La ausencia que deja un teatro en un barrio de Madrid
La asociación La Flor, formada por los vecinos de Fuencarral-El Pardo, espera la reapertura del Teatro de Madrid, abandonado durante 10 años, y quiere que los habitantes de la zona puedan utilizar algunas salas para actividades culturales
El Teatro de Madrid cerró sus puertas en 2011 y la jungla urbana se ha apoderado de él, como dice Óscar Chacón (Madrid, 45 años), uno de los vecinos de Fuencarral-El Pardo. “Si hubiera estado en el campo todo esto estaría lleno de árboles y hierbas; en la ciudad salen graffitis, salen roturas, suciedad, trozos deteriorados de la zona...”, explica frente al edificio destartalado al que hace aproximadamente un año le han añadido chapas metálicas en las ventanas, para que no sufra más vandalismo. Ha pas...
El Teatro de Madrid cerró sus puertas en 2011 y la jungla urbana se ha apoderado de él, como dice Óscar Chacón (Madrid, 45 años), uno de los vecinos de Fuencarral-El Pardo. “Si hubiera estado en el campo todo esto estaría lleno de árboles y hierbas; en la ciudad salen graffitis, salen roturas, suciedad, trozos deteriorados de la zona...”, explica frente al edificio destartalado al que hace aproximadamente un año le han añadido chapas metálicas en las ventanas, para que no sufra más vandalismo. Ha pasado una década y por dentro mantiene la ambivalencia de ese abandono: hay bombillas colocadas en el camerino y algunas de las aproximadamente 1.000 butacas están intactas; otras están rajadas, rodeadas de basura y espejos rotos. Chacón, que lleva toda la vida en el barrio y más de 20 en la asociación La Flor, mantiene ese recuerdo de su última visita al interior del local, en 2017, en la que vio el desgaste de un espacio que había programado regularmente grandes espectáculos de danza.
Tanto él como otra compañera de la agrupación, Ruth Soria (Madrid, 45 años), pasean junto a las instalaciones con una nostalgia triste. Recuerdan los espectáculos que vieron durante la docena de años que estuvo abierto, cuando acogía a las compañías vanguardistas del ballet nacional e internacional. También critican que, desde que se clausuró —por el fin de contrato con la empresa privada gestora, Artibús—, en la zona hay muy pocas estancias donde se puedan reunir distintos grupos artísticos. “Una de nuestras propuestas era dividirlo, porque da para un teatro con mucho aforo y siguen quedando otras salas que nos gustaría reclamar para nuestras actividades”, define, y enumera que hay un teatro alternativo vecinal, grupos que hacen poesía, otros que trabajan con la memoria histórica, algunos que bailan salsa, otros swing...
Por eso, quieren formar parte de la reforma. “Intentamos reunirnos con el concejal para saber qué están haciendo. Nos llegan las noticias de que han contratado a alguien para rehabilitarlo por dentro, para arreglar averías y demás, con lo cual la licitación está a punto de salir, pero hay una enorme falta de transparencia. Estamos pendientes de que no nos dejen fuera de ese proceso, de que a los vecinos se nos tenga en cuenta”, explica Soria. Por su parte, el Ayuntamiento de Madrid, define en un correo que “está trabajando en la elaboración de los pliegos para la licitación de este inmueble con el objetivo de recuperar un espacio cultural de máxima calidad para los madrileños, si bien en este momento no se puede hablar de plazos”. “Una vez se avance en el proceso, se estudiarán las posibles demandas que existen por parte de los vecinos para recuperar este espacio para el que en etapas anteriores no se han presentado proyectos factibles”, sostienen.
El mayor miedo de los habitantes de la zona es que les pongan un centro comercial o algo similar. “La gente joven que necesita un lugar de ensayo, tienen mucho que expresar”, comenta, y añaden que tienen que desarrollar sus habilidades en la calle o en El Guatemala, un centro social cultural que “se les queda pequeño”. La vecina recuerda que se han hecho más de una visita con todos los partidos representantes del distrito para ver la situación, y que sienten desconfianza porque ha habido varias propuestas a lo largo de los años y no se ha hecho nada. “Nos reunimos con a representante cultural de la junta, pero quedemos pedir una reunión con el concejal de distrito Javier Ramírez para que nos cuente oficialmente en qué momento está”.
No quieren que se enriquezcan solo las empresas, defienden que crezca la cultura social. “Hay un grupo de flamenco que busca que las mujeres se empoderen, que se sientan bien con su cuerpo”, cuenta Soria. Para ellos, es un lugar emblemático por su historia. Se abrió en 1992 coincidiendo con la Capitalidad Europea de Madrid. Entonces, Chacón recuerda que eran “jovencitos” que lucharon porque todo ese espacio no fuera simplemente el centro comercial de la Vaguada, y consiguieron un parque, un centro de mayores, una biblioteca municipal y ese teatro. Los vecinos recuerdan la belleza de la decoración: “Tenía una impresionante claraboya central y alrededor de ella había unas escaleras circulares”. Y le quieren sumar un encanto mayor, el de la cultura colectiva. “Queremos que esté también aquí, en la periferia”, señala él.
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