El episodio de calor extremo que golpea España adelanta la llegada de la mosca negra
Las altas temperaturas y la ausencia de lluvias aceleran el proceso de reproducción de este mosquito y su presencia en el territorio
España afronta el primer episodio de calor extremo de la temporada, con un fin de semana que alcanzará temperaturas muy por encima de la media estacional. Sin embargo, tener que lidiar con 40° en primavera no representa el único riesgo para la salud pública en este momento. Suben los grados y vuelve también la mosca negra, el temible insecto que se multiplica sin control en los caudales de los ríos. El aumento de las temperaturas es su mayor alia...
España afronta el primer episodio de calor extremo de la temporada, con un fin de semana que alcanzará temperaturas muy por encima de la media estacional. Sin embargo, tener que lidiar con 40° en primavera no representa el único riesgo para la salud pública en este momento. Suben los grados y vuelve también la mosca negra, el temible insecto que se multiplica sin control en los caudales de los ríos. El aumento de las temperaturas es su mayor aliado. El calor no solamente acelera su proceso de metamorfosis —es decir, pasa del estado de larva al de adulto en menos tiempo―, sino que también amplía la ventana de reproducción y, por lo tanto, su presencia en el territorio. Las fuertes lluvias de abril mitigaron en parte su presencia, pero este episodio de calor extremo acabará con esta tregua.
No mide más de seis milímetros, es de color negro y tiene las alas blancas. A pesar de su nombre, no es una mosca, sino un mosquito cuyas mordidas dolorosas en algunos casos acaban con una visita a urgencias. Cuando estas moscas cierran su mandíbula, inoculan una saliva con sustancias anestésicas que en un primer momento evitan el dolor, pero que enseguida pueden provocar fuertes reacciones alérgicas a las personas más sensibles.
En África, Venezuela y Brasil, la mosca negra causa incluso la transmisión de algunas enfermedades infectivas, como la oncocercosis (conocida como ceguera de los ríos). Jorge Galván, director de la Asociación Nacional de Empresas de Sanidad Ambiental (Anecpla), líder a nivel nacional en el control de detención de plagas, alerta sobre la posible amenaza en España. “Por ahora no tenemos el problema vectorial en Europa. Pero el cambio climático representa un factor de riesgo para que enfermedades tropicales lleguen a nuestro territorio”, apunta el experto.
Contrariamente a lo que se suele pensar, la mosca negra (Simulium erytrocephalum) no es un insecto exótico que ha colonizado España. Se trata en realidad de una especie autóctona presente en todo el territorio nacional, aunque en Andalucía, Aragón, Cataluña, Madrid, Murcia, La Rioja y Valencia representa un verdadero problema durante el verano. Los ríos de estas comunidades ―el Henares, el Manzanares, el Jarama, el Tajo, el Anoia y el Ebro, entre otros― tienen las condiciones perfectas para que prolifere este insecto. Óscar Soriano, científico del Consejo Superior de Investigación Científicas (CSIC) y director del Sistema de Vigilancia del insecto en Madrid, sintetiza así el problema: “Cuanto mejor están nuestros ríos, peor está la mosca negra”. Sus aguas son suficientemente limpias para que crezcan las plantas acuáticas (macrófitos) donde la mosca negra pone sus huevos, pero no alcanzan la calidad necesaria para que prosperen también otras especies predadoras que garantizarían un equilibro.
Prevención y control
La plaga de la mosca negra tiene una solución y es muy fácil de controlar, según la experiencia de Javier Lucientes, investigador de enfermedades priónicas y vectoriales en la Universidad de Zaragoza. “Tenemos todas las tecnologías y los productos para acabar con ella. Ojalá todos los mosquitos fueran tan fáciles de vigilar”, asegura. Ante la dificultad de alcanzar un nivel óptimo de limpieza de las aguas para que el problema se resuelva de forma natural, a día de hoy la eliminación de las larvas es el tratamiento más eficaz contra este insecto.
El producto más utilizado es una bacteria, inocua para el resto de la fauna, que mata las larvas y corta las plantas acuáticas donde el adulto deposita los huevos. Sin embargo, para funcionar es necesario que todas las comunidades actúen de manera agresiva al mismo tiempo, sin dejar ni un solo tramo de río sin limpiar, ya que la mosca puede volar hasta 20 kilómetros.
Esta condición no se cumple nunca, denuncia Lucientes. Madrid y Aragón, las comunidades más afectadas en los últimos años, no tienen un plan centralizado para acabar con la mosca negra. Les toca a los Ayuntamientos hacerse cargo del problema y, ante el fracaso, cada uno deja la pelota en el tejado del vecino. La limpieza del río Manzanares empezó solamente el miércoles en la capital madrileña ―responsable del tratamiento de 30 kilómetros de río—, mientras que en Getafe (10 kilómetros) llevan ya 18 de las 90 prospecciones totales previstas y seis tratamientos larvicidas.
El invierno y la primavera de fuertes lluvias han permitido retrasar la campaña en Zaragoza, una de las poblaciones con mayor incidencia de mosca negra a nivel europeo. La labor de desinfección de las riberas del Ebro empezará a principios de junio, a tiempo para controlar el pico de mordisco previsto para el mes de julio. “Es cuando veremos los frutos de la ola de calor de este fin de semana”, explica Lucientes.
¿Cómo protegerse de la mosca negra?
Contrariamente al resto de los mosquitos, la mosca negra es un insecto diurno que muerde a cualquier hora del día entre mayo y octubre, aunque son más activos al amanecer y al atardecer. Pone los huevos en la vegetación de los ríos, por lo tanto se aconseja no realizar actividades cerca de los cursos de agua como pueden ser embalses, zonas húmedas, jardines con fuentes y ríos. También es mejor vestir con ropa clara —los colores oscuros y los estampados la atraen— que cubra brazos y piernas, que son las partes más expuestas a su mordida, o usar un repelente.
Sus mordidas se reconocen por un punto rojo que deja en la piel y por la inflamación que puede durar hasta una semana. En algunos casos, puede causar dermatitis, edema y picor. Los expertos aconsejan no rascarse, para evitar que la herida empiece a sangrar. Para calmar el dolor se puede aplicar hielo o una pomada con corticoides.
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