Su sueño
Los blancos pueden pintarse de negro y los negros no podemos ni ser nosotros mismos
Hay programas en los que se sigue haciendo blackface, cuando, en el programa estadounidense Lip Sync Batlle, Tom Holland demostró sobradamente que con talento y un poco de imaginación, un hombre blanco puede imitar a Rihanna sin necesidad de pintarse y quedar como dios. Si representar el color de otra persona no tiene ninguna carga política, social, moral… ¿Por qué lo contrario no lo vemos nunca? ¿Por qué los blancos pueden pintarse de negro y los negros no podemos ni ser nosotros mismos sin que nos digan que vamos de blancos?
En otro programa vi cómo una reportera le preg...
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Hay programas en los que se sigue haciendo blackface, cuando, en el programa estadounidense Lip Sync Batlle, Tom Holland demostró sobradamente que con talento y un poco de imaginación, un hombre blanco puede imitar a Rihanna sin necesidad de pintarse y quedar como dios. Si representar el color de otra persona no tiene ninguna carga política, social, moral… ¿Por qué lo contrario no lo vemos nunca? ¿Por qué los blancos pueden pintarse de negro y los negros no podemos ni ser nosotros mismos sin que nos digan que vamos de blancos?
En otro programa vi cómo una reportera le preguntaba a una transeúnte si en Cataluña se sentía “como una negra”. El entrevistado respondió sin más, y todos se fueron a su casa, tranquilamente. Seguro que ni se acuerdan. ¡Yo, sí! Una tertuliana la ha liado parda con una racistada del tamaño de un estadio de fútbol, lo peor es que probablemente ni se le hubiera pasado por la cabeza, de no haber pensado que lo que decía estaba bien. ¡Y ese es el problema!
La frase de la tertuliana fue “mi sueño es adoptar un negrito, ayudar como con los animales”. ¡Tela! Ninguna acción solidaria o de bondad genuina debería empezar con “mi sueño”, sencillamente porque es absurdo hacer algo “por los demás” que comienza por beneficiarte a ti mismo. “Mi sueño” significa mi ego, mi necesidad, mis deseos, mi vanidad… No tiene nada que ver con la entrega.
Hace tres años, hice un monólogo en un programa de televisión en el que dije, ironizando, que quería adoptar un niño blanquito porque son para comérselos. Sentó a cuerno quemao, me dijeron de todo, y lo habría aceptado con gusto si ahora viera que las cosas han cambiado, pero no ha cambiado nada, la gente sigue queriendo adoptar “negritos” porque son ”para comérselos”. De nuevo podemos “bromear” desde un lado, pero desde el otro, no.
Y... ¿Por qué adoptar? ¿Por qué nos resulta fácil imaginar una infancia negra tan miserable como para pensar que nosotros, desconocidos, somos mejores para Ellos que los que ya están? Que sus padres, sus tíos, sus hermanos. Y entonces les llama “negritos”. “Es que la palabra negro me parece muy fuerte”, me han comentado alguna vez. ¡Y lo es!, porque conscientemente se ha cargado de un significado tan peyorativo que ahora necesitamos diminutivos condescendientes con los que esa putada se pueda borrar.
Y por último, compara a los niños negritos con animales. No es casualidad. Recordaréis los ruidos de mono y los plátanos en los campos de fútbol, el artículo en el que decían que Ansu Fati “corriendo tiene algo de gacela”, que las mujeres negras somos exóticas, como las aves. Buscad en Google una foto de dos niñas blancas sonriendo con un niño negro en una jaula. En Twitter, junto al titular de la tertuliana, puse el cartel de una ONG que promocionaba un voluntariado en África con animales o niños. Con animales era muchísimo más caro.