El concierto de Raphael en Madrid genera un gran debate social pese a cumplir las medidas
La presidenta de la Comunidad, Isabel Díaz Ayuso, afirma que entiende “ese malestar”, sobre todo tras restringirse a seis el número de personas que podrán reunirse en Nochebuena y Nochevieja
El cantante Raphael ha cumplido este fin de semana con la tradición de celebrar conciertos por Navidad en Madrid. Lo que ha llamado la atención son las dimensiones ―el sábado, 4.368 espectadores en un WiZink Center (antiguo Palacio de los Deportes) con un aforo del 25% y más de 3.000 entradas vendidas para este domingo―, en un momento en que el alza de la incidencia acumulada y el leve repunte en los hospitales ...
El cantante Raphael ha cumplido este fin de semana con la tradición de celebrar conciertos por Navidad en Madrid. Lo que ha llamado la atención son las dimensiones ―el sábado, 4.368 espectadores en un WiZink Center (antiguo Palacio de los Deportes) con un aforo del 25% y más de 3.000 entradas vendidas para este domingo―, en un momento en que el alza de la incidencia acumulada y el leve repunte en los hospitales ha llevado a la Comunidad de Madrid a tomar medidas más restrictivas de cara a las celebraciones de Navidad. Desde que a principios de marzo esas mismas gradas recibieran a 10.000 asistentes para disfrutar de Camela, ningún otro evento musical en España había recibido a tanto público. Los organizadores y los responsables de este recinto cerrado subrayan que se han cumplido al detalle todas las normativas de seguridad implementadas por la Comunidad de Madrid ante el coronavirus y remarcan que incluso han sido más restrictivas en muchos casos.
Los recitales de Raphael se han convertido en un clásico de todas las Navidades en Madrid. Este año, con sendos conciertos este fin de semana en el mayor espacio para actividades culturales y deportivas de la capital. Fuentes de la Consejería de Sanidad han explicado a EL PAÍS que el concierto cumple con la Orden 688/2020, de 19 de junio, modificada por las órdenes 1008 y 1404. Según estas fuentes, cuenta con un plan de actuación que incluye “las medidas de prevención y control aplicable a toda su programación, presentado ante la autoridad sanitaria, en cumplimiento de lo previsto en la normativa específica”.
La orden de la Consejería de Sanidad de la Comunidad 1404/2020, del pasado 24 de octubre, recoge en su artículo 34 que las salas y espacios multiusos polivalentes con otros usos, además del cultural (es el caso del WiZink) “podrán desarrollar su actividad contando con butacas preasignadas, siempre que no superen el cuarenta por ciento del aforo permitido”. Además, se tendrá que garantizar “en todo momento el uso de mascarilla, así como que, entre grupos de personas que adquieren las localidades conjuntamente, exista una localidad de la que no se hace uso”.
Algunos espectadores del concierto celebrado este sábado, consultados por EL PAÍS, afirman que todas estas premisas se cumplieron a rajatabla. En el recinto hubo una ventilación continua de todo el espacio durante las dos horas y cuarto que duró el recital, además de las entradas y salidas escalonadas. Otro asistente destacó que al comprar la entrada había que facilitar nombre y un teléfono de contacto por si se producía algún contagio y estar así localizados para un posible rastreo.
Las redes sociales han vertido comentarios de ataque contra el cantante (”Escándalo”, en referencia a uno de sus temas más populares, ha sido una de las etiquetas de conversación más usadas) y se preguntaban si las autoridades permiten este tipo de eventos. Otros usuarios se preguntan por las razones de permitir un concierto de estas dimensiones y no eventos deportivos. Otros comentarios, con la etiqueta #CulturaSegura, reivindican la celebración de actos que cumplen con las medidas sanitarias.
“Yo entiendo a la sociedad [en referencia a la polémica] cuando ve, además, una imagen que confunde porque el Palacio de los Deportes tiene una capacidad para 16.000 personas y ayer estaba al 30%. Pero ahora que no vamos a poder estar con los nuestros más de seis personas en estos días entiendo ese malestar”, ha declarado la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, cuando asistía este domingo por la mañana a una manifestación convocada por Más Plurales contra la nueva ley educativa. Ayuso destacó que el recinto cumplió toda la normativa y se celebró “con seguridad”.
En función de la evolución de la pandemia, añadió, se tomarían otras medidas. “Si la incidencia acumulada fuera preocupante, de aquí en adelante se suspenderían estos eventos porque es lo único que queda. Los aforos son tan bajos que ya lo siguiente es la suspensión”, dijo. “Estamos viendo que los contagios se están produciendo en el ámbito doméstico. No nos podemos confiar y decir a los ciudadanos que pueden estar seguros con estos conciertos que se están celebrando, pero si sube la incidencia también que sepan que se suspenderán”, agregó. La Consejería de la Cultura de la Comunidad de Madrid, preguntada por este diario por la polémica generada, rechazó hacer declaraciones.
El WiZink Center es una sala polivalente que cuenta con diversos “formatos y configuraciones”, según recuerda en su página web. En este recinto se han celebrado conciertos en los últimos años con distintas dimensiones: desde los 3.630 espectadores (The Box), pasando por los 5.630 del formato Ring o los 8.706 del Ring Plus, hasta llegar a su aforo máximo de 17.453 espectadores. Manuel Saucedo, consejero delegado de Impulsa, la empresa que gestiona el WiZink, ha explicado este domingo por la mañana a EL PAÍS que se mantuvieron reuniones previas con el cantante y todo su equipo y se decidió reducir el aforo a un 25% para mantener la distancia de seguridad y que se adoptaron medidas más restrictivas de las que marca la normativa actual.
El consejero delegado de Impulsa, empresa que gestiona el recinto, indica que se dijo al público que no se levantara y que esas fotografías se debe a “momentos puntuales en alguna canción y en un sitio determinado”
Así, según indica Saucedo, en lugar de dejar una butaca de separación entre los espectadores se dejaron dos, se quedaron sin utilizar las de una fila por delante y otra por detrás. Para controlar la circulación de personas, se abrieron 50 puertas y se dividió el recinto en cuatro sectores (Goya, Felipe II, Jorge Juan y la pista), de forma que cada espectador tenía que entrar por una puerta determinada. Además, se pusieron informadores en la calle y se duplicó el número de acomodadores para evitar cualquier aglomeración. “Días antes, cada espectador recibió una comunicación en su correo en la que se le pedía que vinieran con tiempo para hacer una entrada fluida y se le recordaban todas las medidas de seguridad”. “Cambiamos el protocolo y el aire se renovaba completamente cada 12 minutos, con controles estrictos del CO2″, añade el consejero delegado.
Los asistentes tenían un servicio para pedir comida y alimentos desde sus asientos, sin necesidad de moverse. Además de ser obligatorio la entrada con mascarillas, en cada asiento había otra de una empresa de mascarillas de producción española que cuentan con hasta cuatro capas de filtrado y que, además, incluyen una impregnación adicional con tecnología HeiQ Viroblock que otorgan propiedades antibacterianas, antimicrobios y antigérmenes. Los 300 trabajadores del evento se hicieron por la mañana un test de antígenos, según el consejero delegado. “Días antes de la celebración, nos reunimos con la Policía Nacional, con la Policía Municipal y con Protección Civil y nos dieron el visto bueno a todas nuestras medidas. De hecho, el acta que firmaron tras el concierto nos dio la aprobación total a todo lo que habíamos hecho”, destaca Saucedo.
Algunas imágenes muestran a los espectadores de pie, lo que está prohibido. Saucedo afirma que se dijo al público que no se levantara y que esas fotografías se deben a “momentos puntuales en alguna canción y en un sitio determinado”. De hecho, los responsables de seguridad enseguida les decían que volvieran a sentarse. “Estamos sorprendidos por la reacción que se ha vertido en las redes sociales. Ojalá todos podamos contribuir a que la cultura, uno de los sectores más castigados por la pandemia, pueda salir adelante. La cultura no merece que esto se politice. Fue un acto de responsabilidad”, concluye el consejero delegado.
Este domingo por la tarde está previsto que se celebre el segundo y último concierto de Raphael, para el que se han vendido 3.600 entradas. Fuentes próximas al cantante mantienen la misma opinión que el consejero delegado de Impulsa y recuerdan que se han extremado las medidas de seguridad en los recitales. De hecho, han tenido reuniones preparatorias y de control con suficiente antelación y los trabajadores se han hecho PCR, recuerdan. Añaden, además, que las fotografías pueden engañar, ya que en todo momento se guardaban las distancias físicas con butacas vacías. “Suscribimos totalmente todo lo que están contando los directivos del WiZink Center”, han concluido.
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