Concha, una comerciante de barrio, asesinada a puñaladas en el mostrador de su tienda en Tirso de Molina

La policía investiga el asesinato de una vendedora dueña de un negocio de toda la vida en Lavapiés con el atraco como principal hipótesis. Varios testigos aseguran haber visto a un hombre salir corriendo en dirección a Atocha

Miembros de la policía en el lugar del asesinato de una comerciante en la Plaza de Tirso de Molina en Madrid. Foto: JAIME VILLANUEVA | Vídeo: EPV

Concha tenía 61 años, estaba detrás del mostrador de su tienda en la plaza de Tirso de Molina desde hacía más de dos décadas y este lunes a la una y cuarto de la tarde, 15 minutos antes de echar el cierre para irse a comer, ha muerto apuñalada. Todavía se desconoce quién o quiénes han perpetrado el asesinato de la comerciante ni cuáles son los motivos, aunque todo apunta a un atraco que ha acabado de la peor forma posible. Varios testigos que estaban en ese momento en la plaza, a cinco minutos de la Puerta del Sol, aseguran hab...

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Concha tenía 61 años, estaba detrás del mostrador de su tienda en la plaza de Tirso de Molina desde hacía más de dos décadas y este lunes a la una y cuarto de la tarde, 15 minutos antes de echar el cierre para irse a comer, ha muerto apuñalada. Todavía se desconoce quién o quiénes han perpetrado el asesinato de la comerciante ni cuáles son los motivos, aunque todo apunta a un atraco que ha acabado de la peor forma posible. Varios testigos que estaban en ese momento en la plaza, a cinco minutos de la Puerta del Sol, aseguran haber visto huir a un hombre hacia la zona de Atocha o Lavapiés, mientras la víctima lograba andar unos pasos hacia la salida de la tienda y se ponía la mano en el abdomen.

Alberto Loranca, vecino de la plaza, le había comprado una pajarita hacía solo una semana. Es músico y siempre acudía a Concha para que le recomendara camisas y complementos para sus actuaciones. Así, en esa relación de cliente y comerciante de toda la vida, charlaban de los problemas que se acumulaban en la plaza desde hacía tiempo. Tirso de Molina se ha convetido en un punto habitual de personas sin hogar y también de drogodependientes. No es el primer homicidio ni la primera pelea que se desata en este punto, aunque siempre habían quedado excluidos los comerciantes y los turistas, hasta ahora. “Aquí, en el parque infantil que hay justo delante de la tienda, siempre se quedan bebiendo de madrugada y lo dejan todo sucio”, señala Loranca mientras mira hacia la tienda de Concha, aún sin creer lo sucedido. Ese parque infantil ha servido este lunes para sujetar el cordón policial que se ha mantenido durante varias horas.

Faltaba poco para que echara el cierre cuando un hombre ha entrado en la tienda y le ha asestado varias puñaladas en el abdomen. Según varios testigos ella ha conseguido salir hasta detrás del mostrador mientras el atacante ha escapado en dirección a Atocha o Lavapiés. Un chico con cascos que pasaba por ahí ha sido el primero que ha visto a la mujer ensangrentada y ha comenzado a gritar pidiendo ayuda a la vez que ha intentado detener al agresor. Toni, otro testigo, ha visto salir al hombre huyendo y ha marcado el 091. En ese momento, Cristian, un camarero que trabaja en un bar cercano, se ha asomado y ha visto a la señora herida y a la viandante pidiendo auxilio. “Entonces yo he salido corriendo y he parado a una patrulla para decirles que habían herido a una mujer en una tienda”, explicaba minutos después, en un descanso. La víctima había recibido varias cuchilladas profundas en el abdomen. Los policías han comenzado con las maniobras de reanimación, que han continuado los sanitarios del Samur, pero debido a la pérdida de sangre ha sido imposible salvar su vida. Una testigo de lo sucedido asegura que el atacante llevaba una camisa de cuadros y sangre en los pantalones. Son los investigadores del grupo V de homicidios los que se han hecho cargo de la investigación.

Según fuentes cercanas a la familia, Concha era madre de dos hijos y estaba a punto de ser abuela por primera vez. Había comentado con muchos de sus allegados su intención de jubilarse dentro de poco,. Su tienda Viste Bien es uno de esos locales de barrio de los que cada vez hay menos en el centro de Madrid, en cuyo escaparate se pueden ver camisas, corbatas, pajaritas y que está especializado en uniformes de trabajo como camarero o cocinero, entre otros. “Era muy trabajadora, siempre con una sonrisa en su tienda, estaba muy ilusionada con ser abuela”, contaba una amiga de la mujer que se ha acercado al negocio al conocer la noticia.

Solo unos minutos después del crimen, su marido y varios allegados han acudido al lugar y han permanecido junto al cordón policial mientras la policía tomaba huellas, realizaba el reportaje fotográfico de la escena y buscaba entre las papeleras y jardineras de la plaza el arma homicida. “Estamos todavía en shock, preferimos no decir nada porque aún no nos lo creemos”, ha comentado escuetamente una familiar.

Varios vecinos se quejaban esta tarde de que la plaza se ha convertido en un foco de atracción de problemas y episodios violentos. A finales de octubre, un hombre de 24 años fue apuñalado por otros dos, por un asunto de drogas. Esa misma escena se repitió en mayo, cuando dos chicos de 25 años también tuvieron que ser hospitalizados por diversas puñaladas en una reyerta en la plaza. No hay que irse tan lejos. Maribel, la conserje de un bloque de viviendas cercano al negocio, relataba esta tarde que hace dos días un hombre entró en el portal e intentó atracarla en su garita. “Me empujó contra la pared y me dijo que le diera lo que tenía, yo conseguí meterle en un cuarto y llamar a la policía”, explicaba la trabajadora. “Esto aquí es el pan de cada día, hay algunos que pasan droga y se colocaban justo en el parque delante de la tienda. Es que es alucinante, estamos a cinco minutos de la plaza Mayor”, contaba una colega de la conserje, que trabaja en otro bloque de la plaza.

Un camarero de uno de los bares cercanos, que prefiere no dar su nombre, explica que hace unos meses tuvo un encontronazo con uno de “los habituales” de la plaza porque estaba molestando a unos clientes. “Sacó una navaja y tuvimos que llamar a la policía”, señala. El trabajador también comenta que son comunes los robos de los móviles al descuido. Alberto Loranca, el cliente habitual de Concha se lamentaba del abandono de esta zona: “Están dejando morir esto para que nos vayamos todos los vecinos y esto se llene de pisos turísticos, como pasó en la plaza de Santa Ana”.

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