La nostalgia de la peseta, como arma para luchar contra el Alzhéimer
Este domingo se podrán entregar estas monedas en el quiosco de Bravo Murillo 25 en Madrid a cambio de un cómic antiguo
Cuando Nacho Marugán se enteró de que la peseta se acababa, porque el Banco de España deja de canjearlas en junio de 2021, quiso rendirle un pequeño homenaje. Consideraba que esa moneda que había marcado a tantas generaciones merecía una despedida a la altura. Por eso, este domingo, aquellos que todavía tengan pesetas por casa podrán cambiarlas en el quiosco del número 25 de la calle de Bravo Murillo, situado entre Quevedo y Canal. A cambio, no r...
Cuando Nacho Marugán se enteró de que la peseta se acababa, porque el Banco de España deja de canjearlas en junio de 2021, quiso rendirle un pequeño homenaje. Consideraba que esa moneda que había marcado a tantas generaciones merecía una despedida a la altura. Por eso, este domingo, aquellos que todavía tengan pesetas por casa podrán cambiarlas en el quiosco del número 25 de la calle de Bravo Murillo, situado entre Quevedo y Canal. A cambio, no recibirán euros sino que obtendrán un cómic de los años 70 y 80. Entre las personas que más traigan se realizará una subasta de la colección del superhéroe Tom Strong, de Alan Moore.
Esta iniciativa se llama La peseta vuelve y Marugán la ha puesto en marcha con Wash Cómics, su tienda online especializada en tebeos de importación que lleva ya cuatro años en el mercado. “No sabíamos que quedaban pesetas en los cajones, hay como 1.600 millones. Este año ha sido terrible y queríamos sacar una historia que molase, que nos saque esa sonrisa y esa parte de nostalgia”, declara.
El público al que intentan captar es el de la gente de 30 años en adelante, que todavía conserva un recuerdo vago de la peseta. “Está dirigida a los que las han tenido. Los más jóvenes no comprenden el cambio que supuso pasar de las pesetas a euros, incluso las palabras y expresiones que dejamos como un talego y no vale un duro”, rememora.
La campaña comienza este 3 de enero y continuará después con tiendas y Ayuntamientos que se están sumando al proyecto. Se van a establecer diferentes puntos de recogida de pesetas por la Comunidad de Madrid hasta el 30 de mayo, porque a pesar de que el Banco de España las cambia hasta finales de junio, Marugán quiere contar con margen para organizar la recolecta.
Todo el dinero que se recaude irá para la Fundación Pasqual Maragall, que ya había lanzado una campaña similar en el verano destinada a conseguir fondos para la investigación de las demencias. “Hay una parte de inconvenientes logísticos que compartíamos y nos pusimos en contacto con ellos. Al final son una fundación con un nombre muy importante y nosotros una tienda chiquitita y humilde. Nos han facilitado mucho las cosas. Necesitábamos monedas para algunos planos del spot que hemos grabado y nos enviaron dos kilos de pesetas”, comenta agradecido el fundador de Wash Cómics.
El director de la Fundación Pasqual Maragall, Arcadi Navarro, cuenta que para su propia campaña se inspiraron en aquellas cosas que nos traen recuerdos de la infancia, porque es precisamente los recuerdos lo que se pierde con el Alzhéimer. “Las personas que conocimos esas pesetas estamos llegando a una edad en que estas enfermedades nos pueden ser diagnosticadas. Es muy importante diversificarnos en este sentido hacia otros públicos, falta mucha tradición de iniciativas como la de Wash Cómics en nuestro país”, explica al otro lado del teléfono. Ya han recaudado 900 kilos de pesetas y asegura que la respuesta ciudadana ha sido muy positiva, con hijos de personas que padecen Alzhéimer que les han traído la colección de monedas de sus padres.
Cuando alguien tiene Alzhéimer necesita que le cuiden 24 horas y por regla general es un miembro de la familia, en la inmensa mayoría una mujer que termina deteniendo su vidaArcadi Navarro, director Fundación Pasqual Maragall
El coste anual de una persona que padece esta enfermedad ronda los 24.000 euros al año y tan solo un 15% lo cubre el Estado. “Cuando alguien tiene Alzhéimer necesita que le cuiden 24 horas y por regla general es un miembro de la familia, en la inmensa mayoría una mujer que termina deteniendo su vida. Genera situaciones de precariedad lamentables y también devastación moral porque las cuidadoras se sienten atrapadas y abandonas por parte de la sociedad”, señala Navarro, que apuesta por movilizar las conciencias y exigir a los políticos que ayuden a solucionar un problema de tal magnitud.
La peseta vuelve arranca en un quiosco porque responde a esa idea de nostalgia de tiempos pasados. “Yo recuerdo bajar con los 20 duros y comprar chuches, cromos, el álbum… y pasabas ahí la tarde entera con los colegas. La realidad es que los quioscos lo están pasando muy mal y por eso queríamos echarles un cable”, admite Marugán.
En esta ocasión, el quiosquero de Bravo Murillo, Jesús Paíno, ha tomado el relevo a su padre que llevaba 50 años en el negocio. Reconoce que las ventas ya habían caído mucho, pero que la pandemia ha sido el golpe definitivo. “Ahora vendo la mitad de lo que vendía en marzo. Abrí en octubre y aun así me doy con un canto en los dientes porque todos los compañeros están peor que yo. Antes la gente picaba y se cogía el periódico y un par de revistas, pero ya nada”, lamenta.
Reinventarse es la única opción, confiesa. En su caso, oferta también paraguas, geles, mascarillas y juguetes. “Podría dar refrescos y tabaco, pero tampoco quiero fastidiar al bar de enfrente que son amigos. Mi padre siempre fue partidario de eso, de cada uno a lo suyo, que un quiosco eran periódicos y revistas y que no me metiera en nada más, pero tal y como está la cosa no te queda otra. Pero sí que intento no fastidiar a los compañeros, según giras la calle hay una papelería de un hombre de toda la vida, así que solo voy a vender lo que no hay aquí por el barrio”, concluye.