Historia de una ruptura en tiempo real
La sala Cuarta Pared programa este miércoles, en gallego con sobretítulos, ‘Clausura do amor’, en la que dos actores que son pareja añaden trazos de intimidad al fin ficticio de su relación
Teté García y Xose Manuel Esperante son actores y pareja en la vida real. En cada función de la obra Clausura do amor rompen sobre el escenario. Y no se trata de una ruptura fácil, porque lo hacen como ellos mismos, como Teté y Xose Manuel, en un texto del francés Pascal Rambert que han atravesado con pinceladas de su historia personal.
El público asiste al momento de esta s...
Teté García y Xose Manuel Esperante son actores y pareja en la vida real. En cada función de la obra Clausura do amor rompen sobre el escenario. Y no se trata de una ruptura fácil, porque lo hacen como ellos mismos, como Teté y Xose Manuel, en un texto del francés Pascal Rambert que han atravesado con pinceladas de su historia personal.
El público asiste al momento de esta separación en un espectáculo cuyo libreto somete a la pareja protagonista a una dura separación sentimental. En ella, ambos intercambian dos monólogos que expresan el proceso de defunción de su relación. Clausura do amor confronta así lo íntimo, que corresponde a su historia común, con lo público, que es el hecho teatral.
“Para mí esta es una gran historia de amor, aunque la vivamos como espectadores en sus momentos finales, justo en el momento que está muriendo”, comenta el director de escena Carlos Álvarez-Ossorio (Sevilla, 47 años), situado en el medio de su intimidad. El montaje puede verse este miércoles en la sala Cuarta Pared, dentro de la sexta edición de Essencia, Festival de la Teatralidad.
“Aunque parezca complejo, todo resulta mucho más sencillo al tener a los actores adecuados. Ambos tienen mucho sentido del humor, que añaden a sus actuaciones y que les permite abstraerse de lo vivido en el escenario una vez que regresan a su vida cotidiana. Todo lo que se dicen y se hacen en cada función es muy potente y se trataría de un juego peligroso para muchas otras parejas”, comenta el sevillano residente en Galicia. En esta batalla emocional, el personaje masculino comienza exponiendo sus puntos de vista sin diálogo posible. El personaje femenino le da la réplica a continuación del mismo modo unidireccional. Aunque no intercambian palabras, sí reaccionan de forma física el uno al otro mientras recitan sus respectivos soliloquios. Aunque la pareja protagonista no puede permitirse ser pudorosa en una producción de este tipo, el director sí confiesa serlo en ocasiones y beneficiarse de la complicidad de sus dos actores.
Esta adaptación de su compañía, Cámara negra, sitúa la acción en un lugar de ensayo a medio montar. El espectador puede ver así, a través de las seis cámaras situadas en el escenario, gestos de los actores convertidos en personajes que, de otro modo, serían casi imperceptibles a su mirada. Este juego de realidades paralelas se vive como si los asistentes estuvieran presentes a lo largo de las dos horas de representación en el rodaje de una película en directo, y que pudieran ven en pantalla lo que ocurre a la vez en escena. “La representación podría funcionar a la perfección sin cámaras, porque son los dos actores el único recurso imprescindible para el texto, solo que en esta ocasión el vídeo da otra dimensión al relato”, defiende el director de escena.
Pero la lupa de esta ruptura no es solo visual. A través del uso del lenguaje, la que es la obra más reproducida de Rambert desde que la estrenara en 2011 aporta infinidad de matices sobre un asunto que puede expresarse con tan solo una palabra. Tal y como defiende el autor francés, “la forma de usar el lenguaje en determinadas circunstancias es más efectiva que la tortura física. Las palabras dichas actúan sobre el cuerpo con dureza, y podemos ver cuál es el efecto del lenguaje, que sale del cuerpo, atraviesa el espacio y llega al cuerpo del otro”, explica en un escrito sobre este trabajo. “Rambert llega hasta el tuétano de lo que es una ruptura y convierte algo que es relativamente cotidiano en algo extremadamente poético e incluso violento”, dice de él Álvarez-Ossorio.
Teatro en gallego
Precisamente por esa importancia de la palabra, la madrileña sala Cuarta Pared ha aceptado programar este montaje en gallego con sobretítulos, que en este caso se integran dentro de las imágenes emitidas en la pantalla. Los integrantes de Cámara negra se encuentran “muy contentos y sorprendidos” por esta decisión. “El público ve con normalidad que los teatros de Madrid programen una obra de Holanda, Francia o Alemana con sobretítulos. Pero están acostumbrados a que las compañías gallegas, catalanas o vascas traduzcan sus espectáculos cuando salen de sus comunidades autónomas. Se da por supuesto que tiene que ser así. Y es una pena, porque el texto original siempre aporta algo al resultado final”, comenta.
La compañía, que lleva desde 1996 montando textos de Shakespeare, Chejov, O’Neill, Müller, Ibsen y Dostoievski, entre otros, posee los derechos en gallego del texto de Pascal Rambert. Prefirió mantenerlo así y que los actores no tuvieran que traducir sus monólogos de una hora de duración cada uno, que llevan años representando y que han ayudado a construir con sus propias palabras a lo largo de este tiempo. “Hay mucha verdad en escena y no conviene añadir elementos que puedan romperla”, defiende el sevillano.
Información: Clausura do amor. Cuándo: miércoles 31 de marzo a las 19 horas. Dónde: Sala Cuarta Pared (Calle de Ercilla, 17, Madrid ). Precio: 14 euros. Espectáculo en gallego con sobretítulos en castellano.