligencias incorporan además varios tickets firmados por la denunciada.
Denunciantes y denunciados llegaron a firmar un acuerdo a finales de 2021 en el que la cuidadora y su hermano se comprometían a devolver el dinero sustraído en cuotas mensuales, y la señora y su hijo prometieron retirar la denuncia. Los hermanos hicieron un primer pago de 5.000 euros e ingresaron algunas cuotas, pero pronto dejaron de cumplir su parte del acuerdo.
El abogado de los denunciados, Juan Gonzalo Ospina, presentó un escrito en el que alegaba que la otra parte también faltó a su palabra, al no haber retirado la denuncia contra sus representados. La defensa recuerda que su representada tenía “permiso y autorización para realizar las compras necesarias de la denunciante”, aunque sí consideran que “podría ser objeto de reproche desde una perspectiva moral” que adquieran productos no comunicados a la propietaria de la tarjeta.
Avanzada la instrucción, el teléfono móvil de los investigados dejó de existir y tampoco era posible localizarlos en sus últimas direcciones conocidas, por lo que fue imposible su toma de declaración. Además, tampoco llegó a realizarse el análisis por parte de la policía de la información remitida por las entidades bancarias por problemas técnicos. Todo esto provocó que, a finales de 2024, los plazos de instrucción no se pudieran prorrogar más y no se pudiera probar el delito de estafa, por lo que la causa quedó archivada y se emplazó a la vía civil.