De titanes, banderas y provincias

Madrid anda revuelta entre cines, puentes, instituciones y desfiles

La Patrulla Águila dibuja la bandera de España en el cielo de Madrid al terminar el desfile militar en el Día de la Hispanidad.Eduardo Parra (Europa Press)

Remira su butaca, comprueba el número grabado en la silla, duda sobre si sentarse o no. “No sabía que ya no hay separación”, dice casi pidiendo perdón mientras se aposenta. Volvemos a sentir cerca el hombro de un extraño en la oscuridad del cine, en los bajos de la plaza de España. Se apagan las luces. Y, de repente, vuelve la sensación colectiva. Hay gente que se tapa los ojos, otros salen airados en mitad de la película, algunos lanzan suspiros de mareo. Todo bien estroboscópico y sonando F...

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Remira su butaca, comprueba el número grabado en la silla, duda sobre si sentarse o no. “No sabía que ya no hay separación”, dice casi pidiendo perdón mientras se aposenta. Volvemos a sentir cerca el hombro de un extraño en la oscuridad del cine, en los bajos de la plaza de España. Se apagan las luces. Y, de repente, vuelve la sensación colectiva. Hay gente que se tapa los ojos, otros salen airados en mitad de la película, algunos lanzan suspiros de mareo. Todo bien estroboscópico y sonando Future Islands. Se trata de Titane, de Julia Ducournau. De la fascinación a la provocación, de la gloria al asco en segundos. ¡Y qué bien sentirlo entre anónimos que ya no se tienen miedo!

Anda esta semana una parte de la ciudad también con el estómago revuelto, y no de buenas sensaciones precisamente. El martes no estuvo precisamente educada la zona ‘fina’ de Madrid, esa a la que le gusta pasear por las orillas del Paseo de la Castellana. Insultos, abucheos, gritos, que ahora todo el mundo para ellos es ‘okupa’. Buena parte de la derecha ha decidido que las elecciones no valen y que el 12-O es el Día del Desahogo Nacional. Pues esos improperios van también contra la bandera que dicen tanto amar y contra las instituciones que se ha dado el país al que dicen defender con tanto ahínco. Pero a Pablo Casado y Santiago Abascal les parece fenomenal y avalan que se convierta en ese espectáculo la jornada en la que se tendría que celebrar teóricamente la convivencia de todos bajo la misma nación.

Paseo con la bandera de España bajo mis pies. Literalmente. Ya están puestas las bombillas navideñas en el puente de Juan Bravo. La apropiación cultural llega a todos lados. Me fascina siempre cruzar por allí, me parecen tan Madrid esos 320 metros. Sin duda habría que incluir este paseo por las guías, con los coches atestando la Castellana, con la cúpula sevillana del ABC Serrano y con ese repunte al cielo del edificio de La Unión y el Fénix, pura joya de Luis Gutiérrez Soto. Oiga, usted, que uno transita a la vez sobre ‘chillidas’, ‘palazuelos’ y ‘mirós’.

Andan también las autoridades madrileñas estos días reinventando el “España nos roba”, dentro ese procés capitalino. Todo ello con un relato en el que se mezcla también que abortar es “una fiesta” para las mujeres de izquierdas, según Ayuso. Pero es que hay una verdadera España vaciada (que es casi todo el país) de instituciones estatales. ¿Se puede defender más que nadie la unidad del país y no querer que el resto tenga algunos de esos órganos que vertebran a toda la sociedad? Un debate que hasta ahora no se ha querido abordar. Todo pasa dentro de la M-30. Y también los que lo critican, cuando llegan dentro, quedan fascinados por ese Madrid. Hay muchos madrileños que somos de provincias también. Y con mucho orgullo.

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