Lobato remata un PSOE roto en Madrid
El ministro Óscar López se prepara para encabezar un relevo dirigido desde La Moncloa
Cuando este miércoles, pasadas las dos y media de la tarde, Juan Lobato anunció su dimisión, pocos eran ya los que en voz alta mostraban algún apoyo. Quienes pensaban que dimitiría ...
Cuando este miércoles, pasadas las dos y media de la tarde, Juan Lobato anunció su dimisión, pocos eran ya los que en voz alta mostraban algún apoyo. Quienes pensaban que dimitiría en su mensaje del martes solo tuvieron que esperar un día para encontrar respuesta al clamor: Lobato es un cadáver político que ni siquiera sería bien recibido en el congreso que el PSOE celebrará este fin de semana. “Hay que tener bemoles para presentarse en Sevilla”, decía a este periódico una alcaldesa madrileña horas antes de conocer su dimisión.
“No responde a los mensajes ni contesta a llamadas. Está ausente”, explicaba esta alcaldesa, al frente de uno de los 32 ayuntamientos en manos del PSOE de los 179 que tiene la Comunidad de Madrid. Otro alcalde próximo a Lobato, sin embargo, desmentía esa versión. “Cualquiera que lo conozca sabe que está todo el día conectado”, dijo. Este regidor, uno de los pocos que se atrevía a hablar bien de Lobato (aunque sin dar su nombre) reconoció haber conversado con él en las horas previas a su dimisión y que lo encontró “bien dentro de la situación tan difícil”. El alcalde confirmaba así que Lobato había dejado de escuchar a las voces que, desde el lunes por la mañana, le pedían explicaciones por haber llevado a un notario sus conversaciones con una persona de La Moncloa, que le pidió que aireara la propuesta del abogado de Ayuso a la Fiscalía, según reveló Abc.
Consultados cinco alcaldes de la Comunidad y otros dos altos cargos socialistas que prefirieron no dar su nombre, prácticamente todos consideraron “insostenible” la situación de Lobato. La mayoría estaban “estupefactos” por lo que consideraban una “traición” con el único objetivo “de salvarse él”, reconocían en referencia a la investigación judicial existente sobre la filtración del caso del novio de Ayuso.
A Lobato, no obstante, ya le habían buscado sustituto. Todo apunta a que Óscar López, actual ministro de Transformación Digital y uno de los hombres más cercanos a Pedro Sánchez, es el hombre elegido por Ferraz para sustituir a un Lobato que nunca gozó del cariño del aparato. Para algunos de los consultados, con su decisión “unilateral” agotó el “poco apoyo” que le quedaba entre las bases.
Técnico de Hacienda de formación, Juan Lobato se convirtió con 29 años en alcalde de su pueblo, Soto del Real, donde consiguió dos mayorías absolutas. En 2021 ganó las primarias de su partido al obtener el 61% de los votos. Hasta sus críticos le reconocen que tiene un buen conocimiento de las ciudades y pueblos de Madrid, pero le reprochan “falta de colmillo” y un compromiso “poco contundente con la izquierda”. Su tono mesurado, poco apto para los tiempos que corren, lo alejó de amplios sectores del partido y sus veladas críticas a algunos de los acuerdos del Gobierno con los independentistas catalanes terminó alejándolo cada vez más de La Moncloa, a lo que se suma un exiguo resultado electoral que fue abriendo un abismo para el que ya había recambio.
Cuando hace una semana a Lobato le preguntaron por ello, y aún aspiraba a librar la batalla, tiró de ironía para referirse a Óscar López o Francisco Martín, los nombres que estaban sobre la mesa: “Si dijeras que Michelle Obama quiere encargarse del PSOE de Madrid, quiere inaugurar agrupaciones y recorrerse los pueblos me lo replantearía, si hubiera una gran alternativa capaz de generar una ilusión social y mereciera la pena renunciar al trabajo de miles de militantes… pero Michelle Obama no está en esto, por lo que hay que respetar a la gente”.
Bajo el gobierno de Lobato, en las últimas elecciones, el PSOE-M consiguió sumar tres escaños a las raquíticas cifras con las que llegaba a los comicios de 2023, pero quedó como tercer partido a 6.000 votos de Más Madrid, unos datos muy exiguos para la tercera región que más escaños aporta al Congreso después de Andalucía y Cataluña. Una de las pocas voces que seguía apoyándolo señala que “Juan hizo lo correcto yendo a una notaría” y defiende que “la militancia no quiere que desde Ferraz nos marquen el camino. Aquí caben voces distintas”. No obstante, los pesos pesados del partido, como Javier Ayala, alcalde Fuenlabrada, o Sara Hernández, alcaldesa de Getafe, hace tiempo que habían bajado el pulgar.
Solo hace una semana, cuando habló de Michelle Obama, se sentía fuerte y con ganas de dar la pelea en diciembre. El argumentario principal era la necesidad de asentar un liderazgo después de años sin rumbo, pero todo cambió tras la información que revelaba que meses atrás acudió a una notaría a dejar constancia de los mensajes que cruzó con Pilar Sánchez Acera, jefa de gabinete de Óscar López. Precisamente Sánchez Acera es una figura capital en Madrid para entender cómo se cuecen las relaciones entre el socialismo madrileño y el Gobierno de Pedro Sánchez. Jefa de gabinete de Óscar López, Sánchez Acera, que nunca supo que Lobato, su antiguo jefe, llevó la conversación de WhatsApp que mantuvo con él a un notario hasta que lo publicó Abc, lleva más de 25 años en la política madrileña. Fue concejala de Alcobendas entre 1999 y 2007, desde donde se convirtió en persona de confianza del entonces líder del partido, Alfredo Pérez Rubalcaba, que llegó incluso a situarla como alternativa a Tomás Gómez en las primarias de 2012. “No tengo una mala opinión de ella, es una compañera del partido con la que he trabajado de forma cercana durante mucho tiempo”, dijo este alcalde cercano a Lobato. Esa relación, obviamente, saltó por los aires.
Una vez más, roto el partido, el PSOE-M afrontará en pocos días sus primarias. Desde el 5 diciembre se recibirán las candidaturas, entre el 8 y el 16 de diciembre será la recogida de avales, el 11 de enero, la primera votación y, el 18 de enero, una segunda si fuera necesario. Lobato sale por la puerta de atrás, igual que Tomás Gómez, destituido en 2015, lo que sigue abonando el errático rumbo que lleva el partido en los últimos 30 años, en los que ha tenido seis secretarios generales, tres gestoras y casi tantos candidatos como elecciones.