El accidentado regreso a casa de la turista Ana Montes

Una de las últimas viajeras atrapadas en Madrid casi pierde su vuelo de repatriación

La cola de facturación de viajeros venezolanos varados en España durante ocho meses este viernes por la mañana en el aeropuerto de Barajas, en Madrid.KIKE PARA

Una mujer lloraba este viernes desconsolada junto a una cola de facturación de un vuelo en Barajas. Podía ser el típico drama de un pasajero que a última hora no puede volar, pero no. Ni ella ni el resto eran viajeros cualquiera. Llevaban esperando casi ocho meses, desde que empezó la pandemia y el mundo se paró, para embarcar en este vuelo extraordinario con destino a casa, Venezuela, y así retomar sus vidas. Solo cuatro aviones especiales han volado en este tiem...

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Una mujer lloraba este viernes desconsolada junto a una cola de facturación de un vuelo en Barajas. Podía ser el típico drama de un pasajero que a última hora no puede volar, pero no. Ni ella ni el resto eran viajeros cualquiera. Llevaban esperando casi ocho meses, desde que empezó la pandemia y el mundo se paró, para embarcar en este vuelo extraordinario con destino a casa, Venezuela, y así retomar sus vidas. Solo cuatro aviones especiales han volado en este tiempo desde Madrid a Caracas. Perder este avión suponía volver al limbo.

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La mujer que lloraba se llamaba Ana Montes y estaba sentada en cuclillas a pocos metros de los pasajeros que, felices, iban desfilando desde los mostradores de facturación hacia el interior del aeropuerto, camino del avión. En medio del silencio extraordinario del aeropuerto de Madrid sus sollozos se podían oír a distancia. Le habían robado el bolso donde guardaba el dinero con el que iba a pagar el embarque de cuatro enormes maletas, 360 euros. Tenía en su mano la copia de la denuncia ante la policía, pero no le servía de nada. Decía que no la dejaban montar en el avión y que nadie se apiadaba de ella, ni los empleados de la aerolínea ni el personal de la Embajada venezolana en Madrid que había ido al aeropuerto para supervisar la operación de retorno.

“Ocho meses esperando y por esto no me voy... Todo lo que me costó". Montes, de 46 años, estaba ansiosa por reunirse con su pequeña de tres añitos, Luciana. Vino por 20 días a España para reencontrarse con una amiga venezolana que vive en Bilbao y allí ha pasado estos ocho meses. El bolso se lo robaron poco después de aterrizar este jueves por la tarde desde el País Vasco. Lo dejó en el suelo junto a sus maletas para ponerse el abrigo y cuando volvió la cabeza había desaparecido. El bolso se lo devolvió la policía poco después. Lo habían encontrado en el baño y estaba vacío. Le dijeron que iban a mirar las cámaras de vigilancia para identificar al ladrón pero la esperanza de cazarlo con el dinero era casi nula porque ya había debido huir.

Ella decía que no podía montarse en el avión sin sus maletas. Se veía durmiendo en la calle o en algún refugio de Madrid. En Bilbao se mantuvo gracias a su amiga y a la asistencia de la Cruz Roja. Así, gracias a la caridad, han sobrevivido muchos venezolanos atrapados en España, una verdadera pesadilla. Venezuela mantiene cerrado su espacio aéreo como medida de control de la pandemia, de modo que los turistas varados no han podido regresar en sus vuelos comerciales regulares. Los que se han quedado sin dinero guardan la esperanza de volver usando los billetes que compraron originalmente, un derecho que les han reservado las aerolíneas. Pero el presidente Nicolás Maduro ha prorrogado mes tras mes el cierre aéreo. Quienes han perdido la paciencia y tienen dinero para pagar un vuelo de vuelta especial como el de este viernes, organizado por el Gobierno chavista, han desembolsado unos 500 euros. Aún quedan cientos de venezolanos en lista de espera deseando volver a su país, según la Embajada de ese país en España. Los críticos les acusan de omisión de socorro a sus compatriotas y ellos responden que el retorno sería más fácil si España dejara operar en su suelo a la aerolínea estatal venezolana Conviasa.

“Gracias flaco, Dios te bendiga”

A las 11.45, una hora y cuarto antes del despegue, un funcionario de la Embajada se acercó a Montes. Le dijo que podía volar señalando con el dedo los mostradores de facturación. Ya habían embarcado el resto de pasajeros. Montes se acercó con el carro lleno de maletas diciéndole lo mismo a todo el mundo con el que se cruzaba: “Gracias", “gracias", "gracias”.

La turista venezolana Ana Montes facturando sus maletas este viernes para regresar en un vuelo a Caracas tras casi ocho meses varada en España.FERNANDO PEINADO


Ana Montes este viernes antes de despegar desde Madrid en el avión con destino a Caracas.

“Qué contenta estoy. Madre mía, lo he pasado muy mal”.

Se paró a un metro de distancia del funcionario chavista de la Embajada que llevaba la voz cantante.

“Yo no quiero saber lo que llevas ahí pero deben ser medicinas y cosas muy importante para ti y que deben valer mucho”, le dijo él.

“Son cosas para mi niña", respondió. “Gracias flaco, Dios te bendiga”.

Sus cuatro grandes maletas las había envuelto con plástico verde. Con un rotulador negro había escrito en cada una de ellas su nombre junto al dibujo de un corazón y otro nombre, Ronald. ¿Quién es él? “Es mi padre, murió hace tres meses en Venezuela y no pude despedirme de él”. Se marchó a paso ligero por el aeropuerto vacío, dando las gracias y buscando el avión de regreso a su país.

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