Las ficciones sonoras de la Cañada Real se oyen en vivo
El Centro Dramático Nacional junta a vecinos y actores en el proyecto Dramawalker, reflejo de la realidad social del barrio
Najat Zerrouk y sus dos hijos caminan de la mano por en el sector V de la Cañada Real Galiana, en el distrito de Vicálvaro, muy juntos y cogidos de la mano, mientras los tres, a la vez, escuchan atentos la voz que sale de su teléfono. La historia que resuena en los auriculares que llevan puestos, se titula Las Liebres. Es una obra escrita por el dramaturgo Roberto Martínez Maiztegui y en ella se cuenta la historia de Fara y Nassima, dos amigas que mantienen una conversación sobre un dilema fundamental que experimentan much...
Najat Zerrouk y sus dos hijos caminan de la mano por en el sector V de la Cañada Real Galiana, en el distrito de Vicálvaro, muy juntos y cogidos de la mano, mientras los tres, a la vez, escuchan atentos la voz que sale de su teléfono. La historia que resuena en los auriculares que llevan puestos, se titula Las Liebres. Es una obra escrita por el dramaturgo Roberto Martínez Maiztegui y en ella se cuenta la historia de Fara y Nassima, dos amigas que mantienen una conversación sobre un dilema fundamental que experimentan muchos de los jóvenes que viven en la Cañada Real; ¿deberían irse o quedarse?
Este relato forma parte de las cinco representaciones artísticas sonoras que componen el proyecto Dramawalker del Centro Dramático Nacional. Una serie de pequeños podcasts de ficción desplegados a lo largo de todo el sector V. El de Cañada Real es el segundo de los tres Dramawalker que esta temporada han explorado las historias de los barrios de tres ciudades diferentes, junto con Dramawalker Vite (Santiago de Compostela), ya disponible en la web del Centro Dramático Nacional, y Dramawalker Poblenou (Barcelona), que se estrenará el próximo 14 de julio.
Esta iniciativa artística permite a los oyentes escuchar, a lo largo de un recorrido que comprende la carretera de Valdemingómez y la calle de la Cañada Real Galiana, una serie de ficciones sonoras inspiradas en las vidas de los vecinos que viven en el barrio. El proyecto se ha fraguado en los últimos años y tiene como objetivo fundamental acercar el teatro a los vecinos de la zona a través de relatos inspirados en sus propias vivencias.
Como la de Najat Zerrouk. Ella es original de Marruecos, nació en Tánger, pero pocos años después ella y su familia se mudaron a Larache, una pequeña ciudad pesquera en la costa atlántica de Marruecos. Allí vivió hasta que, en 2007, ella y su marido decidieron emigrar a España. Llegaron a Madrid y se instalaron en Parla, al sur de la capital. Cuando cuenta esto baja un poco la voz, y explica que se metieron en una hipoteca al poco de llegar a España. En 2008, cuando llegó la crisis, se vieron en una situación complicada. “Ya no podíamos hacer frente a todos los gastos”, cuenta. Fue en ese momento cuando decidieron finalmente trasladarse a la Cañada Real.
El trabajo que ayer ella y su familia escuchaban en los auriculares pretende generar narraciones “que acerquen al público y que permita explorar esas historias fuera del teatro”, explica Fernando Sánchez-Cabezudo, asesor y coordinador artístico del Centro Dramático Nacional, quien añade que esta idea surgió a raíz de una necesidad de seguir generando historias durante la pandemia. Estas narraciones que se incluyen en el Dramawalker pueden ser escuchadas en el lugar donde han sucedido, por lo que ofrecen una inmersión total al oyente. Cuentan con un diseño sonoro muy minucioso y son interpretadas por varios vecinos de la Cañada y, también, por algunas actrices y actores de renombre, como Malena Alterio, Elena González, Abdelatif Hwidar, Francesco Carril o Cristina Rojas.
Los primeros asistentes al Dramawalker se reunieron ayer a las once de la mañana frente a la parada Rivas Urbanizaciones de la línea 9 de metro. La expedición la formaban 33 personas. Muchos habían parado antes a comprar un café y algo de desayunar para sobrellevar el madrugón que se han visto obligados a pegarse este fin de semana para no perderse el estreno.
Una de las historias que van a escuchar es Esfuerzo Faraónico, dirigida por Jorge Aznar Canet e interpretada por Pepe Viyuela. El actor destaca la esencia del proyecto radica en la capacidad de trasladar el hecho teatral a la realidad, algo que permite “nutrirse de historias cotidianas muy cercanas a un barrio”. Él interpreta a Miguel Martín Nombela, un vecino de la cañada, cuyo ímpetu por acabar con la mala imagen del lugar le ha llevado a tratar de demostrar que la Cañada Real también es un espacio para el arte y la creatividad, mediante la recreación de, entre otras cosas, un Guernica tallado en piedra en el patio de su casa.
Con este proyecto se trata está tratando no solo de acercar la cultura a los barrios más humildes, sino también de limpiar un poco la mala imagen de la zona. Precisamente eso mismo fue lo que llevó a Hajar Brown, otra de las intérpretes del Dramawalker, a involucrarse en este proyecto. “Yo quería participar de cabeza en ese proyecto cuando me lo contaron”, afirma. “Saber que son relatos de gente real que quiere que contemos su historia es un honor”. Lo que más valora ella es la experiencia, aunque dice que ha sido muy raro porque está acostumbrada a cámaras y luces y a lo visual.
Con su participación, Hajar Brown espera conseguir que los asistentes a este Dramawalker cambien la perspectiva estereotipada de la Cañada. “Es un lugar lleno de gente y tiene mucha luz y color, se parece a cualquier otro barrio de Madrid”, afirma.
Nada más empezar la primera historia se hace un gran silencio entre los asistentes al estreno. Los transeúntes que caminan por el barrio observan sorprendidos al encontrarse con un grupo de gente tan grande inmerso en un acto de escucha colectiva.
Najat y sus hijos, al igual que el resto de los asistentes, escuchan atentos y, cuando se acaba la primera historia, ella explica que, vivir en esta zona tiene una parte negativa que espera que este proyecto ayude a cambiar. A veces, explica, cuando le preguntan dónde vive la gente se queda sorprendida, “como si en la Cañada no hubiese gente normal”. Incluso algunos, añade, se distancian un poco, como con miedo. Aun así, ella no cambiaría el lugar donde vive y se siente afortunada: “Vivir aquí a mí me encanta, hay mucho que mejorar, pero lo haremos poco a poco”.
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