Juana Canal: llega a juicio 21 años después un crimen descubierto por casualidad

Este lunes se sienta frente al juez el acusado de matar a su pareja en Madrid en 2003. Fue detenido en 2022 al borde de la prescripción, tras el hallazgo de sus restos en su pueblo

Ana María Canal, hermana de Juana Canal, mujer presuntamente asesinada por su pareja hace 21 años, fotografiada en su casa de Madrid.Claudio Álvarez

Cada día durante mucho tiempo Ana María Canal se ponía los auriculares para escuchar la canción Stairway to Heaven (Escaleras al cielo) de Led Zeppelin para sentir así un nexo de unión con su hermana desaparecida en 2003. El rastro de Juana Canal se perdió en febrero de ese año, cuando tenía 38 años. Desde entonces y hasta 2022 su familia aprendió a vivir sin tener las respuestas que tanto necesitaba. El ...

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Cada día durante mucho tiempo Ana María Canal se ponía los auriculares para escuchar la canción Stairway to Heaven (Escaleras al cielo) de Led Zeppelin para sentir así un nexo de unión con su hermana desaparecida en 2003. El rastro de Juana Canal se perdió en febrero de ese año, cuando tenía 38 años. Desde entonces y hasta 2022 su familia aprendió a vivir sin tener las respuestas que tanto necesitaba. El método de su hermana pequeña para sobrellevarlo era ponerse esa canción y recordar cuando Juani, como la llamaban todos, aprendió a tocarla un verano con la guitarra. Este lunes comienza el juicio en el que, por fin, los Canal esperan cerrar algunos capítulos para abrir otros, para poder por fin comencar el duelo y el recuerdo. El acusado es la pareja de la mujer en aquel momento, Jesús Pradales, que asegura que la víctima murió en una pelea en la que él trató de defenderse y al asustarse ocultó el cadáver. Ana María sostiene la foto que duerme junto a ella cada noche, en su mesilla, mientras reflexiona: “Lo que más me importa es que la gente sepa que Juani no se fue voluntariamente, que ella no abandonó a su familia”.

30 testigos, entre allegados, policías y guardias civiles y médicos forenses reconstruirán el final de Juana Canal. Al menos, las partes de la historia a las que se ha podido llegar dos décadas después. Será un juicio diferente a los actuales, en el que no hay restos de ADN en la escena del crimen ni geolocalización del móvil, sino que estará basado en los testimonios de los familiares de uno y otro lado, en los recuerdos que almacenan desde hace 21 años los vecinos del piso en el que presuntamente se cometió el crimen y en la confesión del acusado, que se enfrenta a 15 años de prisión por homicidio. La acusación particular, ejercida por Juan Manuel Medina, no puede solicitar más porque los escasos restos hallados del cuerpo no dan más pistas sobre el modo en el que Juani perdió la vida.

El detenido por la desaparición de Juana Canal, a su llegada en octubre de 2022 para pasar a disposición judicial en Ávila.RAÚL SANCHIDRIÁN (EFE)

Pero en la vista oral jugarán un papel importante otros elementos que en su día no fueron tomados en cuenta para investigar la desaparición de la mujer y que tienen que ver con la evolución en la investigación de los crímenes machistas en España. En el momento de su homicio, faltaba un mes para que se empezaran a contabilizar las víctimas de violencia de género como una de las primeras medidas para dimensionar el problema. La familia de Juani se enteró en 2022 de detalles que les hicieron estremecerse. Por ejemplo, supieron que la misma noche en la que desapareció, la mujer había llegado a llamar a la policía para alertar de la agresividad de su pareja. También supieron que poco después del crimen, el hoy acusado fue detenido hasta en dos ocasiones por violencia de género sobre su nueva esposa, con la que se casó cuatro meses después del fallecimiento de Juani. Y, para ahondar más en su dolor y rabia, también supieron que el hombre había interpuesto una denuncia contra su pareja dos días después de su desaparición acusándola a ella de haberlo agredido.

El lugar en el que un viandante encontró por casualidad en 2019 los restos de la víctima, en un paraje natural en el pueblo del acusado, en Ávila, lo colocó directamente como principal sospechoso del crimen. Por un problema burocrático, pasaron tres años desde que se hallaron los huesos, hasta que se notificó a la familia y se activó la investigación que culminó con la detención de Pradales. En un tiempo récord, antes de que prescribiera el crimen, el presunto culpable estaba en prisión provisional. Ana María recuerda cómo Jesús, uno de los policías la llamaba casi cada día y, aunque no podía contarle mucho, le aseguraba que estaban trabajando en ello. “Yo sabía desde el primer momento que ese hombre le había hecho algo, que Juani no había abandonado a sus hijos ni a su madre, pero en 20 años te da tiempo para pensar cualquier posibilidad, como que se le fue la cabeza y se perdió por algún sitio”, relata ahora la hermana sobre la angustia que han supuesto estas dos décadas de incertidumbre.

El duelo en este proceso ha sido diferente en cada uno de los cuatro hermanos de la víctima. “Después de su detención fuimos hasta el lugar en el que la encontraron, para ver dónde había descansado todos estos años y colocamos un pequeño altar. Ahora tengo que volver a cambiar la foto que está muy desgastada”, señala Ana María. Ella es la hermana pequeña y asegura que su manera de sobrellevarlo ha sido hablar públicamente para dejar claro que Juani no abandonó a su familia.

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Ellas dos crecieron muy unidas, porque se llevaban apenas dos años, a mucha distancia del resto de los hermanos. Juani era la que avanzaba a Ana María cuáles eran los profesores más duros en su próximo curso. Juntas fueron a ver su primera película al cine, Grease, en la Gran Vía. A ella fue a la primera persona a la que Juani le confesó que se había quedado embarazada con 20 años. “Lo recuerdo perfectamente, estábamos las dos en un sofá, debatiendo sobre cómo contarlo al resto de la familia”, cuenta con una sonrisa.

Juani había vivido rápido. Fue madre joven, se casó, se divorció y regresó a vivir con su madre, en el barrio de Ascao de Madrid. Su hermana guarda de ella el recuerdo de verla tocar la guitarra y escuchar la música rock que tanto le gustaba. Trabajó como adminitrativa en varias empresas.

Agentes de la Guardia Civil y la Policía Nacional, en la zona en la que fueron hallados los restos de Juana Canal.GUARDIA CIVIL (GUARDIA CIVIL)

En 2002 conoció al hombre que se va a sentar frente al juez acusado de su homicidio. Su relación comenzó cuando ella montó en el taxi que él conducía y entablaron una conversación. Unos meses después, confiada en el futuro de este noviazgo, Juani se empancipó junto a sus dos hijos, ya adolescentes, y alquiló un piso en el distrito de Ciudad Lineal. Cerca de la navidad de 2002, organizó una merienda en su casa para presentar a la familia a su nueva pareja. “Era un plan que hacíamos a menudo los hermanos, el de reunirnos el fin de semana en alguna casa para estar con mi madre y que los primos se vieran”, rememora Ana María. En esa casa fue donde presuntamente Jesús la mató, la metió en una maleta y se la llevó a su pueblo. Al día siguiente dejó una nota al hijo mayor de Juani en el que le contaba que su madre se había escapado y se esfumó de la vida de los Canal. En los días posteriores, solo supieron de él porque llamó en un par de ocasiones al hijo mayor de la que había sido su pareja para reclamarle una supuesta deuda de Juani. El marido de Ana María tuvo que pedirle que dejara de molestar al chico.

La familia Canal, confía en que el jurado entienda que no cabe la posibilidad de una muerte accidental y que la falta de respuestas en dos décadas han supuesto una crueldad inmensa. Ellos ya sienten que la investigación policial supuso una primera victoria. Ahora, se preparan para el momento decisivo, el del juicio, 21 años después de ver a Juani por última vez. Ana María habla desde la serenidad: “No voy a decir que no me importa la condena que le impongan, porque claro que me importa, pero todo lo que ya ha salido a la luz, me da algo de paz”.



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