‘Cardo’ y los sueños frustrados
Madrid entre crisis: de los millennials de ‘after’ hasta la gran guerra del PP
Abre la puerta y la luz de la mañana le ciega. Lleva toda la noche de fiesta y ha acabado en un after. Horas de copas en el Lucky Dragon, visitas al baño y charlas con desconocidos. Un pasado de modelo para folletos de clínicas estéticas, un presente ayudando en una floristería en Carabanchel. En la funda del móvil le protege un regalo de una vecina: San Expedito. Para las causas imposibles.
Ella es María (léase en la realidad Ana Rujas). Y es el símbolo de los sueños frustrados y las decepciones de la generación millennial en Madrid, ...
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Abre la puerta y la luz de la mañana le ciega. Lleva toda la noche de fiesta y ha acabado en un after. Horas de copas en el Lucky Dragon, visitas al baño y charlas con desconocidos. Un pasado de modelo para folletos de clínicas estéticas, un presente ayudando en una floristería en Carabanchel. En la funda del móvil le protege un regalo de una vecina: San Expedito. Para las causas imposibles.
Ella es María (léase en la realidad Ana Rujas). Y es el símbolo de los sueños frustrados y las decepciones de la generación millennial en Madrid, plasmados en la serie Cardo, que firma junto a Claudia Costafreda. Esa ciudad que se mueve a ratos entre lágrimas y carcajadas por pisos compartidos en Malasaña, por paseos en moto por Juan Bravo, por primeras citas en Barquillo y por algún beso que sabe a kebab y chupitos de Jägermeister. Sin rumbo, de resacas eternas, mensajes con emoticonos en Instagram y pegatinas con brillatina del chino en el rabillo del ojo.
Porque Madrid también está hecha de mucha frustración, de caídas, de sueños perdidos. Hay quien dice que el cielo de la capital es tan bonito porque ha devorado muchas almas. Esa ciudad llena hoy de gente joven compartiendo piso sin saber si algún día podrá tener la hipoteca que la sociedad le prometió como gran premio. Pero, tranquilos, que José Luis-Martínez Almeida e Isabel Díaz Ayuso ya han garantizado resistencia castiza a la futura ley de vivienda. ¿Qué es eso de zonas tensionadas de alquiler? El propio alcalde resumía lo que piensa hacer: nada.
La verdadera burbuja que ha explotado estos días ha sido la del Partido Popular de Madrid, también lleno de sueños y frustraciones. La lucha es feroz, ¡hasta con bloqueos de Whatsapp! El mal rollo inunda todas las esquinas populares, el ambiente entre diputados de la Asamblea corta el aire. Isabel Diaz Ayuso quiere todo el poder ya, pero ya. Ella, como le afean dentro muchos de los suyos, se ha creído más que el partido, desprecia los tiempos internos y presiona al máximo a su (o el que fuera su) amigo Pablo Casado.
Ayuso enarbola ahora la bandera del voto de los militantes para lograr la Presidencia del PP madrileño. Algo que, ¡ups!, se le ha olvidado durante su ascenso meteórico. La presidenta no se acuerda de que fue elegida a dedo por el propio líder para la candidatura, y entonces no se le ocurrió pedir urnas internas (estando la misma gestora que hoy denigra). Pero es que incluso no rememora el paso anterior: el propio Casado no fue escogido por los afiliados, ya que tomó Génova gracias a un pacto con los compromisarios de María Dolores de Cospedal frente a Soraya Sáenz de Santamaría, que fue la que logró el mayor apoyo entre las bases en la primera ronda. Esto va para largo, puñales a vista de todos. Y es que aquel PP ganador del 4-M es hoy una serie de frustraciones, rabietas y heridas. Luego llegará la resaca.
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