Cinco meses de engaño y un funeral: historia de una estafa de 200.000 euros en el barrio Salamanca

La policía detiene a un hombre por obtener grandes cantidades de dinero de dos mujeres mediante mentiras en las que relataba una desgracia detrás de otra

Teléfono móvilUnplash

Era agosto y estaba descansando cuando su móvil sonó. La mujer acababa de recibir un mensaje de un antiguo compañero de trabajo en el sector de la hostelería. “¡Hola! No sé si me recuerdas, trabajamos juntos hace un año”, comenzaba. Sí, lo recordaba, habían coincidido durante un tiempo y habían hecho buenas migas, pero no eran íntimos. El hombre parecía desesperado. Su antiguo compañero le contaba que su abuela se acababa de morir y que no tenía dinero para ir al funeral. Le pedía 50 euros para coger un taxi. Fueron los primero...

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Era agosto y estaba descansando cuando su móvil sonó. La mujer acababa de recibir un mensaje de un antiguo compañero de trabajo en el sector de la hostelería. “¡Hola! No sé si me recuerdas, trabajamos juntos hace un año”, comenzaba. Sí, lo recordaba, habían coincidido durante un tiempo y habían hecho buenas migas, pero no eran íntimos. El hombre parecía desesperado. Su antiguo compañero le contaba que su abuela se acababa de morir y que no tenía dinero para ir al funeral. Le pedía 50 euros para coger un taxi. Fueron los primeros de los más de 200.000 euros que acabó recibiendo de las cuentas de la mujer y de una tía de esta en los siguientes cinco meses.

Ese mismo día, a esa primera transferencia por el sistema de pago instantáneo Bizum, le siguieron varias. Él, que tiene unos 30 años, insistía en que no le llegaba el dinero y le pedía que se lo enviara una y otra vez. Al ver que el primer intento había resultado tan sencillo, decidió seguir con su estratagema. El medio para seguir convenciendo a su víctima de que le diera su dinero era la pena. Y así siguió hasta sacarle 5.000 euros, con diferentes excusas. Cuando las peticiones de su supuesto amigo superaron su capacidad económica, ella le pidió a su tía ayuda ante la situación peliaguda por la que pasaba su excompañero de trabajo.

La mujer, de alrededor de 65 años, también creyó la historia de ese pobre hombre que parecía sobrepasado por las circunstancias. Los mensajes eran constantes y buscaban siempre la compasión de ambas mujeres. “Sé que sois muy buenas”, “soy consciente del esfuerzo que os supone esto”, “os lo devolveré todo”, les escribía. El siguiente relato ficticio que inventó fue que necesitaba dinero para el entierro de su abuela, una cantidad desorbitada para un funeral normal y corriente en España. Pero las mujeres siguieron confiando en él. La tía llegó a darle miles de euros.

“Sabe lo que tiene que decir”

En una última fase, cuando las patrañas eran excesivas, les aseguró que ya estaba preparado para devolver lo prestado, pero que para eso tenía que pedir un crédito. Pero la condición para que el banco les diera dinero era que en su cuenta debía de haber efectivo. Las mujeres ya desconfiaban, lo habían bloqueado y desbloqueado varias veces, le advirtieron de que ya se habían quedado sin nada, pero confiaron una última vez en sus palabras. Pero el dinero nunca llegó.

En enero, conscientes de que habían sido engañadas, acudieron a la comisaría de su distrito, el de Salamanca en Madrid, para presentar una denuncia. El investigador D. no tuvo duda de que todo apuntaba a una estafa. “Él es una persona convincente, nada altiva, que sabe lo que tiene que decir y que juega a que tengas pena de él”, comenta el policía. Las víctimas relataron meses de pagos por Bizum, de transferencias bancarias e incluso de citas en cajeros donde la tía sacaba el dinero para entregárselo en mano al supuesto amigo en apuros. Todo estaba acreditado, el presunto estafador estaba tan confiado que nunca ocultó su nombre ni su número real. Pensaba que ellas nunca serían capaces de denunciarlo.

Tras reunir todas las pruebas del engaño, el investigador D. comprobó que ese hombre tenía ocho cuentas a su nombre, para dificultar el trazado de sus finanzas. Además, le constaban antecedentes por este tipo de hechos. Cuando lo esposaron, siguió con su papel, se mostró compungido e incluso soltó lágrimas contando su historia.

No le valieron de nada, porque las pruebas eran demasiado contundentes como para seguir creyendo en la historia de la abuela. “Al ver que al principio le funcionó, siguió hasta que la cantidad fue desorbitada. Vio un filón y decidió continuar”, comenta el policía. Fue detenido y acusado de sacar más de 200.000 euros a sus víctimas, que ahora esperan recuperar, al menos, una parte.

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