Planes con niños en Madrid: hijos míos, esto era ir a los recreativos
El paraíso de padres nostálgicos y de adolescentes locos por los videojuegos se llama ‘ABC Arcade’, una sala con 19 máquinas a las que se puede jugar gratis
Esperar la paga o sacrificar el bocadillo del recreo, ir a tu lugar favorito del mundo, buscar un taburete con nulo éxito, elegir maquinita, el humo del tabaco y de lo que no es tabaco, hacer cola mientras aprendes el truco para saltar esa pantalla que se te resiste, sufrir alegremente con el game over del que te precede, meter 25 pesetillas, fallar en lo más tonto o superarte por pericia o chorra... esto era ir a los recreativos en los ochenta, que fueron borrados de la faz de las calles junto con las tiendas de discos y los videoclubs por el huracán tecnológico y los cambios en los pa...
Esperar la paga o sacrificar el bocadillo del recreo, ir a tu lugar favorito del mundo, buscar un taburete con nulo éxito, elegir maquinita, el humo del tabaco y de lo que no es tabaco, hacer cola mientras aprendes el truco para saltar esa pantalla que se te resiste, sufrir alegremente con el game over del que te precede, meter 25 pesetillas, fallar en lo más tonto o superarte por pericia o chorra... esto era ir a los recreativos en los ochenta, que fueron borrados de la faz de las calles junto con las tiendas de discos y los videoclubs por el huracán tecnológico y los cambios en los patrones de ocio.
Todo esto murió y formaba parte de tu memoria sentimental. Pero resulta que, dentro de la ola revival que sufre toda aquella década ―somos demasiado jóvenes para tener tanta nostalgia―, están instalando máquinas en parques de bolas, que en un cumpleaños tus niños se enamoran del Street Fighter II y que te pones a buscar dónde revivir todo aquello. Y oh maravillas de Madrid, existe. Abrió en agosto, se llama ABC Arcade y está en el centro comercial del mismo nombre, una sala soñada con 19 juegos míticos desde el Ghosts ‘n Goblins al Tetris, Super Pang, Pac-Man o el pinball de Star Wars.
“Ir a los recreativos era increíble, el mejor plan del mundo”, recuerda Curro Quevedo, de 42 años y alma del templo, para quien “no hay nada como el placer de ver a un padre explicar a su hijo lo que le hacía feliz cuando era pequeño, el vínculo de poder jugar con él”. La cara emocionada de David Feito, padre de Lucas, de 11 años, y Nico, de siete, lo dice todo. “Jo, es increíble”, no para de repetir al descubrir las joyas que atesora este espacio. “Están muy chulas”, opina Lucas. Es su primera vez con máquinas Arcade. Su favorita es Street Fighter II, “mola mucho”, aunque entre los recreativos o la Switch, elige la segunda. “Yo quiero una para casa”, sentencia su hermano. Conseguirla es cuestión de chequera: las antiguas, que hasta hace unos siete u ocho años se tiraban o se podían conseguir por 1.000 euros, van ya por los 5.000. También se comercializan réplicas: en Costco hay un Pac-Man por 499,90 euros.
En la sala, habitualmente llena pero que el domingo pasado estaba casi vacía, juegan Martín Pérez y Nicolás Gómez, de Aravaca y de 14 años. “Hemos venido a comprar con nuestros padres y le he dicho a mi amigo ven, que te enseño una cosa”, explica Martín, que ya la conocía porque es un loco de los videojuegos. Su amigo se ha quedado “flipando”, cuentan mientras le dan al Virtua Tennis. A ambos les da igual el formato, lo que les gusta es jugar. “Otras veces estaba petao, con suerte juegas a algo que lo mismo ni te gusta. Hoy es maravilloso, todas para nosotros, será por las vacaciones o por el covid”, añade. En esas, entra una adolescente despistada. “Y esto, cuánto cuesta”. “Es gratis total”, responden sin girarse. “No me lo puedo creer, ¿en serio?”. Esto es lo mejor de todo para los amigos, que cuentan que hay alguna máquina en recreativos de nueva creación, pero modernas y “por un ojo de la cara”. Está, por ejemplo, el Ozone Bowling X-Madrid de Alcorcón, una bolera en la que se puede jugar al Space Invaders en pantalla grande.
También llega Carlos de Quinta, nacido en Madrid pero que vive en Murcia, con sus hijas de nueve y cinco años. “Hemos venido al museo de las chuches (Sweet Place, en la segunda planta) y me he acordado, sabía que estaba, pero no había entrado nunca”, explica Carlos, de 45 años, a quien le trae “muchos recuerdos”. “Anda, pero esto qué es’, he dicho al pasar por la puerta, nos ha chocado y hemos entrado. Esto ya no se encuentra, es una reliquia total”, afirman alucinados Javi, de 49, y Ana, de 53, de Carabanchel.
Quevedo, dueño de Zooo desde 1998 ―una tienda especializada en reparaciones de móviles en el mismo centro comercial―, montó la sala con piezas de su colección, del Museo del Recreativo que sueña Carlos Martos en Jaén y de Preservación y divulgación cultural del videojuego de Ibi (Alicante). Entre los tres suman más de mil ejemplares. “Al final, uno colecciona algo para que los demás lo vean, disfrutarlo tú solo no es bonito”, por lo que idearon un lugar en el que “los niños puedan ver, disfrutar y entender lo que era un espacio Arcade”, un lugar donde “recrear esa sensación y preservarla”. Se lo propusieron a la propiedad del centro comercial, que les cedió sin coste un local vacío. Quevedo puso los 6.000 euros que costó transportar las máquinas y montarlas y gasta unos mil al mes en reparaciones de forma totalmente altruista. “Me paso el día buscando piezas y máquinas rotas para reparar otras, lo más difícil de conseguir son los tubos y las placas. Una pantalla, con transporte, son 300 euros, y ponte a buscarla”.
ABC Arcade, frecuentado al día por 50/60 personas, es la “primera piedra, con un enfoque de ocio, para llamar la atención”, pero su idea es montar “un proyecto cultural a lo grande en Madrid, un museo sin fines económicos donde se celebren charlas”, para el que buscan ubicación y ayudas. Aunque al principio iban los que verdaderamente aprecian estas máquinas, Quevedo admite que pronto “se desmadró y llegó a ser una locura de gente haciendo cola”, con algunas personas que no respetan las máquinas, las rompen, roban componentes y “maljuegan” ―no acaban las partidas y toquetean los botones sin ton ni son―. “Lo gratis no se cuida y no se valora”, lamenta. Por eso, el segundo paso de su sueño es otra sala en la primera planta del mismo centro comercial que abrirá a finales de este enero y con un modelo mixto. “Daremos token (en inglés, ficha) gratis y bonos de pago”, avanza este experto en electrónica.
Serán 100 metros cuadrados en total y 40 máquinas. La sala de abajo seguirá siendo de los ochenta, mientras que la de arriba estará dedicada a los noventa, con simuladores de coches y de motos, fotomatones, juegos de baile, “ganchos no trucados” y máquinas más grandes, entre las que estará “el santo grial”, Marbella Vice. “En ella está basada Torrente, tiene láserdisc y es muy querida”, puntualiza Quevedo, criado en Las Rozas y para quien sus recreativos míticos son los de su pueblo, Villanueva del Arzobispo (Jaén), y los Piccadilly de la Gran Vía, “el puto paraíso, tenían coches de choque y sala de baile”. La niña de sus ojos es Off Road, de tres volantes, la primera que compró y colocada nada más entrar, acaba de hacerse con un Space invaders por Wallapop que está reparando y quiere conseguir un Tron, aunque se considera “curado de la locura del coleccionismo”. Mientras, ultima los preparativos para abrir la cuarta pata de su proyecto, un restaurante familiar en pleno centro, con buena comida, música y 200 máquinas. “Venga, que nos vamos a comer”, dice David a sus hijos. “Pero volvemos luego, ¿no?”. Solo esa promesa logra arrancarlos de allí.
Dónde: ABC Arcade, en el centro comercial ABC Serrano. Calle de Serrano, 61. Horario: de lunes a domingo de 10.00 a 21.00. Precio: gratis. Aforo: limitado por orden de llegada y no es necesario reservar.
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