‘Que nadie se quede sin jugar’ en un barrio sin infraestructura deportiva
La Asociación Deportiva Cultural Malasaña lanza un programa para transformar, a través del deporte, la realidad de los niños en situaciones conflictivas
La Asociación de Deporte y Cultura Malasaña (ADCM) tiene ocho equipos de fútbol que nunca juegan de local. “A falta de instalaciones adecuadas en el barrio”, los clubes tienen que recibir a sus rivales en un campo del vecino barrio de Chamberí. Aun así, han lanzado el proyecto ‘Que nadie se quede sin jugar’, presentado este viernes por los directivos de ADCM. El programa tiene como objetivo “que todos los niños y niñas que lo deseen puedan practicar deporte en un entorno seguro, sin importar su condición económica, familiar o social”, detalla la organ...
La Asociación de Deporte y Cultura Malasaña (ADCM) tiene ocho equipos de fútbol que nunca juegan de local. “A falta de instalaciones adecuadas en el barrio”, los clubes tienen que recibir a sus rivales en un campo del vecino barrio de Chamberí. Aun así, han lanzado el proyecto ‘Que nadie se quede sin jugar’, presentado este viernes por los directivos de ADCM. El programa tiene como objetivo “que todos los niños y niñas que lo deseen puedan practicar deporte en un entorno seguro, sin importar su condición económica, familiar o social”, detalla la organización en una nota de prensa. Tarea nada sencilla en Malasaña, donde solo hay un centro deportivo de acceso libre, de los tres en funcionamiento, para más de 30.000 habitantes.
Jose Ignacio Arrufat, vicepresidente de ADCM, ha insistido durante la presentación del programa: “Necesitamos ayuda, no tenemos espacio para jugar”. De hecho, la falta de infraestructura ha ocasionado “el rechazo de muchos jugadores”, según ha comentado Arrufat. Eso mismo cuenta Will Shepard, de 32 años, uno de los entrenadores técnicos de los equipos de ADCM: “Lo más triste de todo esto es que no tengamos campo para entrenar. Lo necesitamos para crecer, ya no como equipo, sino como proyecto social”.
El 20% de los 182 futbolistas que componen el ADCM están becados por el club, una subvención promovida por los directores al ver que “muchos chicos se iban por el tema económico”, añade el vicepresidente. El club tiene una alta cuota de extranjeros, 30 de los jugadores son de República Dominicana, la nacionalidad dominante, tras la española. También juegan varios latinoamericanos, así como alemanes y suizos. En Malasaña hay 7.000 familias en riesgo de exclusión social, un millar de las cuales son perceptoras de renta mínima, según cifras citadas por el vicepresidente.
En este contexto ha emergido la iniciativa ‘Que nadie se quede sin jugar’, una sociedad sin ánimo de lucro que se dedicará a “identificar chicos con problemas [familiares y/o comportamentales] para buscarles un equipo”, ha explicado Arrufat, quien pregona la práctica de deporte como “la herramienta para que una persona pueda ser incluida en la sociedad”.
El evento de presentación tuvo lugar en el salón de eventos Monkey Garaje, engalanado con bufandas y camisetas del club expuestas para la venta, así como dos trofeos que rememoran los campeonatos conseguidos en 2017 y 2018. Al lugar asistieron patrocinadores, comerciantes y vecinos que apoyan al club, así como los jugadores de los equipos deportivos, quienes se agolpaban frente a una pantalla gigante donde se reproducían los goles marcados en temporadas pasadas.
Han transcurrido 14 años desde que Edward Tomaneng fundó la ADC Malasaña “en una pizzería de la plaza del 2 de mayo”, como ha recordado él mismo este viernes. Desde entonces, más de 2.000 niños han pasado por sus equipos. Actualmente, la organización tiene ocho clubes que compiten en la Real Federación Madrileña de Fútbol, en categorías desde Alevín hasta Sénior.
En medio de la alocución de los directivos hubo en espacio para el reconocimiento al mejor gol de la temporada. El aplaudido fue José Antony, delantero de 14 años, gracias a una chilena que se clavó en la red después de rozar el travesaño, una repetición que causa la ovación de todos los asistentes que vieron la anotación proyectada por el video beam, en un telón blanco. El menor considera que juega a su favor haber aprendido a jugar al fútbol en los campos de Vallecas, “que están llenos de baches”, lo que hace que su habilidad con el balón mejore en las canchas sintéticas del centro de Madrid, que, definitivamente, no tienen en el barrio de su club.
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